—Estás dejando de dolor, solo un poco, pero lo estás — murmuré.
Me quedé unos segundos más mirando la lápida y después me
alejé. Miré el cielo entrecerrando los ojos, estaba muy nublado y
últimamente llovía en las madrugadas, desvié mi vista a la entrada
del cementerio y me detuve cruzándome de brazos.
—Yo no creo en la casualidad — indiqué soltando una risa.
—Yo tampoco— Harry mencionó bajando el ramo de rosas blancas
—. Ya mejor dime que te gusta seguirme.
—¿Seguirte?— eché una carcajada y negué—. Eres algo modesto,
Beck.
—Algo— hizo una mueca y me sonrió—. Siempre vengo cada tres
días a ver la lápida de mi madre, me gusta que tenga siempre un
diseño limpio.
—Entiendo— asentí. Lo miré a los ojos, él seguía con la sonrisa en
su rostro haciendo remarcar sus hoyuelos, inflé mis mejillas para después soltar el aire y hablar—. ¿Puedo acompañarte?
El gesto de Beck cambió a uno confundido, su entrecejo se arrugó
como si lo que hubiese dicho fuera una abominación.
Volví a inflar mis mejillas, sintiéndome tan tonta por no recibir
ninguna respuesta por parte de él. Quizá y Harry quería tener un
tiempo a solas, quizá y él también lloraba cada que hablaba o
visitaba a su madre, entonces me sentí algo mal por estar
invadiendo ese espacio que muchas personas necesitaban con su
difunto.
—Disculpa, quizá y quieres estar a solas...
—Descuida— negó—. Sólo me tomó desprevenido tu petición, no
era mi intención quedarme callado, es que... Tus ojos, son lindos.
La comisura de mis labios se curvaron y, entonces, aquel efecto que
había dejado de actuar en mí, se presentó. Mis mejillas se
sonrojaron y no pude seguir sosteniendo la mirada sobre la suya.
Me quedé callada con la vista hasta nuestros pies mientras trataba
de desvanecer el color rojizo en mi cara.
—Gracias— susurré, junté mis manos unos segundos y después
toqué mi frente.
—No hay de qué— mencionó —. Y respondiendo a tu pregunta;
claro, puedes venir conmigo y si quieres, solo si quieres, me dejas
invitarte el almuerzo, por mí no hay problema.
Regresé mi vista hasta sus ojos verdes y pensé.
Beck estaba siendo amable, demasiado, mientras que yo había sido
todo lo contrario. Le cerré la puerta en la cara hace unos días, lo
mínimo que podía hacer era aceptar su invitación. Sin embargo, aún
sentía demasiada vergüenza, ni siquiera entendía cómo es que
seguía siendo tan malditamente amable conmigo después de lo
grosera que he sido con él.
—Sí, está bien.
Acepté, algo rendida y sintiendo como la pena me comenzaba a
comer viva. Sentía mis manos sudar y, por un momento, quise inflar
mis mejillas, pero preferí no hacerlo y quedarme de pie mirándolo.
Él sonrió de oreja a oreja, transmitiendo esa alegría que por un
momento causó que yo igual lo hiciera.
Harry comenzaba a tener un don y algo que me empezaba a gustar
de su persona. El don era que me podía hacer sonreír cuando él lo
hacía y lo segundo es que su sonrisa era simplemente hermosa. No
podía negarlo.
El chico me hizo un ademán para que caminara y obedecí, se puso
a mi lado y sujetó el ramo a la altura de su pecho, íbamos en
silencio, yo me sentía incómoda por no saber que preguntar o
mencionar. Luke siempre decía que hablaba mucho y no paraba.
Por ello tenía miedo de arruinar algo.
—Mi madre se comportaba como tú cuando murió mi padre, te me
reflejas a ella, por eso es que insisto mucho— inició con voz baja y
mirando al frente.
—Tu papá... — dejé la frasee el aire, sin saber que diría, ¿habían
muerto los dos?
¿Por qué siempre conocía chicos con un pariente muerto?
—Papá murió en el atentado de España del año 2004— hablaba
con la voz firme y nos detuvimos cerca de una lápida color coral, él
la miró y yo también. Al leer el año, me sentí mal—. Tres años más
tarde mi madre muere de cáncer de pulmón.
«Marié Williams de Beckinsale.
1969 - 2007
Madre y esposa. Siempre estarás en nuestros corazones.»
—Lo siento tanto— murmuré.
—Yo igual— hizo una mueca —. Tenía doce años cuando ella
falleció, creí que saldría adelante por nosotros, mi hermana y yo,
claro. Sin embargo, no fue así, por lo cual nos fuimos a vivir con mi
abuela paterna, ella nos cuidó mucho, ahora soy yo quien se hace
cargo de mi hermana, Ellen, es un gran chica y cuatro años menor
que yo.
Volteé hacia él para mirarlo sutilmente, pero la única vista que tenía
era de su perfil. Un perfil bonito. Quería preguntarle varias cosas,
tenía curiosidad de indagar más, aunque me dije a mí misma que la
última vez que hice aquello no obtuve buenos resultados.
Tenía tantas dudas carcomiendo en ese momento. Una de ellas, que
sin motivo alguno quería salir de mi boca, era el porqué sus padres
habían sido enterrados aquí es Sídney si ellos eran de Inglaterra,
¿alguno de sus padres era de aquí? ¿Ellos residían aquí? ¿Por qué
solo estaba aquí la tumba de su madre?
Quizás algo que jamás se me quitaría sería lo metiche y preguntona
que era. Mi gran defecto como siempre me lo vivían diciendo.
—Gracias a Dios terminé mis estudios, me pude graduar y
actualmente tengo dos trabajos, los cuales aprecio y valoro mucho.
De ellos apoyo económicamente a mi abuela y pago los estudios de
mi hermana.
Harry contaba todo con tanta calma, sin tartamudear o dudar de lo
que hablaba. Narraba su vida con tanta facilidad, como si él ya
estuviera lejos del dolor. Como si ya no hubiera recuerdos amargos,
dejando en claro que esa etapa había quedado en el olvido, él
estaba mirando hacia adelante sin pausar su camino, sin detenerse,
él solo tenía una meta y era llegar hasta donde pudiera.