Mi subconsciente me gritaba que dijera algo y no me quedara de
pie, pero la sensación que transmitían los brazos de Harry alrededor
de mi cuerpo me obligaba a permanecer cerca de él, mi rosto se
hundía en su pecho mientras mi llanto cesaba. El aroma que
desprendía su ropa era el motivo de que mis ojos se cerraran y me
aferrara a su torso.
Sin embargo, él deshizo el agarre y me sujetó de los hombros para
mirarme a los ojos, no dijo nada, sólo se quedó con la mirada seria y
los labios en forma de una línea. Su rostro me dejó intranquila, pero
no desaproveché el momento para poder apreciar cada facción de
su cara. Era atractivo. Tenía que admitirlo, no podía seguir
esquivando el pensamiento que se me cruzaba cada que lo miraba,
sus ojos eran verdes con un desteñido contraste miel alrededor de
la pupila y no negaba que me encantaba la forma en que estos se
decoraban junto a sus cortas, pero voluminosas pestañas.
Mi vista bajó hacia sus labios con delicadeza y me fijé que estos
eran delgados. Delgados y rosados, como un color sandía claro. Se
adaptaban en forma de corazón y eran muy pocas las personas que podían tener la desdicha de ello, aunque me encantaba más cuando
estos se expandían para pulir una sonrisa de oreja a oreja
acompañados de unos hoyuelos en cada una de sus mejillas.
Harry aún no decía nada y eso aceleraba más mi pulso.
Interiormente, le gritaba a mi cuerpo que se moviera o al menos
intentara dar un paso hacia atrás para alargar la distancia entre
nosotros, pero soy incapaz de reaccionar y acatar mis propias
ordenes.
Él parpadeó varias veces mientras su ceño se comenzaba a fruncir,
tocó su nariz para, finalmente, dar un paso hacia atrás. Las lágrimas
en mis mejillas ya se había secado, pero aún sentía la necesidad de
esnifar cada que intentaba inhalar.
—Sé lo que se siente perder a alguien — murmuró, y a pesar del
volumen había sido firme y claro—. También sé que no es lo mismo,
pero fueron mis padres y créeme que intento ser comprensible
contigo. Conozco lo que es el miedo de perder a una persona
especial y muy importante para ti, lo sentí cuando vi a Ellen en esa
camilla de hospital con una gran variedad de tubos y cables
conectados a su cuerpo, sentí miedo — su voz tembló, pero no
abandonó el filo, su ceño seguía fruncido y la mirada sobre la mía—.
Pensé "mierda, perderé a la única familia que tengo". Estaba solo.
Sin padre, ni madre y con una hermana en estado de coma.
Me sentía imbécil por no poder decirle nada, ni una palabra de
aliento. El único movimiento que hice fue abrazarme a mí misma
mientras sentía como mis manos sudaban y mis piernas flaqueaban,
los ojos verdes de Harry estaban cristalizados, quizá a punto de
derramar una lagrima, pero se las ingeniaba para retenerlas.
Su mirada estaba rota y melancólica, quizá recordando esa escena.
Él echó un suspiro y relamió sus labios para después echar una risa
sin humor.
—Admito que tenía la certeza de que ella no andaba en un buen
camino, era una adolescente impredecible y yo me excusaba con que tenía mucho trabajo. Ahora me lamento por no haber accionado
cuando supe que nada estaba bien, llegué tarde y si tan solo...— él
dejó la frase al momento en que su voz se quebró.
—Hubieras llegado antes; las cosas serían diferentes— hablé,
terminando su oración. Harry apretó sus labios y desvió su vista
hacia el mar para después asentir—, pero el hubiera no existe.
Eso era lo que, justamente, yo pensaba. Tal vez los dos habríamos
obtenido resultados diferentes, quizá positivos y de los cuales no
nos lamentáramos cada que los recuerdo nos invadieran, nos
encerraran en una caja de culpabilidad y arrepentimientos.
Mi estómago se encogió y mi pecho sintió una punzada cuando vi
las primeras lágrimas resbalándose sobre la mejilla de Harry. Él las
secó rápidamente y me sentí tan pequeña, tan inútil, así como me
sentía cuando él lloraba en frente de mí.
Ver al maduro y firme Harry Beckinsale de esta forma me regresó a
la realidad. Él era humano, uno que lidiaba con la muerte de sus
padres y una hermana que hacía poco intentaba salir de un trauma
psicológico. Entonces, me pregunté; ¿cuántas veces tuvo que
tragarse el llanto y los gritos de dolor, de impotencia y tristeza?
¿Cuántas veces fingió ser un hombre que se sentía orgulloso de
haber crecido rápido? ¿Cuántas veces sonrió ante los recuerdos de
sus padres cuando eran una familia feliz?
—Amo a mi hermana— musitó con la voz ronca y pausada—. La
amo a pesar de que no seamos de la misma madre.
Mi ceño se frunció ante su declaración. Entonces, ¿eran del mismo
padre? ¿Pero cómo era que los apellidos no concordaban?
¡No preguntes! ¡No preguntes! gritó mi subconsciente.
—¿Cómo?—la pregunta se deslizó de mi garganta hacia el exterior
y me maldije varias veces.
Soy tan estúpida.
Harry me miró y soltó un suspiro, una sonrisa se escapó de sus
labios y se acercó a mí. La curvatura de sus comisuras seguían
potentes, sin embargo, con una seña me indicó que entrara a la
camioneta. Yo no rechisté, ni mucho menos me negué, sólo asentí,
me sentía avergonzada por haberle hecho la pregunta de la nada. A
él no le tomó mucho tiempo cuando se adentró del otro lado, subió
las ventanillas y encendió el aire acondicionado, dejó caer su
cabeza contra el respaldo del asiento y detuvo la canción.
Me sentía nerviosa, mi pulso estaba acelerado que sentía el calor
invadir todo mi cuerpo, me había humillado una vez más en tan
poco tiempo y en el mismo día. Tragué saliva con dificultad y dejé
caer mi espalda poco a poco. La tensión entre nosotros se sentía
demasiado que podía cortarla fácilmente con un cuchillo.
Por la parte lateral del ojo pude ver como se removió en el asiento y
llevó su mano hasta su cabello para quitar unos rulos que caían
sobre su frente.
—Te mentí — comentó, con la voz ronca y potente. Mi piel se erizó y
con sutiliza volteé hacia él —. No eramos la familia perfecta, no nos
fuimos a vivir con mi abuela después de que mi madre falleciera...
ella no murió por cáncer de pulmón.
Su confesión me desconcertó y dudé varios segundos, quise
reprocharle, pero todas las veces en las que dejaba que mi lado
indignado respondiera, sólo causaba que la otra persona quedara
enojada o lastimada, así que me tuve que reprimir a mí misma y
esperar a que prosiguiera.
—Mi padre había engañado a mi madre cuando yo tenía dos años y
medio, ella no lo supo, sin embargo, todas las verdades salen a la
superficie, y digamos que de ese engaño tuvo como resultado a
Ellen, la señora no quiso tenerla más cuando cumplió el año y
nuestro padre no podía dejarla desamparada, así que él se hizo
cargo de ella, hubieron muchos problemas, pero mis padres nunca se separaron... según por mí— pausó unos segundos y juntó los
dedos de sus manos en forma de diamante—. Papá nos consentía y
a ella la cuidaba, la adoraba, nos creció juntos y me enseñó a
amarla como lo que era. Mi hermana. Cuando él murió... mi madre
no la trataba igual y yo no iba a permitirlo, así que ella se fue a vivir
con mi abuela paterna, pero yo aún era menor de edad, así que no
me pude ir, sino fue, hasta que después de tres años, ella murió a
causa de antidepresivos y no de cáncer. Los apellidos no son
iguales porque la madre de Ellen le puso los de ella, como si fuera
su hermana — resopló inquietante y rió sin humor—. Te mentí
porque... porque si me duele recordar.
Me quedé estática en mi lugar, todo lo que había escuchado fue
como una bofetada limpia y fresca que me había dejado perpleja.
Después de todo su vida si fue díficil, pensé.
Sentí un hueco en mi estómago y las ganas de querer abrazarlo me
invadieron, pero no podía hacerlo, me sentía impotente una vez
más. Quería decirle algo, pero no tenía en mente como qué, estaba
actuado tan imbécil con una persona que me había confesado una
parte muy dolorosa de su vida y lo mejor que yo podía hacer era
quedarme como estatua.
—Lo siento tanto— es lo único que pude decir.
—Tranquila, ya han pasado muchos años. Estoy consciente de que
ya no duele— su voz se había vuelto rasposa y ronca, más que
otras veces.
Me golpeé mentalmente por no haber actuado de otra forma. Mis
oídos captaron un zumbido y sabía que era la presión de vergüenza
acompañada de mi subconsciente gritando lo tonta que había sido
en ese preciso momento.
Su celular comenzó a sonar y rápidamente lo sacó de su chamarra,
sus ojos miraron la pantalla y pude ver como su mandíbula se tensó, sus cejas se irguieron y su rostro cambió a uno lleno de miedo.
Estaba asustado.
—Llama las veces que sean necesarias hasta que te conteste— me
indicó, dejando su celular encima de mi regazo para después
arrancar la camioneta y pisar el acelerado con mucha fuerza.
Mi piel se erizó y sin más preámbulos, le hice caso. Claramente
pude ver el contacto. Se trataba de su hermana. Tragué saliva con
nerviosismo y mi mirada se dirigió hacia él, una vena asaltaba la piel
de su frente, sus ojos estaban abiertos mientras miraba fijamente su
camino.
—No contesta— le indiqué y volví a marcar llevándome el celular a
mi oreja.
Harry apretó sus labios con mucha fuerza y asintió. Tocaba el claxon
de la camioneta, estaba desesperado, angustiado, asustado... El
hueco en mi estomago se hizo más grande y sentí las ganas de
preguntarle hacia dónde íbamos o que era lo que estaba ocurriendo,
¿que le pasaba? ¿Se trataba de su hermana? ¿Qué había hecho?
Aparcó en frente del edificio en donde vivía y salió con rapidez, dudé
un momento si lo seguía o no, aunque después de diez segundos,
me veía corriendo detrás de Harry, lo divisé cuando casi entraba a
un elevador empujando a algunas personas que se cruzaban en su
camino sin antes disculparse, mis manos temblaban y sentí las
yemas heladas. Fueron varios segundos cuando las puertas se
abrieron y a grandes zancadas se dirigió hacia la puerta de su
departamento.
—¡Ellen!— gritó a penas entró, miró hacia todos lados y corrió hacia
la habitación de su hermana— ¡Ellen ábreme!
Sin esperar alguna respuesta de la chica, abrió la puerta de una
patada, sabía que le había dolido porque se quejó, aunque no le
importó y su mirada se dirigió hacia una esquina, él estaba al borde de las lágrimas. El cuerpo de su hermana estaba hecho un ovillo
mientras lagrimeaba.
—Ha-Harry— lloriqueó la chica en un balbuceo.
—Aquí estoy, aquí estoy. No va a pasar nada— consoló
abrazándola—. Todo está bien.
Con pasos lentos y suaves caminé hasta ellos. Miré a nuestro
alrededor y me detuve al ver un frasco de pastillas, con sutileza y sin
que los nervios me ganaran, cogí el frasco del suelo para
cerciorarme de que estaba vacío. Sentí como alguien miraba mis
acciones y me volteé para tropezarme con los ojos de Harry, al ver
lo que estaba entre mi mano, sus ojos desprendieron temor.
—¿¡Tomaste esa mierda!? — preguntó con la voz fuerte, Ellen
brincó entre sus brazos y supe que no era buena opción que hiciera
eso, no debía tratarla de esa manera cuando ella estaba más
asustada que él— ¡Ellen, responde! ¡¿Tomaste esas malditas
pastillas?!
—¡Harry!— ahora fui yo quien elevó la voz para que me prestara
atención—. No le grites.
—¿No le grite? ¡Estoy asustado!
—Ella igual— le informé enarcando una ceja.
Me acerqué hasta los dos y me puse de rodillas para mirar a Ellen,
un torrente de lágrimas inundaban sus ojos, estaba perdida. Se
sentía perdida. Ella era muy bonita, tenía la misma cara angelical
que su hermano.
—Necesito llevarla al hospital— indicó el castaño apunto de
levantarse.
—No es necesario— negué y lo pensé dos veces antes de decirlo
—. No las tomó.