-¿Estás bien?
- ¿Por qué no me lo has dicho? –preguntó él con cierto enojo –estaba más cerca de lo que pensé.
-Lo siento –se disculpó Nía –no quería que ella te trajera malos recuerdos –Adrián soltó un suspiro.
-Ellos vuelven siempre, no es necesario verla para que vuelvan –dijo con tranquilidad - ¿Qué va a pasar ahora?
Nía hizo una mueca –no lo sé, hay que esperar, apenas hemos dado el primer paso –Adrián asintió preocupado –aunque…
- ¿Qué? –preguntó Adrián frunciendo su ceño.
-No estoy segura si es ella.
-Lo es –habló Adrián seguro de sus palabras –no ha cambiado mucho, y tiene las marcas, son las de una salvación. Pero no tiene mucho sentido, una salvación se hace en el mismo cuerpo, ¿acaso nos están ocultando algo? –hablo pensativo.
- ¿Qué hay de las calaveras de niños que nos pedían? –preguntó Nía, Adrián hizo una mueca, pensativo.
-Pero solo lograste conseguir una, ¿no es así? -ella asintió -Es algo extraño… –Adrián hizo una pausa al instante que miro a un chico robusto de piel morena parado en la entrada de la cafetería.
- ¿Qué? –dijo Nía confundida, al tiempo que Adrián hizo una señal para que ella mirase atrás de ella.
-Hola chicos, ¿Cómo están? –saludo el chico.
- ¡Félix! ¡¿Qué sorpresa? ¿Qué te trae por aquí? –se sorprendió Nía.
-Sabes perfectamente a qué vengo –respondió con voz gélida, Nía rodó sus ojos.
. . .
1981 (Cuarenta y un años atrás)
“Briston, al sur de Londres, área pobre, de problemas económicos, sociales, alto desempleo y criminalidad; donde predominada la gente de color, y la policía no era bien recibida. La policía empezó una operación llamada "SWAMP 81" para reducir el crimen en esa zona.”
11 de abril. Nía caminaba en medio del disturbio que se había provocado entre los policías y la gente de Bristol por un rumor acerca de que un joven negro había sido apuñalado, y cuando llego la patrulla de policia, no lo llevaron a un centro de atención, dejándolo morir, lo cual las personas de Bristol se lo tomron como un acto racial que causo enojo en las personas, quienes realizaron un disturbio, dañanado locales, patrullas, etc.
Nía llevaba bastante tiempo en Bristol, recientemente había logrado comprar un pequeño local al noreste de Londres, en Reino Unido, donde montaría su cafetería y saldría de esa área. Nía entró por un callejón evitando a la gente, para poder cruzar a la otra calle e ir a su residencia. Nía asomo su cabeza por el callejón visualizando el panorama en la calle, para poder cruzar al otro lado, y al ver la escasa multitud pensó en pasar la calle, pero una respiración agitada hizo que se girara a los tanques de basura que había ahí. En la oscura sombra, ella pudo visualizar a un chico tapado con una vieja manta en posición fetal. Su buen corazón de un ángel protector nunca cambió; ella se acercó al chico, arrodillándose a la altura de él, sacó su bote de agua y se lo pasó.
El chico tenía su rostro con la miraba hacia abajo –ten –hablo Nía con tono amable. El chico soltó un pesado suspiro, para agarrar, de improviso, la muñeca de Nía con cierta fuerza, haciéndola asustar en el acto; él alzó su rostro lentamente y miró a su hermana.
- ¡Adrián! –hablo sorprendida, mirando la cara sucia de su hermano menor, sus párpados estaban rojos, su cuerpo estaba delgado, sus labios partidos, y escasamente vestía una camisa de mangas y una pantaloneta - ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué estás aquí?
Adrián no respondió, solo atrajo a su hermana a su cuerpo y la abrazó, siendo correspondido por ella, y dejando caer sus lágrimas. Nía llevó a Adrián a su residencia, lo baño, y curó sus heridas. Él le conto la razón del porque había sido desterrado hace unos días del mundo de Kepler, mundo de los ángeles.
-Ha pasado mucho tiempo –dijo Adrián con voz débil.
-Llevo sesenta y siete años viviendo alrededor de los humanos –comentó Nía con tranquilidad –no es fácil acostumbrarse a vivir alrededor de ellos, en verdad su vida es dura.
-Te sacrificaste por alguien que al final murió y que no era un humano, consiguiendo ser desterrada –hablo con tristeza –siempre has tenido un buen corazón.
Ella asintió con una sonrisa –¿Qué hay de ti? Te sacrificaste por un amigo.
Él asintió con tristeza –necesito saber lo que realmente pasó. Pero ¿Cómo?
Nía mordió su labio inferior con duda. -Se cómo.
Nía fue al norte de Londres, llegando al centro de Reino Unido, a una calle llamada Brick Lane, donde se encontraba la biblioteca Shin. Ella sabía que no sería fácil encontrar lo que necesitaba, pero con algo de astucia lo lograría; entró a la biblioteca Shin, cubriendo su cara con una bufanda, pasando al lado de la recepción.
-No olvides registrar el libro que vayas a llevar –habló el hombre que estaba en la recepción.
-Si –respondió ella con tono arisco, siguiendo su camino.
Nía estuvo casi toda la mañana en la sección de libros antiguos, sentada en un cubículo que al parecer, nadie lo visitaba. De repente miro pasar a un chico muy joven, ella se paró de golpe y lo siguió, esperó escondida tras un estante a que él diera acceso al pasillo oculto. Cuando el chico abrió el acceso, Nía aprovechó el momento para noquear al chico y entrar a una biblioteca privada. Nía busco el papel que le dio su hermano en el bolsillo de su pantalón, lo abrió y miró la fecha (20 de marzo de 1981) busco en la estantería el año, no era difícil apenas era cuatro meses del año; cuando lo encontró lo tomó, era un libro rojo, en la parte de lado tenía la fecha, al frente un nombre, y lo años, en la parte de atrás tenía pegado una tarjeta, donde decía: