Me mantenía de pie mirando al chico mientras mordía el interior de
mi mejilla, con lentitud ladeé mi cabeza para poder observar mejor
sus movimientos, movía los brazos tratando de explicar algo al
hombre que tenía al frente, no oía qué, pero en realidad no me
importaba. No en ese momento. Una sonrisa se escapó de sus
labios haciéndome crear a mí el mismo gesto, llevó una mano hasta
su cabello y negó aún manteniendo la curvatura de sus labios.
Él alzó su vista y tropezó con la mía que lo veía sin descaro alguno,
rápidamente mi sonrisa se desvaneció. Arqueó una ceja al instante
que dejaba soltar una risa coqueta, yo rasqué mi barbilla
avergonzada por aquel acto, sin embargo, Harry lo disfrutaba.
Gozaba verme sonrojada o nerviosa gracias a él.
Tonta, pensé.
Me abracé a mí misma y mordí mis labios. Me sentía tan estúpida
por lo de hace unas noches, recordaba lo que había pasado. Besé a Neisan. Y aunque ninguno de los dos decía algo sobre ello, eso no
evitaba que me sintiera mal por la acción errónea que había
cometido, me estaba arrepintiendo de haber ido al club. Por si eso
fuera poco, al final tuve que quedarme en el departamento de Harry,
cediéndome su habitación mientras él se iba al sillón.
Me sentí tan apenada cuando Ellen me vio salir de la recámara de
su hermano.
¿Agradecida o avergonzada?
Esa era mi duda en ese momento.
Resoplé abrumada por todo lo que había ocurrido, me sentía
pésima, no solamente emocional, también físicamente gracias al
dolor de cabeza que se presentaba como un martillo golpeando mi
cráneo varias veces, alcé mi vista para encontrarme con Harry,
venía hacia mí con pasos vagos y una sonrisa suprimida. No dijo
nada, sólo abrió sus brazos y me abrazó, atrayéndome a su pecho.
Cerré mis ojos y solté todo el aire que había contenido desde que se
acercó.
Ambos nos quedamos en silencio sin decir nada, solamente de pie
con el sonido externo a nuestro alrededor. Sentía como su
respiración revoloteaba la parte derecha de mi cabello, él comenzó
a moverse de un lado a otro ocasionando que soltara una pequeña
risa. Su mano tocó mi barbilla para alzar mi rostro, sus ojos verdes
conectaron con los míos al instante y me sentí tan débil ante él.
—Ya puedes entrar— habló, su voz había sonado tan cálida y ronca,
de una forma suave y firme al mismo tiempo —. Es cuestión de que
sólo te cambies.
Me quedé observando sus ojos durante varios segundos sin
responder a su indicación. Deleitándome con la cercanía en que nos
encontrábamos y las posibilidades de que él se siguiera aferrando a
mi cuerpo con sus brazos a mi alrededor.
—¿Y si entras conmigo?— musité con duda.
Harry entrecerró los ojos y relamió sus labios, sin embargo, no dijo
nada. No sabía que demonios ocurría en ese momento, pero la
manera en que me abrazaba y me miraba podía jurar que era capaz
de desnudar mis propios pensamientos.
—¿Segura?— finalmente, demandó.
—Sí — afirmé segundos después.
—De acuerdo— asintió. Se separó de mí y elevó su mano
estrechándomela hasta la altura de mi pecho, él jamás abandonó el
contacto visual—. Vamos.
Esbocé una sonrisa diminuta, a penas y la comisura de mis labios
se curvaban. Acepté su mano con gusto y nos dirigimos a los baños
para cambiarnos. Una vez ahí, cada quien entró al indicado.
Su hermana, Ellen, ya se encontraba lista para entrar. Los nervios
comenzaban a invadirme, ni siquiera sabía nadar, en lo absoluto,
mamá y yo habíamos ido muy pocas veces a la playa, a pesar de
que viviera en un lugar en donde salir a nadar era un rutina de casi
todo los días, nosotros no lo habíamos hecho. Comencé a
cambiarme rápidamente y agradecí al cielo de que aún no estuviera
en mis días, sino, esto hubiese sido en vano y muy en el fondo
sentía mucha emoción.
Guardé todas mis cosas y salí del lugar para encontrarme con Harry
junto a Ellen esperándome afuera.
—¡Será divertido!— exclamó la menor entusiasmada.
—Lo será — afirmó su hermano.
Harry dio un paso hacia mí y miró mis brazos, sabía qué era lo que
observaba, así que solo pude encogerme de hombros y cubrir con mis manos las marcas que ya se habían tornado de un color
morado.
—Estúpido — murmuró enojado, su ceño estaba fruncido y las fosas
de su nariz tensas —, se ven muy mal.
—Ponte la playera manga larga — Ellen intervino, acercándose a
nosotros, ella me regaló una sonrisa, a la cual respondí —. Nosotros
te esperamos, no hay prisa.
—Sí, gracias.
Sin hacerlos esperar más tiempo, me cambié de playera con mucha
velocidad y salí para indicarles que ya podía ir hacia el área de la
alberca, Harry me sostuvo de la mano todo el tiempo hasta que
entramos a la alberca.
Al principio me sentía muy incomoda y nerviosa, como si estuviera
fuera de lugar, aunque Harry y Ellen comenzaron a hacer bromas
causando que fuertes carcajadas desbordaran de mi garganta. La
chica decía que mi risa era contagiosa mientras que yo pensaba lo
contrario, ella era quien tenía mucha vibra.
Miré a Harry quien se burlaba de nosotras dos, él me atrajo a su
cuerpo y besó mi frente.
—Tócalo— me indicó—. No te hará daño.
Miré al delfín y me dije a mí misma que no fuera tan cobarde como
acostumbraba a hacer, el señor solo nos miraba con gracia y me
pensé en que nosotros éramos quienes le estábamos dando un
espectáculo.
Reí y cerré mis ojos durante unos segundos para después volver a
abrirlos y acercar mi mano hacia el inofensivo animal,
automáticamente una sonrisa de satisfacción se formó en mi rostro y
me sentí realizada.