«Si eres capaz de mirar al miedo a la cara, ganarás en fuerza, coraje y confianza»
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Julietta.
La criatura de la oscuridad no volvió a aparecer, de lo contrario hubiese usurpado mis sueños nocturnos. Sin embargo, tampoco volví a tener aquella pesadilla que me impedía descansar plácidamente.
Los días pasaron, las luciérnagas continuaron apareciendo por las noches para otorgar cierta tranquilidad y sin el ser acosador otorgando su presencia, solo avanzamos.
Observé hacia atrás, empezábamos a dejar las colinas desiertas de lado y pronto nos adentraríamos a un nuevo bosque.
—¿Nos vamos acercando?
Después de varios días en busca de la misteriosa bruja, era necesario saberlo.
—Puede que sí.
—¿No lo sabe?
—Nunca dije eso—replicó—. Realmente, no hay un camino que seguir en línea recta para dar con ella.
—¿Está diciendo que vamos sin rumbo?
—Tampoco he dicho eso.
No me agradaban sus respuestas, pareció haberlo notado cuando volteó en mi dirección y elevó una ceja. En sus labios se insinuó una sonrisa. Entonces, señaló al frente.
—Las montañas detrás del arbolado, es el primer indicio de hacia dónde ir—explicó—. Después, buscaré el rastro para poder llegar.
—¿Cuánto nos tomará encontrarla?
—No lo sé, quince o treinta días.
Era demasiado tiempo, pero me limité a guardar silencio.
Cuando llegamos a los comienzos del bosque, el sol estaba a punto de desaparecer por completo. Empezaba a acostumbrarme a la visión de su espalda, podía notar la pequeña diferencia de nuestras estaturas, su cabellera oscura era muy brillante cuando la luz lo abrazaba y la musculatura de su espalda no era de extrañar, considerando que de alguna manera fue capacitado por la torre, sin contar que no era un humano por completo.
En esos momentos solo podía confiar en que me estuviera dirigiendo con la bruja que podría darme respuestas. De momento, tenía ciertas curiosidades que me había resguardado.
—Si tiene algo que decir, adelante.
Por un momento creí que también poseía la habilidad de leer los pensamientos y eso me abrumó por completo.
—Puedo sentir su mirada atrás de mí—explicó.
—Es porque caminó detrás.
Insinuó otra sonrisa.
—¿Qué es tan divertido?
Dejó de avanzar a su ritmo habitual, lo suficiente como para quedar a mi derecha.
—Nada.
Traté de manejar lo mejor posible mi inconformidad. A veces prefería el silencio.
—Pregunte lo que quiera, también tengo algo que quiero saber.
Lo observé intentando adivinar lo que quisiese saber. No había ningún indicio, pero habíamos vuelto a las preguntas y respuestas, lo que podría ser mi oportunidad.
—¿Cómo ha entrado a la torre?
Recordaba lo que Marco me había comentado, del proceso de entrenamiento al nacer dentro de la torre. Dudaba que Denrek hubiera nacido allí, pero tenía que averiguarlo.
—Me han encontrado en un mal momento—dijo—. Desperté dentro, creyeron que era uno de los suyos al que habían salvado de una muerte inminente.
—¿Eso hace cuanto fue?
—Cinco años.
Me sorprendí, era demasiado tiempo fingiendo. Posiblemente, de no ser por Paul, nunca hubiera sido descubierto. Pensé en preguntarle algo más, después de todo, si Paul había presenciado la naturaleza de Denrek cuando era más joven y lo había reconocido después de los treinta años que había argumentado; no aparentaba tal edad.
Sin embargo, esperé en silencio. Dejaría que hiciera su pregunta y después hablaría al respecto. Apenas distinguí el momento en que me empujó hacia un extremo mientras un par de bestias de pelaje oscuro lo embistieron.
El doloroso impacto contra el árbol me impidió ponerme de pie de inmediato, varios árboles empezaron a caer y no pude reaccionar lo suficientemente rápido como para esquivarlos por completo. Una de mis piernas fue atrapada y sentí como la sangre comenzaba a deslizarse. Traté de quitar el tronco y liberarme, pero era demasiado pesor.
Volteé hacia un lado, la cantidad de bestias caninas que asechaba a Denrek era impresionante, nunca había presenciado a tantas bestias en un mismo lugar. Por un momento me pregunté cuál era la diferencia evidente entre un licántropo y un rougarou, pero todos lucían de la misma manera.
Entre los colmillos afilados, ojos amarillentos y pelaje de tonalidades oscuras, se asomó una silueta de forma humana hasta posicionarse frente a Denrek.
—Debo admitir que me llevó tiempo—era la misma voz que habló con Paul—. Pero un alfa siempre encuentra a sus vasallos.
—Karim—musitó Denrek entre dientes.
Parecía que se lanzaría contra el sujeto en cualquier momento, su único impedimento eran las bestias que lo rodeaban.
Visualicé al ser llamado Karim. Su cabello era tan oscuro como el de los mismos licántropos a sus lados, parecía un humano, pero tenía esa aura salvaje, como cuando Denrek fue descubierto.
—Ésa escoria no ha podido con una simple tarea...que decepción.
Me preocupé por la seguridad de la familia de Paul, o incluso la del mismo hombre.
—Si quieres deshacerte de mí, aprende a ensuciarte las manos.
Una escalofriante risa provino del sujeto.
—¿Por qué lo haría? —comenzó a dar vueltas a su alrededor, Denrek no rompía el contacto visual—. La pureza superior nunca debe ensuciar sus manos con sangre tan poco digna de nuestra especie. No hay mejor destino que morir a manos de sangre tan insignificante como la que corre por tus venas, querido Denrek.
Intenté liberarme una vez más, pero no podía. Al paso al que iba la conversación las cosas terminarían mal.
—No compliques más las cosas, y para que todos sean testigos de mi misericordia te daré dos opciones: humillarte ante mí, o dejarte morir de una vez por todas.
Un escalofrío me recorrió por el cuerpo con solo escuchar esas propuestas. Denrek rió, mostrando su disconformidad con las opciones.
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Editado: 07.12.2023