Después de clases

Amigas

Thaly permanecía encerrada en su habitación, ya era de noche y su estómago le reclamaba comida. Pasó todo el día bajo llave, castigo impuesto por su padre, además de un golpe en la mejilla. A ella no le importaba demasiado estar encerrada, pero parecía que a su padre se le olvidaba que era un ser humano y necesitaba alimento; afortunadamente tenía una botella de gaseosa en el cuarto, así que no pasó sed. Su estómago hacía ruido y era todo en lo que podía pensar. Intentaba distraerse con la televisión, pasaba los canales tan rápido que casi no veía lo que daba, quería liberar la ansiedad con esa acción. Finalmente, en un acto desesperado, lanzó el control contra la pared. Se tumbó en la cama y tomó el dije de su cuello, lo observó largo rato, memorizando cada detalle, contando los círculos: uno, dos, tres, cuatro, cinco, cuatro, tres, dos, uno. Luego se exasperó.
—Todo es culpa de Alex, idiota, por qué tiene que abrir la boca. Por qué tuvo que besarme. También es culpa de Vanessa, ¡por qué me obliga a hacer dieta con ella!, maldito desayuno, medio pomelo no es desayuno. —Buscaba culpables y volcaba su frustración contra el peluche que Estefanía le había regalo en el hospital—. ¡Maldito peluche! Ojalá estuvieras vivo para matarte.
Daba vueltas por la habitación, protestando, hasta que escuchó un maullido en la ventana. Se apresuró a abrirla para que Misky entrara. Lo levantó a la altura de su cabeza y le dijo:
—Tráeme comida, ¿entiendes? Co-mi-da.
El animal echó sus orejas para atrás y gruñó.
—¡Ve a la cocina! —le ordenó Thaly dejándolo caer al piso. El gato ágilmente trepó a la cama y se recostó estirando el cuerpo y girando sobre su espalda—. Creo que Nicolás tiene razón, voy a conseguirme un Collie amaestrado. —Cruzó los brazos, viendo que su mascota no entendía nada de lo que le decía.
Levantó al animalito de la cama, zarandeándolo para que sus garras soltaran el edredón. Prendió la computadora y puso a Misky en sus piernas.
Decidió navegar por internet y al momento de conectarse su Messenger se encendió automáticamente. No prestó atención hasta que Nicolás apareció conectado. Antes que pudiese cerrar la sesión recibió un mensaje:
Nicolás [7:08 PM]: Thaly estás?
Estuvo a punto de cerrarlo, pero al final decidió conversar con él. Tarde o temprano tenía que contarle lo mal que había resultado todo.
Thaly [7:09 PM]: sí
Nicolas [7:09 PM]: como te fue?
Thaly [7:09 PM]: Mal
Nicolás [7:10 PM]: por qué, que pasó, ese niño maldito seguro lo arruinó todo
Thaly [7:10 PM]: algo así, te explicaré cuando te vea
Nicolás [7:10 PM]: está bien, crees que podamos vernos ahora? Saldré con Alan a comer

Aquella palabra logró estragos en el estómago de Thaly, por un momento se los imaginó en una hamburguesería comiendo papas y una jugosa hamburguesa.

Thaly [7:11 PM]: no puedo, mi padre me castigó
Nicolás [7:11 PM]: Cómo que te castigó, ¿estás bien? Voy enseguida
Thaly [7:11 PM]:  ¡No! no vengas. Estoy bien, sólo me encerró en mi cuarto
Nicolás [7:12 PM]: ¿Estás segura? No me mientas, si te hizo daño te juro que no me va  a importar nada, voy y lo mato.
Thaly [7:12 PM]:  No me hizo nada, sólo se le ocurrió durante el almuerzo que no puedo salir con nadie. Alex no pudo mantener su bocota cerrada y mi padre lo echó a patadas, y a mí me prohibió salir hasta mañana.
Nicolás [7:13 PM]: Te dije que era una mala idea. Ahora no tendremos una coartada.
Thaly [7:13 PM]: Sí, ya sé. Mañana temprano mi padre saldrá de viaje y seguro iré a comer fuera con Vanessa. Después de eso intentaré ir a verte.
Nicolás [7:14 PM]: No creo que sea una buena idea. Si sales tu madrasta supondrá que te escabulliste para ver a Alex, mejor quédate en casa mañana.
Thaly [7:14 PM]: Está bien, nos vemos el lunes.
Nicolás [7:14 PM]: Voy a extrañarte.
Thaly [7:15 PM]: Y yo a ti.

Nicolás cerró el chat, no muy seguro de cuanta verdad había en lo relatado por Thaly.
—Ahhh, que ternura —lo molestó Alan, quien había alcanzado a leer lo último de la conversación mirando por encima de su hombro—. ¿Así que ahora andas de cursi con tu novia? Se ve que te cambió, dónde está mi amigo macho y dominante que... —Fue interrumpido por un gancho en el estómago propinado por Nicolás.
—No seas idiota, vámonos. —Tomó su chaqueta y salió seguido por su amigo, quien todavía se doblaba de dolor.

El lunes por la mañana llegó temprano esperando verla; sin embargo, se sorprendió al encontrarse con Alison. La saludó con algo de decepción.
—¿Por qué tan temprano? —quiso saber, la única que llegaba tan temprano al colegio era su novia.
—Quería hablar contigo o con Thaly, en realidad esperaba que tú llegaras antes —le dijo la muchacha, con tono serio.
—¿De qué quieres hablar? —Pregunta estúpida, se dijo a sí mismo, sabía de qué quería hablarle.
—De Thaly y de ti. —Lo miró como si fuera una madre preocupada por su pequeña, dio un suspiro y dijo lo que tenía que decir—: Thaly es mi amiga, sé que estos días me porté muy mal con ella, pero tenía mis motivos. Ella ha sufrido bastante como para que tú la sigas lastimando —Nicolás intentó interrumpirla, pero ella le hizo una seña con la mano para que la dejase continuar—. Sé que está ilusionada contigo y no sé qué es lo que tú quieres. Aunque ella no lo demuestre es muy sensible y ya tuvo un episodio de depresión hace unos años. Sus tíos la tuvieron medicada y fue horrible. No quiero que por tu culpa vuelva a suceder. Ella se aburre con facilidad, lo mejor será que la canses y ella sea quien termine contigo.
Nicolás no supo qué responder ese momento; no sabía que Thaly había llegado a tomar antidepresivos. Aquello podía ser verdad, o tratarse de un intento absurdo de Alison para que terminasen su relación. Aunque conociendo a los padres de su novia y presintiendo qué acontecimiento pasado podía haberla llevado a la depresión, no sonaba tan descabellado.
—Escucha, yo a Thaly la quiero de verdad, no la lastimaría nunca, aprecio que te preocupes por ella, pero en serio no hay razón.
—Espero que así sea, de todas formas en algún momento terminarán, así que por favor que sea ella quien te termine —le pidió. Nicolás solo asintió. Le hizo pensar en algo que no había considerado: terminar con Thaly en algún momento.
Thaly entró y se sorprendió de ver a su examiga ahí, volcó los ojos, sabía cuál era su propósito.
—Thaly quiero hablar contigo —pidió Alison al ver su reacción.
—Creo que deben hablar. —Intervino el maestro al ver que Thaly estaba reacia a conversar—. Hoy solo daré notas, no hay clase, pueden tomarse todo el tiempo que quieran —añadió al escuchar la campana.
Thaly salió de mala gana del salón junto a Alison. Al pasar, Nicolás le dio un beso en la cabeza y Alison le dirigió un gesto de agradecimiento.
—Qué quieres —interpeló Thaly cruzando los brazos.
—Hablar contigo y pedirte perdón. —Miró a su amiga y ella movió los ojos con ironía—. Thaly no sé qué me pasó, me enfadé tanto contigo y no sabía por qué. Lo estuve pensando toda la semana y llegué a la conclusión de que fueron tres cosas las que me molestaron: Primero, yo sé que te estuve incentivando con todo esto del profe de física, luego lo pensé mejor al ver que te lo estabas tomando tan en serio. Cuando me contaste que te besó en el campamento... no sé, hasta se me hizo tierno, luego caí en cuenta de que aquello no estaba bien. Él es nuestro profesor, no puede tener ese tipo de relación contigo, me asusté al ver que te estabas enamorando. Me preocupé; mucho, igual que Daniel tenía miedo de que él jugara con tus sentimientos.
—Pues no lo está haciendo. No soy estúpida, estoy consciente que esto es peligroso. A Nicolás podrían despedirlo y a mi expulsarme, pero sé lo que estoy haciendo y nadie, ni tú ni Daniel y menos Alex deben meterse en mi vida o en mis decisiones.
—Sí, lo sé, y te prometo que no lo haré más. Si quieres estar con él no es mi asunto. Hablé con Daniel ayer y ninguno de los dos va a meterse.
—Gracias. —Thaly sintió un alivio, si comprendía bien, Alison estaba haciendo las paces—. ¿Y lo otro que te molesta?
—¡Que no me lo hayas dicho! —Esta vez sonó alegre—. Soy tu amiga, ¿cómo me ocultaste algo tan importante? No sabes cómo me puse al ver que desconfiabas de mí.
—No desconfío, Nicolás me hizo jurar que no diría nada a nadie, estaba tratando de convencerlo de decírselo a ti y a Daniel, solo te me adelantaste.
—Está bien, te perdonaré si luego me cuentas cada detalle. Y como besa está incluido. —Le sonrió.
—Sí, te contaré todo con lujo de detalles, hasta lo que pasó cuando me enviaste a Alex. —Sonrió también y antes que le preguntase más continuó—: Cuál es el tercer punto.
—Es algo estúpido, no sé si valga la pena —dijo algo avergonzada. Thaly la miró recriminatoriamente–. Está bien, es que los días que no te hablaba hice algunas amigas. Y no es que sean mejores que tú o que me agraden más, es solo que, a veces me gustaría hacer algo más de chicas.
—¿Algo más de chicas? ¿Qué quieres decir con eso?
—Que me encanta estar contigo y Daniel, pero solo jugamos videojuegos o algún deporte. Tú y yo nunca hacemos pijamadas, o vamos al cine a ver alguna película que no incluya dos horas de sangre y explosiones sin sentido.
—¿Y por qué no me lo dijiste? —preguntó Thaly mirándola como a una tonta—. Si querías que nos hiciéramos manicure o mascarillas y estupideces así me lo hubieras dicho. Habría hecho el esfuerzo.
—Te lo estoy diciendo ahora. Y ya que volvemos a ser amigas, tal vez puedas venir conmigo a una pijamada. Las chicas van a caerte bien, seguro que la pasamos genial —le pidió suplicante.
—Ya, acepto, tendremos una noche de chicas. A Vanessa le va a encantar que haga una de esas cosas.
Alison la abrazo con fuerza, casi hasta partirla. Continuaron conversando, tenían toda la hora de física para ponerse al día. Thaly le contó todo, desde su salida con Erick, hasta el almuerzo con Alex. También le mostró el collar que Nicolás le había regalado. Alison quedó impresionada, su familia tenía una joyería y enseguida se dio cuenta de que aquella era una joya muy costosa. Prefirió no decirle nada, seguramente Thaly no se había dado cuenta y al saberlo era capaz de querer devolverla.
Daniel se puso feliz al ver que sus dos amigas habían hecho las paces, eso le quitaba el problema de estar en medio de su pelea. A Alex no le agradó la situación, Thaly ya no tenía ningún problema por el cual él pudiese consolarla; sin embargo, permaneció con ellos después que Thaly lo perdonase de malagana por lo ocurrido.
Alison les presentó a sus nuevas amigas, ya se conocían de la clase, nunca habían conversado, pero Thaly era conocida por todos. Al ser la más escandalosa y pleitera del curso, era imposible que pasara desapercibida. Ese día durante el almuerzo se sentaron juntas, dejando a Alex y Daniel de lado.
Las amigas de Alison era un grupo de chicas muy unidas. Eran cuatro: Mariel, Laura, Ada y Josefina. Tres de ellas muy extrovertidas, Laura por el contrario, era tímida. Thaly casi no recordaba haberla visto, pasaba desapercibida en el salón. Recordaba su nombre por el cuadro de Honor, ella y Daniel eran los mejores alumnos de la clase. Era la típica chica estudiosa que casi no salía de casa. Alison pensaba que era el total opuesto de Thaly. Era alta, también delgada, con el pelo rubio y muy rizado, tanto que solo se lo sujetaba con una liga, dado que peinarlo parecía una tarea imposible, sus ojos celestes estaban ocultos por unas gafas y su piel era muy blanca; Thaly supuso que era porque nunca salía al sol. Empezó a inventar un montón de historias sobre ella, la mayoría incluían que era vampiro. Mariel y Ada la habían incorporado a su grupo al verla tan sola. Ellas, al igual que Thaly y Daniel, eran amigas desde prekinder. Ambas andaban bien arregladas, casi tanto como Estefanía; sus faldas eran un poco más cortas de lo permitido; eran bastante altas y pertenecían al equipo de básquet del colegio. Josefina no era tan alta como sus amigas, no practicaba ningún deporte, solo se dedicaba a animar a Ada y Mariel. Ella fue quien se le hizo más simpática a Thaly, tenía un buen sentido del humor y tampoco le gustaban las matemáticas.
Conversaron hasta la salida, planeaban salir juntas del colegio y Thaly no sabía cómo escabullirse para encontrase con su novio. Solo lo había visto un momento en la mañana y no había sido suficiente. Todo el fin de semana habían estado separados y sentía que ya no podía más, lo extrañaba demasiado.
—Yo ya me voy —se despidió Thaly.
—No puedes irte, ahora iremos a casa de Ada. —La detuvo Josefina agarrándola del brazo.
Thaly miraba a Alison dándole a entender que debía encontrarse con su profesor.
—Sí Thaly, ven. Todavía estás conociendo a las chicas, además me lo debes —Alison no pretendía dejarla ir, no quería que se limitase sólo a estar con su novio y se apartase de sus amigos. Thaly la regañó con la mirada—. Llama y cancela el compromiso que tenías.
Las chicas la tenían rodeada, no había posibilidad de escapar. Enojada se dirigió al teléfono público situado en la salida del colegio y llamó a Nicolás para decirle que no la esperara. Después de eso la arrastraron a la salida, donde la mamá de Ada las esperaba en su auto.
La señora Díaz era una parlanchina mujer de edad media; bastante subida de peso, quien se alegró de sobremanera al ver a la nueva amiga de su hija.
Thaly estaba en verdad impaciente, sus nuevas amigas eran divertidas, pero no había otro lugar en el mundo donde quisiera estar más que con Nicolás. De todas formas intentaba distraerse con ellas. Principalmente conversaban sobre cosas del colegio, los exámenes y las tareas. Todas hablaban animadamente, participando de la conversación, menos Laura; de rato en rato intervenía con alguna respuesta, después miraba a sus amigas sintiéndose menos, como si estuviera ahí por caridad. A Thaly empezó a sacarla de sus casillas. Las pocas veces que hablaba lo hacía en un tono dulce y educado, como hablaría una princesa de cuentos de hadas.
Llegada la noche, la madre de Ada se ofreció a llevar a las chicas a sus casas. Thaly intentó disuadirla de varias maneras, quería salir sola y desviarse del camino para ver a su novio al menos un momento. Lastimosamente no pudo hacer nada al respecto. La señora Díaz dejó a cada chica sana y salva en su hogar, la última fue Thaly porque era quien vivía más lejos. Para su mala, o buena suerte, Vanessa llegaba también. Thaly salió rápido del auto, tratando de apresurarla a entrar a la casa. Su esfuerzo no sirvió de nada porque la señora salió antes y saludó a la madrastra de Thaly. Vanessa miró a aquella señora con aire de superioridad, le devolvió el saludo por cortesía e intentó entrar. La señora Díaz no perdía ninguna oportunidad de conocer a las madres de las amigas de su hija, le gustaba quedar con ellas para tomar té y chismear sobre asuntos del colegio.
—¡Señora Ayala! Ustedes debe ser la tía de Thaly. —Le dio un beso en la mejilla sujetándole la mano—. Qué niña tan encantadora es Thaly, ella y mi Ada ahora son amigas, puede venir a la casa y quedarse a dormir cuando quiera. Usted y yo también debemos hablar. Con las otras mamás del colegio nos reunimos los jueves para tomar un tecito y ponernos al día. Deme su teléfono, así le informo de las reuniones. ¡Ay! Que tonta, tengo la lista de teléfonos de todo el curso, la llamo el jueves. Las chicas harán una pijamada en casa el viernes y espero que le dé permiso a Thaly. Las niñas la van a pasar bomba. Adiós Thaly, hasta luego señora Ayala, seguro seremos buenas amigas —habló tan apresuradamente que Thaly y Vanessa la miraron estupefactas, esperando en qué momento se detendría a respirar.
La señora no les dio tiempo de replicar, abrió la puerta de su coche y se despidió gritando desde la ventanilla. Ni bien la vieron alejarse, Vanessa le preguntó quién rayos era esa mujer. Thaly le explicó sobre su nuevo grupo de amigas. A Vanessa le alegró en cierta forma que su hijastra empezase a hacer cosas que ella creía propias de una chica de su edad, pese a no estar segura de que aquellas personas estaban a la altura de lo que consideraba «compañías apropiadas para su hija». De todas formas le permitiría ir a la dichosa pijamada y Thaly consiguió una coartada para encontrarse con Nicolás en las tardes.
Las clases del día siguiente pasaron sin novedad, esta vez Thaly con la ayuda de Alison convencieron a sus amigas de que debía ir al dentista y no podría pasar la tarde con ellas. Salió corriendo de la escuela y como siempre él estaba ahí esperándola. Esta vez llevó la moto. Thaly corrió a darle encuentro. Ni bien la vio, la abrazó levantándola del piso y la besó frenéticamente, como si no la hubiera visto en años.
—No respiro —dijo la joven separándose de sus labios. Nicolás la dejó en el suelo y la siguió besando, esta vez solo agarrándola de la nuca.
Thaly correspondía ansiosa, no comprendía cómo había sobrevivido tantos días sin tenerlo cerca.
Se dirigieron a una heladería en el centro. Thaly le contó lo ocurrido en el almuerzo y lo que pasó la tarde anterior. Nicolás la escuchaba con atención, maldiciendo internamente a Alex y al padre de su novia. Luego se alegró al saber que había hecho nuevas amigas.
—El viernes tendremos una pijamada —le avisó.
—¿Y qué hay del torneo?
—Eso se suspende para el sábado, no creas que te libraste. —Lo señaló entrecerrando los ojos.
—Ni modo, qué otra me queda. Después tendremos una semana de vacación, espero poder verte más tiempo —le recriminó. Desde que se habían arreglado se veían pocas veces por culpa de tener que mantener su relación en secreto. Aun así él no cabía de dicha por tenerla a su lado.
El resto de la semana casi no pudieron verse. Entre el nuevo grupo de chicas que arrastraba a Thaly a sus actividades y sus padres que la vigilaban de cerca para asegurarse que había roto con Alex, no le quedaba tiempo para verlo. El viernes era el día más ansiado, terminaría el trimestre y tendrían una semana de vacación. La siguiente etapa de clases que se avecinaba iba a ser muy pesada. Las competencias deportivas iniciarían oficialmente así como otras actividades extra, incluyendo las olimpiadas de física, química y matemáticas. Cada año el profesor Cohen era el encargado de preparar a un grupo de alumnos para participar en representación del colegio. Debido a su repentina enfermedad, el profesor de física del paralelo «B» lo reemplazaría. Sin embargo, le había surgido un trabajo en el exterior así que le pidieron a Nicolás que se encargase de entrenar al equipo. Él aceptó de malagana, eso significaba tres tardes menos a la semana para ver a Thaly. Parecía que algo confabulaba en su contra para que no pudieran verse.
El nuevo grupo de amigas se reunió en la noche para la pijamada. Esta sería una especie de iniciación para las dos nuevas integrantes. Thaly no estaba convencida, aquellas chicas le agradaban, mas no para ser las mejores amigas o pasar todo el tiempo juntas contándose secretos. Prefería su anterior grupo de amigos. Solo Alison y Daniel como amigos íntimos y Alex cuando quería realizar alguna travesura; pero recordó que lo hacía por Alison, ella parecía más que emocionada con ese nuevo círculo social.
Aquella noche empezó divertida, con música, comida, anécdotas y sesiones de maquillaje. Thaly admitía que no la estaba pasando tan mal, aunque sentía que hacía falta una buena dosis de juegos violentos.
A mitad de la noche llegó inevitablemente el juego de «verdad o reto». Aquellas chicas parecían ansiosas por preguntarle cosas a Thaly. En la escuela corrían numerosos rumores acerca de ella, la mayoría iniciados por Alex, quien se divertía viendo cómo la gente especulaba con historias absurdas. Gran parte de esas historias tornaban sobre los padres de Thaly, nadie sabía a ciencia cierta qué había pasado con ellos. De hecho, el único que lo sabía era Daniel. Thaly solo se lo había contado a otras dos personas más: el ingeniero Cohen y Nicolás; ni siquiera Alison sabía la verdad, respetaba la privacidad de Thaly y sabía que no le gustaba hablar sobre ese tema así que nunca lo tocaba.
—Mariel, ¿verdad o reto? —preguntó Josefina cuando la botella señaló a su amiga, quien estaba en frente.
—Verdad —eligió.
—¿Qué tan lejos has llegado con un chico? —todas las chicas la miraron curiosas.
—Solo a besarme, nada más —contestó después de un rato muy nerviosa. Giró la botella y señaló a Thaly. Ella eligió verdad y le hicieron la misma pregunta. Thaly no pensaba responder con la verdad, no podía decir que su maestro la había desvestido y manoseado.
—Solo a besos también —respondió segura y las amigas creyeron en sus palabras.
Después de una ronda de preguntas triviales Josefina se dirigió a todas:
—¿Quién les parece el chico más lindo del colegio? —miró a Ada para que empezara.
—Depende, ¿solo alumnos o maestros también cuentan?
—Maestros incluidos.
—Fácil el profe Nicolás —confesó con obviedad. Thaly no estaba sorprendida, sabía que a más de una le gustaba el profesor de física y química.
—El profe Nicolás —estuvo de acuerdo Mariel.
—Mmm... Alex —opinó Josefina. Thaly la miró haciendo una mueca de asco—. ¿No te molesta que me guste verdad? —le preguntó, sabía que ella y Alex habían sido novios y corrían rumores de que iban a volver.
—No, para nada, te lo regalo con moño y todo, y si lo alejas de mí te estaré agradecida toda la vida.
Josefina sonrió ante la respuesta y le preguntó a Thaly quién le gustaba.
—Nadie —respondió rápido, no quería quemarse con Nicolás.
—Es imposible que no te guste nadie, al menos dinos quién te parece más lindo.
Thaly dudó antes de responder, pensando en alguien neutral.
—¿Lucas? —soltó al final. Eso les bastó a las chicas, quienes miraron a Alison. Ella se puso roja y miró avergonzada hacia Thaly. Sabía que su respuesta la iba a sorprender. De todas formas respondió:
—Daniel.
Thaly ya sospechaba que le gustaba, pero ahora estaba segura. Hacer que el despistado de su amigo se diese cuenta iba a ser su nueva y muy divertida actividad. Alison no dijo nada más, la única que faltaba por responder era Laura.
—A ti quién te gusta —le consultó Alison, tratando de evitar las miradas divertidas de sus amigas.
—Cómo le preguntas eso, todas ya sabemos quién es su príncipe azul —se metió Josefina con tono pícaro. Las mejillas de Laura se encendieron al instante.
—Thaly y yo no sabemos —dijo Alison curiosa. La verdad era que a Thaly poco le importaba, hizo un gesto de falsa emoción solo para aparentar.
—El profe Nicolás —masculló nerviosa.
—Bueno, pero a quién no le gusta —Alison no entendía el por qué de las risitas tontas de las chicas.
—Sí, pero una cosa es gustarte y otra estar enamorada —observó Josefina dando a entender lo mucho que le gustaba el profesor a Laura.
—No, no estoy enamorada...solo...me...gusta...un poco —tartamudeó la tímida chica intentando esconderse de las burlonas miradas de sus amigas.
A Thaly no le gustó para nada su respuesta. Se contuvo de gritarle que se alejase de él y que nunca se fijaría en ella. Apretó una almohada y se mordió el labio inferior casi hasta hacerlo sangrar. Si esa niña le caía mal antes, ahora sentía que la odiaba.
—Seguro habrá alguien más que te guste, porque él es un profesor, no creo que se fije en alguna de nosotras —intervino Alison, intentando disuadir a esa chica antes de que Thaly brincase a golpearla.
—Sí, eso es cierto, jamás responde a las cartas que se le envían, es más, ni siquiera las lee —añadió Mariel.
—¿Qué cartas? —preguntó Thaly, cortante.
—Las que le envía medio colegio. ¿Tú nunca le enviaste una? —Thaly negó todavía enfadada–. Casi todas las chicas del salón, las del paralelo e incluso las de otros cursos le hemos dejado alguna declaración, o por lo menos le hemos pedido alguna cita, pero él las devuelve sin haberlas abierto —explicó.
Como si fuera posible se enfadó más. No sabía que las chicas del colegio le andaban mandando cartitas a su novio.
—Yo creo que puede ser diferente con Laura —manifestó Ada con optimismo—. Ella es muy madura, seguro el profe no se fija en chiquillas de colegio por ser muy inmaduras, creo que con Laura sería diferente, si es que la conociera.
—Tienes razón, lo que pasa Laura es que eres muy tímida. Eres muy bonita y estoy segura que podrías gustarle a alguien mayor, aunque sea el profesor. Además tienen mucho en común. A ambos les gusta la física —aseveró Mariel.
Thaly cada vez tenía más deseos de partirles la cara a todas. La almohada se rasgaba más entre sus manos. «Ellas qué diablos saben sobre lo que le gusta o no a él. No tienen nada en común», pensaba.
—¡Entonces hagamos un plan de conquista! Entre las seis seguro ideamos un plan infalible para que Laura no pase desapercibida ante el profe Nicolás —exclamó triunfante Josefina.
—Tiene novia —interrumpió Alison, no podía participar de ese dichoso plan y menos Thaly.
—No, rompió con ella hace un mes —dijo Thaly tranquila. Alison la miró impactada, de un segundo a otro había cambiado su expresión y lo que más le inquietaba era por qué decía eso.
—Es cierto, tú te encuentras con él en las mañanas temprano, seguro te cuenta algunas cosas —Josefina se entusiasmó.
—Así es, a veces conversamos un poco.
—Entonces serás de mucha ayuda, cuéntanos todo lo que sepas, sobre él, sobre su antigua novia, qué le gusta, ¡todo!
—Lo que me dijo es que terminó con su novia porque había cambiado. Le gustan las chicas dulces y tímidas, pero que siempre anden bien arregladas, ustedes saben, maquillaje, accesorios... —las chicas la escuchaban con atención, menos Alison quién no comprendía qué pasaba y se asombró de la facilidad con la que Thaly mentía, de no haber conocido la realidad de los hechos, hasta ella le habría creído.
—¿Y alguna vez te dijo algo sobre alguna chica del colegio? —quiso saber Ada.
—¿Sabes que de hecho el otro día me preguntó si era amiga de Laura? Parece que nos vio juntas y fue extraño, me preguntó sobre ella y luego cambió de tema. Creo que estaba muy interesado —Thaly hablaba con una tremenda naturalidad, las chicas le creían cada palabra y ya maquinaban un plan.
—Ves, Laura —Ada se dirigió a la muchacha, quien estaba shockeada—. Seguro no le eres indiferente, si te hacemos un cambio de look y hablas con él seguro lo conquistas.
—Las olimpiadas de física están cerca y escuché que él va a preparar el equipo. Esa es tu oportunidad, le coqueteas un poco y conversas con él sobre física, si puedes le hablas a solas y cuando esté cayendo a tus pies te le declaras —dijo Mariel, aquel plan parecía brillante–. ¿Entonces, estamos todas en esto? —les preguntó.
—Totalmente. El profe Nicolás va a caer a tus pies —dijo Thaly con una sonrisa. Alison no comprendía y la miró estupefacta. Las cuatro chicas juntaron las manos al centro. Alison permaneció en su lugar y Laura solo pensaba: «puede que le guste al profe Nicolás».




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