«Nada podrá descubrir quien pretenda negar lo inexplicable. La realidad es un pozo de enigmas»
—Carmen Martín Gaite.
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Julietta.
Evans tenía demasiadas cualidades, pero desconfiar de las personas sin razones justificadas no era una de ellas. Solía decir "Solo nos queda la confianza entre nosotros, es algo que no podemos tomar a la ligera". Tampoco se equivocaba al respecto, pero el mundo en el que estábamos daba demasiadas razones para desconfiar de los demás. Con la reciente teoría de Marco y Dave, las cosas habían cambiado por completo.
Un día había pasado desde que nos encontramos con esas personas, un día sin peligros evidentes, un día sin ningún tipo de información concreta por parte del comandante Miller, a quién todavía no le poníamos rostro. El tiempo daba suficiente espacio para analizar a cada persona, era un grupo abundante en juventud, nadie parecía mayor de los treinta. La mayor parte era dominada por la fuerza masculina, pero también mujeres estaban presentes entre ese escuadrón, que es como lo llamaban.
No podía dejar de pensar en el tema del infiltrado y la existencia de la torre de la que venían. Lo único que nos habían compartido es que nos llevarían a esa fortaleza para tener una mejor calidad de vida. Eso implicaría dejar de lado nuestro estilo nómada y permitirnos tener un solo lugar para mantenernos a salvo de los peligros que asechan en todas partes.
Acariciaba el cabello de Evans, estaba recostado sobre mis piernas mientras se permitía descansar un momento. Marceline también reponía energías descansando al lado de los niños que habían perdido a sus familiares. Nunca entendería la razón de seguir procreando en medio del caos, aunque también podría deberse al temor de extinguirnos por completo.
—Señor Jones—llamó Allek al llegar a nuestro lado, Evans se incorporó todavía adormitado—. Discúlpeme, Jared Philip, nuestro segundo al mando; quiere hablar con usted.
Los marrones ojos de Allek transmitían amabilidad, en ocasiones tartamudeaba con algunas palabras.
—¿Qué hay del comandante?
—El comandante Miller llegará después de asegurar el perímetro.
—De acuerdo—volteó hacia mí—. ¿Podrías buscar a Darren?, dile que venga con nosotros.
—Está bien.
Dediqué un par de minutos a seguirlos con la mirada, se acercaron a un hombre de melena castaña, aunque más oscura que la de Evans. Intuí que se trataba de Jared Philip, el segundo al mando. Ambos se estrecharon las manos antes de cruzar a la derecha hacia lo que parecía un pasillo.
Me puse de pie y busqué a Darren. El hombre que debería de estar cuidando de los heridos cabeceaba con peligro de quedarse dormido en cualquier momento. Apenas notó cuando me paré frente a él, hasta que carraspeé.
—Evans tendrá una charla con el comandante y el segundo al mando, quiere que estés ahí.
El hombre se puso de pie casi de inmediato.
—De acuerdo, ¿en dónde están?
Parecía que el sueño se le había espantado de un momento a otro, entendía lo agotado que podría ser velar por los que compadecían.
—Sígueme.
Me limité a guiarlo hacia donde había visto desaparecer a los tres hombres, Darren de por si era alguien muy hablador, y tuve que soportar escucharlo hablar del conflicto que ya había tenido con algunos del escuadrón seis y su disconformidad con el comandante Miller al tenernos aquí durante tanto tiempo. Pude descansar de su voz cuando visualizamos la luz que emanaba el fuego.
Entramos a un lugar amplio con diversos accesos, una enorme mesa de madera era ocupada por un gran pergamino extendido con lo que parecían trazos a tinta. Alrededor, estaban todos platicando entre ellos.
—Gracias, preciosa.
Darren se apresuró a entrar por completo al lugar y presentarse con Grey y Philip.
Me permití indagar con la mirada aquellos elementos que decoraban el espacio. Tinta en cuadros de madera cubiertas de polvo y tela cayendo por los lados de las ventanas. Todo era iluminado por las antorchas encendidas sobre las paredes y el farol cerca del papel.
A mi lado tenía otro cuadro con tinta que formaban un hermoso paisaje de una colina. Acaricié la textura, algunos residuos de la capa de polvo se impregnaron en las yemas de los dedos. Decidí que era tiempo de regresar y darles más privacidad a los asuntos que estuvieran por tratar, fue cuando visualicé una sexta presencia en el lugar. En la parte opuesta en donde me encontraba, un hombre surgió entre la oscuridad. Lo reconocí como el sujeto de ojos azules que salvó mi vida, en esa ocasión su cabello y vestimenta habían sido abrazados por la lluvia.
Mientras se acercaba a la luz que proporcionaba el fuego, sus facciones eran más notorias. Esos detalles que no había notado en nuestro último encuentro.
Allek fue el primero en notar la presencia del sujeto a medida que se acercaba hacia el centro del lugar.
—Comandante Miller—dijo exaltado poniéndose de pie.
Pude darle nombre a ese hombre, después de todo se trataba del comandante Miller. Su misma presencia era intimidante, pude notarlo al ver como Darren guardaba silencio sin ningún problema. Esa peculiar mirada los examinó a todos detenidamente, noté algunas gotas de lluvia que se deslizaban por su barbillas hasta desaparecer por el pecho cubierto.
Por un momento creí que su mirada se dirigió hacia mí, quizás fue a Evans, quien estaba enfrente mía, pero fue suficiente para alejarme de ahí por miramiento, después de todo no ameritaban mi presencia.
El tiempo fue casi eterno, no pude volver a dormir sin esperar noticias por parte de Evans. Sabía que él compartiría conmigo cualquier detalle relevante de lo que fuera a suceder, por eso permanecí cerca del borde de la segunda planta, simplemente esperando.
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Editado: 07.12.2023