capítulo 1

El avión estaba aterrizando y la fuerte sacudida hizo que me despertara de golpe, mis perezosos ojos color café se negaban a abrirse, pero tienen que hacerlo, cuando la luz dejo de cegarme me di cuenta de que estaba lloviendo, estiré mi cuerpo entumecido y dejé escapar un bostezo, observé mi alrededor y vi que mi madre aún estaba profundamente dormida, saqué un pequeño espejo de mi bolso para confirmar que el lápiz negro en la parte inferior de mis ojos no estuviera corrido, el labial color rojo aún estaba intacto y mi cabello castaño aún estaba perfectamente amarrado, mi piel estaba un poco más pálida de lo normal, pero no le di importancia, cuando las azafatas nos dieron la orden de salir miré a mi mamá y no pude evitar reír al verla aún dormida, la golpeé con sutileza en el brazo y esto hizo que se despertara de golpe.

—¿Nos accidentamos? —preguntó un poco alterada.

—No —dije entre carcajadas—ya nos están echando del avión—. Agarré mi bolso y lo colgué sobre mi hombro.

Se levantó de mala gana y saltó de su asiento, mientras caminaba detrás de ella no podía dejar de pensar en mi prima Brooke, a sus veintiséis años estaba a punto de casarse con un hombre de 30 años que había conocido por su trabajo de actriz, tenía que admitir que París era un lugar muy romántico para una boda, pero no sabía qué esperar sobre el tipo, ella nunca quiso mencionar su nombre y cuando le pedía que me mostrara una fotografía de él se negaba rotundamente.

—¡Alice! —gritó mi madre.

No me había dado cuenta de que habíamos salido del aeropuerto.

—Se nota que su prometido tiene mucho dinero, mira, mandaron un chofer a buscarnos —intuyó señalando a un hombre de unos cincuenta años, vestido con un elegante traje y un cartel con la palabra "Addams" escrito.

—Al parecer —murmuré mientras caminábamos hacia el hombre.

—¡Vamos cariño! ¡Anímate! Es la boda de tu prima ¿No estás feliz por ella? —me preguntó rodeando su brazo en mi cuello.

—Estoy animada, mamá, es solo que no conozco a ese hombre y me causa demasiada curiosidad —admití tratando de excusarme.

—Y a mí también cariño, pero trata de sonreír —me pidió bajando su voz mientras nos acercamos al auto.

Por alguna extraña razón el tipo no nos dirigió la palabra, con demasiada amabilidad abrió la puerta del asiento trasero y rápidamente las dos nos deslizamos en su interior, Booke nos había pedido mandar las maletas antes para según ella "tener la habitación lista" y la boda sería en tres días así que no me sorprendía que estuviera tan estresada.

A pesar de que ella era mayor que yo por muy poco siempre mostraba madurez en este tipo de asuntos a diferencia de mí, miré hacia la ventana y no pude dejar de sentirme asombrada, París era una ciudad demasiado romántica, a medida que las calles pasaban me empecé a sentir completamente aburrida de tanto romanticismo, de repente dejé de ver edificios altos a casas muy antiguas y de un momento a otro solo se veían árboles.

—¿En qué piensas, cariño? Normalmente no eres tan silenciosa —dijo mi madre mirando a la ventanilla.

—Es solo que nunca había conocido París —respondí tratando de sonreír.

—Yo tampoco, se ve que es un lugar muy hermoso, ojalá conozcas un sensual francés que caiga rendido a tus pies —dijo guiñándome el ojo.

Solté una carcajada y acabé con esa conversación guardando, eso era prácticamente imposible, nunca encontraría a un hombre que "cayera rendido a mis pies" porque nunca fui una mujer muy llamativa y solo los pervertidos volteaban a mirarme, normalmente cuando un hombre hermoso pasaba por mi lado lo que hacía era ignorarme y para subirme la autoestima me decía a mi misma que lo más probable es que fuera gay.

El auto giró hacia un camino de calles empedradas y después de diez minutos un enorme castillo se asomó al final de la carretera, mis ojos se abrieron como platos al ver tal majestuosidad, era endemoniadamente alto y jodidamente ancho, el jardín principal estaba decorado por una enorme fuente de dos parejas besándose rodeada por rosas rojas y blancas, en la enorme puerta principal estaba Brooke de pie brincando, pero no sabía si era de felicidad o si tenía ganas de orinar, su metro setenta y cinco de altura, su esbelta figura, su largo cabello rubio y sus enormes ojos azules la hacían lucir como la mujer perfecta, a veces la envidiaba.

—¡Qué castillo tan enorme! —Exclamó mi madre distrayéndome de mis pensamientos —. Definitivamente tiene dinero.

—Al parecer —dije sin querer hablar mucho.

El auto se detuvo frente a la enorme entrada, apenas salí del auto corrí hacia ella y nos chocamos en un abrazo.

—¡Me alegra que estés aquí! ¡Te extrañaba demasiado! —gritó ella a mi oído.

—¡Yo también te extrañaba demasiado! —dije brincando un poco de felicidad, aunque tenía que admitir que yo no era así.

—¿Cómo has estado? ¿Al fin que sucedió con Esteban? —susurró a mi oído.

La ira comenzó a brotar dentro de mí, pero logré contenerla, mi novio y prometido, ahora mi ex prometido, me había engañado con mi mejor amiga, ahora mi ex mejor amiga, era una tarde lluviosa y había llegado a la casa de Esteban para secarme, cuando entré al apartamento, ya que él me había dado la copia de sus llaves, los encontré teniendo sexo sobre el negro sofá de cuero con ella, creo que nunca había dicho tantas malas palabras como ese día, llegué llorando a la casi mansión de Brooke y le conté lo que había pasado, ella quiso asesinarlo, pero se resignó a mantener la distancia, desde ese día él me había estado buscando y acosándome, me vi obligada a cambiar de número de teléfono y confiar en que nadie se lo iba a dar.

—Habláremos de eso después —finalmente le susurré.

Me moví a un lado para permitir que mi madre la abrazara y analicé el castillo de arriba hacia abajo completamente maravillada con el enorme lugar, las puertas se abrieron con un fuerte rechinido despertándome de mi sueño, bajé la mirada rápidamente y un hombre de unos casi treinta años, de cabello increíblemente rubio y unos ojos verdes demasiado penetrantes apareció, Brooke corrió hacia él y colocó los brazos alrededor de su cintura.