«Todo es peligroso. Pero de no ser así, no valdría la pena vivir»
—Oscar Wilde
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El corazón de Even retumbaba a una velocidad peligrosa, su respiración era casi tan caótica que podía ser escuchada a varios metros de distancia. Tan solo unos minutos atrás, la oscuridad que lo rodeaba había sido invadida por gritos agonizantes, disparos y gruñidos. Ahora, su determinación para vivir era lo único que le quedaba.
En sus manos solamente contaba con un arma de seis disparos para poder defenderse, junto con el comunicador, que era la única conexión con la gran fortaleza blanca. Echo un vistazo para ver si la señal era la adecuada y poder mandar el mensaje de auxilio, sin embargo, la interferencia era mayor.
—Maldición—murmuró molesto mientras le daba unos golpes esperando a que su suerte cambiara.
Corrió, alejándose de aquel lugar que se había convertido en una masacre. Aún podía recordar el entusiasmo que sintió junto con su escuadrón al encontrar un rastro de huellas de niños, todos tuvieron la esperanza de poder salvar a un grupo de personas que habían quedado atrapadas en medio de la oscuridad que rodeaba el mundo.
Un nudo se formó en su estómago con solo recordar la última orden del comandante Wallas, acelerar el paso. Todos habían supuesto que serían los salvadores, nunca se imaginaron que una de las razas más peligrosas atacaría al lado de una enorme bestia que devoró la cabeza del comandante. Las ganas de vomitar lo tentaron, pero Even sabía que no era momento para eso, no cuando su vida corría un grave peligro.
El más grande riesgo que había vivido fue cuando salió por primera vez de la fortaleza y se unió al escuadrón de exploradores. Aunque antes se habían encargado de algunos licántropos para salvar las almas de los contaminados, no era nada comparado a lo que habían enfrentado.
Soltó un asustadizo grito cuando visualizó una gigantesca silueta con grandes dientes, eso lo hizo tropezar y caer de espaldas. Pero pudo volver a respirar al percatarse que no era más que el esqueleto de un ogro, demasiado grande a lo que había visto antes.
Su curiosidad se vio interrumpida cuando lo escuchó aullar, su vista fue hacia atrás únicamente para percatarse de aquella peligrosa presencia. La oscuridad camuflaba gran parte de la criatura, sin embargo, unas feroces esferas azules con enormes caninos blancos eran suficiente como para identificarlo.
Se apresuró a levantarse y continuar corriendo por su vida, la distancia pronto disminuyó y Even aprovechó para lanzarle un par de disparos que fueron recompensados con unos chillidos hirientes, eso le permitió ganar tiempo para alejarse. Aunque no el suficiente, apenas esquivó el ataque de la bestia cuando se abalanzó sobre sus espaldas.
La profanación de su piel derramó sangre, y el dolor casi lo hizo pensar que moriría. Aun así, aprovechó la cercanía para herir a la bestia con las últimas balas que le quedaban.
El frío de la noche era aún más evidente con la respiración salvaje. La bestia decayó.
Nunca se sintió tan afortunado como en aquella ocasión. El temor por enfrentarse a la muerte le obligó a utilizar sus últimas fuerzas, sin importar el dolor de sus heridas se puso de pie y se alejó, dejando atrás a una bestia que cambiaba de forma bajo la luz de la luna llena.
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Editado: 07.12.2023