destinados

capítulo 4

—No me interesa hablar de eso ni de nada contigo.

—¡No quiero que lo andes divulgando por todos lados! —exclamó levantándose de la cama.

—Si eso es lo que quieres simplemente tienes que pedirlo y no exigirlo de esa manera ¿No crees? —le sugerí levantando una ceja.

Jeremy me miró con los ojos abiertos como platos, como si no esperara esa respuesta, caminó hacia mí hasta que quedamos frente a frente, me miró fijamente por varios segundos y su ceño se relajó.

—Lo siento, es solo que todo esto me tiene exaltado —dijo agachando la cabeza.

—¿Todo esto? —pregunté tratando de comprender.

—La boda de primo, que me rechazaran —dijo volviendo a levantar la cabeza.

—Deberías relajarte, tomarte una copa de vino o algo así —le sugerí alejándome un poco.

—¿Tomarías un vino conmigo? —preguntó de la nada.

—¿Qué? —lo miré confundida.

—Así como lo oíste —sonrió de repente.

—No soy muy amante de vino pero si eso evita que vuelvas a entrar a mi habitación, está bien —respondí algo resignada.

Jeremy salió rápidamente de la habitación con una velocidad sorprendente, corrí hacia mi laptop y la guardé en el bolso, cuando por fin logré cerrar la corredera él entró a la habitación con dos copas y una botella, colocó la botella y las copas sobre la pequeña mesa y cerró la puerta, la aseguró y caminó hacia mí mientras que con mucha agilidad llenaba la copa, la sostuve sin quitar los ojos de los de él y la probé, era increíblemente deliciosa.

—¿Qué te parece? —preguntó con una sonrisa pícara.

—Deliciosa —murmure tomando otro sorbo sin dejar de mirarlo.

Jeremy alejo sus ojos de mí y caminó para buscar la otra copa, se sirvió en la copa pero pego sus labios al pico de la botella.

—Definitivamente está deliciosa —dijo caminado hacia mí.

—¿Nunca lo habías probado? –le pregunté girándome y caminando hacia la ventana.

—Es de la nueva cosecha, esta es una muestra.

Pude sentir sus pasos acercándose a mí hasta que su musculoso brazo rodeó mi cintura provocando que mi cuerpo se colocara tenso, no había notado que mi copa ya estaba a menos de la mitad y él con la misma agilidad de antes la llenó.

—¿Acaso quieres emborracharme? —pregunté tomando otro sorbo.

—Solo quiero relajarme —dijo a mi oído.

—Déjame ser clara, no voy a tener sexo contigo ¿Está claro? Puedes llenar esta copa todo lo que quieras que no me harás ceder —le aclaré dándome la vuelta para mirarlo a los ojos.

—Si no quieres no lo haremos, aunque sé que si sigo llenando esa copa que tienes en la mano créeme que puedo hacerte ceder.

Solté una carcajada.

—No me emborracho tan rápido —aseguré con una sonrisa maliciosa.

—Bueno entonces hagamos algo, te llenaré la copa diez veces y te pondré a leer algo, si fallas me dejarás hacer lo que yo quiera.

—¿Por qué habría de aceptar eso?

—Porque estás tan aburrida como yo.

—¿Y si no fallo? —pregunté ansiosa.

—Me iré de la habitación, así de simple.

Acepté el reto y nos sentamos juntos en mi cama, amaba los retos y casi nunca fallaba, la única vez que fallé me vi obligada a besar a una completa desconocida y no fue muy agradable, desde ese momento juré nunca fallar en los retos.

—Ya llevas una copa, termínate esta y serán dos —me impulsó empujando la copa a mi boca.

Tomé el vino de un sorbo y después otro, y otro, y otro, por alguna extraña razón a la séptima copa empecé que mi cabeza estaba dando vueltas, lo analicé un segundo y aunque tomábamos a la par él se le veía completamente tranquilo, a la novena copa se me dificultaba llevar la copa a mi boca y trataba de evitar hablar con él para que no notara mi dificultad para mover la mandíbula.

—La última, Alice, mientras la tomas yo buscaré algo que puedas leer —dijo levantándose de la cama.

Coloqué el borde de la copa en mi boca y comencé a tomarla, el vino se chorreó cada lado de mi boca y cuando terminé estaba a punto de limpiarme con la mano pero Jeremy agarró mi brazo.

—No hagas eso —dijo algo serio—. Ahora lee esto.

Colocó un libro sobre mis piernas y yo de milagro lograba diferenciar el título "cuento de los hermanos Grimm"

—Léeme el cuento de blancanieves —pidió sentándose a mi lado y violando mi espacio personal.

Abrí el libro y cuando por fin encontré el cuento ni siquiera distingí bien el nombre, después de varios segundos esforzándome suspiré.

—No doy para leer —admití con dificultad cubriéndome el rostro.

Jeremy soltó una carcajada.

—Lo supuse.

Me solté la cara y vi como él se agachaba para quedar frente a mí.

—Perdiste —dijo con tono triunfal.

—Lo sé —hice un puchero.

—Ahora déjame limpiarte el vino —me ayudó a colocarme de pie.

Ni siquiera pude protestar cuando sus labios tocaron mi mentón, una electricidad corrió por todo mi cuerpo al sentir sus gruesos labios tocando mi piel, su lengua comenzó a pasearse por los bordes de mi boca y me empezó a hacer suaves chupones para retirar el vino, mi cuerpo estaba completamente paralizado y cuando él estaba apunto de tocar mi boca se impulsó hacia atras.

—¿Quieres que te bese? —preguntó con un poco de dificultad.

—Por alguna extraña razón... sí.

Y eso fue todo lo que él necesito para unir sus labios con los míos, al principio fue un poco desesperado pero después un poco más dulce, sus labios sabían a uva y a alcohol y estaban demasiado húmedos, suaves, intenté alejarme para respirar un poco pero Jeremy agarró mi cabeza obligándome a seguir unida a sus labios, bajó sus manos hacia mi cintura y chocó mi cuerpo contra el suyo, con un leve empujón me arrojó a la cama y antes de que yo pudiera preguntar qué estaba haciendo él se acomodó sobre mí y volvió a juntar sus labios con los míos, sus manos recorrieron mi mejilla y terminaron en mi cintura, apretó mi piel suavemente y sentí un pequeño gemido saliendo de él pero rápidamente se separó de mí.




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