Quince minutos antes de escapar del colegio, el aula se sumió en un caos infernal. Los tres amigos, Juan, Juanes y Andrés, enfrentaron el terror en primera fila. Los murmullos de los estudiantes se transformaron en gritos desesperados cuando la maldición del apocalipsis zombie se propagó rápidamente.
Un estudiante cercano a ellos, Ana, se convirtió en una de las primeras víctimas. La mirada vacía y hambrienta en sus ojos era aterradora mientras avanzaba hacia un grupo de estudiantes en busca de carne fresca. El caos y el pánico se apoderaron de todos mientras intentaban protegerse de sus compañeros convertidos en monstruos.
Juanes tomó una decisión rápida y agarró una mesa volcada, sosteniéndola como escudo mientras gritaba a sus amigos: "¡Rápido, busquemos una salida!".
Andrés, luchando contra su instinto de huir, se acercó a una estantería cercana y tomó una pesada enciclopedia. "¡Esto podría servirnos como arma!", dijo mientras la sostenía firmemente.
El sonido gutural de los zombies se mezclaba con los gritos desesperados de los estudiantes. Juan, mirando a su alrededor, vio a una chica en el pasillo, atrapada por un grupo de zombies hambrientos. "¡Tenemos que ayudarla!" gritó, sin dudarlo.
Los tres amigos se abrieron paso entre la multitud de zombies hacia la chica, quien estaba paralizada por el miedo. "¡Corre hacia el aula, nosotros te cubriremos!", dijo Juan mientras blandía un trozo de madera rota que encontró en el suelo.
Mientras los amigos luchaban contra los zombies para proteger a la chica, Juanes logró sacar el extintor de la pared. Con un rápido movimiento, lo liberó, llenando el pasillo de una nube de polvo espeso y frío, que momentáneamente desorientó a los zombies.
La joven chica, aterrada, se aferraba a la mano de Andrés mientras intentaba correr hacia el aula. Sin embargo, un zombie más ágil que los demás se abalanzó sobre ella antes de que pudiera llegar. Sus manos desgarraron su ropa, dejando al descubierto su piel temblorosa.
Los amigos gritaron en horror mientras veían cómo la chica era cruelmente devorada viva. Los zombies se abalanzaron sobre ella, arrancando pedazos de carne sangrante. Los gritos de la chica se mezclaron con los gruñidos guturales de los monstruos hambrientos, que a su ritmo desprendían cada pedazo de carne cada extremidad, dejando a la chica en un eterno sufrimiento de mordidas que destrozaron su cara, su cuerpo, y su ser.
"¡No podemos salvarla, Andrés! ¡Tenemos que irnos ahora!" gritó Juan mientras jalaba del brazo a su amigo, quien se resistía a abandonar a la joven, ya que el se resignaba a ver cómo morían sus seres cercanos, sin imaginar que aún no ha visto la peor parte.
Con lágrimas en los ojos y el corazón destrozado, Andrés finalmente cedió y corrió junto a sus amigos hacia la ventana rota. "Lo siento..." susurró mientras miraba ala chica dar su último grito con un tono que Andrés jamás podrá sacar de su mente, pero lograron atravesar el umbral de la libertad hacia un mundo que ya no sería igual al que siempre han visto.
Uno a uno, saltaron por la ventana rota y aterrizaron en el patio del colegio. El sol del mediodía les golpeó con fuerza mientras se levantaban rápidamente. A lo lejos, vieron la valla que rodeaba el colegio, una pequeña esperanza de seguridad en medio del caos.
Corrieron con todas sus fuerzas, mirando hacia atrás ocasionalmente para asegurarse de que no fueran perseguidos por los zombies. Atravesaron la valla y se encontraron en las calles de la ciudad, donde la lucha por la supervivencia apenas comenzaba.
El colegio quedó atrás, sumido en el horror y la tragedia. Los tres amigos sabían que no podían mirar atrás. A partir de ese momento, se enfrentaban a un mundo donde la crueldad y la muerte caminaban de la mano. Pero estaban decididos a seguir adelante, enfrentando cada desafío que el apocalipsis zombie les presentara, con una incertidumbre de saber que paso con sus familias, ¿sobrevivieron? ¿O fueron cruelmente despellejados por estos monstruos incensibles? Que solo piensan en comer todo aquello que se les pase por delante.