Destino, Brick Lane #6174 (ae 1)

IX.

Abraham observaba con sus binoculares la calle oscura y solitaria de Brick Lane desde lo alto de un edificio que quedaba junto a la biblioteca Shin.

-¿Cuánto crees que tarden? –preguntó Abraham volviendo a observar el techo de la biblioteca.

-No lo sé –respondió Bastian soltando el humo de su cigarrillo.

-Me molesto tu porquería –reprocho, refiriéndose al humo del cigarrillo, mientras bajaba los binoculares.

-Ese no es mi problema –dijo indiferente, volviendole a dar otra calada a su cigarrillo.

Abraham arrugó su nariz y rodó sus ojos, luego pasó su mirada hacia la calle, observando una figura solitaria caminando con pasos lentos. Abraham volvió a alzar los binoculares y sonrió.

-Un Shinigami –comentó Bastian con un tono monótono –Aún es joven. No debería estar fuera de la mansión.

-¿Crees que haya cumplido su primer siglo? –pregunto ansioso.

-Tal vez –respondió soltando otra vez humo de su cigarrillo.

–Sabías que el alma de un Shinigami es tan poderosa que puedes obtener alguno de sus poderes –dijo Abraham mirando al chico mientras sonreía.

Bastian rodó sus ojos  y dio un zape en la cabeza a Abraham -Deja de soñar despierto. Los Shinigami son aliados de los arcángeles. Los dioses de la muerte son figuras intocables –gruño Bastian.

-¿Qué te hace pensar eso? –preguntó mientras sobaba su cabeza y su ceño estaba fruncido.

-Por los mil demonios, dame paciencia -dijo entre dientes -¿Acaso no pasaste por las academias de entrenamiento? -Abraham soltó un bufido -Si no quieres terminar en Cane Hill, es mejor que contengas tus impulsos caprichosos.

-El maldito hospital psiquiátrico abandonado de Coulsdon, ¿qué tiene que ver con esto? –Susurro entre dientes –claro, hay muchos Jar encerrados ahí.

-Sus crímenes no fueron lo que se considera un orgullo -frunció su ceño.

-Aquellos se volvieron locos.

-Aquellos fueron salvados de ser llevados Osiris –respondió Bastian –Así como Ena se salvó de la muerte -dio otra calada a su cigarrillo.

-Así que Ena está Cane Hill -susurro sorprendido -vaya noticia.

Bastian alzó su mirada al cielo, soltando humo de sus labios, mientras veía a los arcángeles partir del lugar. Abraham volvió su mirada al Shinigami, observando como una humana se le acercaba, la cual a su parecer tenía una energía extraña. Él frunció su ceño, no tenía duda que aquella era una humana, pero su alma no expresaba lo mismo.

-Se han ido –la voz de Bastian, interrumpió los pensamientos de Abraham, el cual boto lo poco que quedaba de su cigarrillo y lo pisó con la punta de bota. Abraham relamió sus labios inconscientemente y luego tragó saliva.

-Es hora de irnos –ordenó Bastian dándose la media vuelta para marcharse; Abraham soltó un leve suspiro y dio una última mirada a la calle, donde el Shinigami y la chica habían desaparecido; soltó un leve gruñido y siguió a su compañero.

. . .

Las gotas de sudor corrían por su frente y la garganta le ardía por el aire frío que había inhalado mientras corría hacia a la calle de Brick Lane, colocó sus manos en sus rodillas y tomó un poco de aire cuando estuvo frente a la biblioteca. Anzu se levantó cuando miro un chico delgado, que aparentaba una edad de veintidós o veintitrés años, que estaba parado frente a la entrada de la biblioteca Shin, apunto de entrar.

-¡Espera! –grito Anzu, sobresaltado al chico, el cual se giró enseguida.

Jano observó a Anzu con una mirada cargada de confusión, la chica pelirroja tenía una respiración agitada y su frente estaba bañada de sudor; por un momento sintió miedo, pero los ojos de la chica le expresaron un toque de esperanza.

-¿Vives aquí? –preguntó Anzu con voz agitada. Jano frunció su ceño y asintió levemente –qué suerte –susurro ella.

-¿Tú eres...? –preguntó Jano confundido.

-Soy Anzu, esta tarde he venido en busca de un libro y olvidé mi libreta de apuntes en una de las mesas de la biblioteca –comento -necesito ir por ella. Es muy importante la información que contiene.

Anzu había llegado a casa muy temprano, incluso ayudó a su abuela a hacer la cena. Cuando estaba por empezar a escribir lo que le faltaba de su ensayo en su laptop, no encontró su libreta, recordando enseguida que la había dejado en la mesa de la biblioteca y se olvidó de ella por distraerse en aquel libro de fantasía.

Jano hizo una mueca, al escuchar las palabras de Anzu, no estaba seguro de confiar en ella; ella era una extraña que había aparecido de repente por un callejón, en medio de la noche, con un aspecto que hubiera horrorizado a cualquiera.

-Vuelve mañana –hablo con un tono gélido.

-Espera –volvió a repetir cuando ella miró al chico darle la espalda –tengo que entregar un ensayo para mañana en la mañana e información importante de mi ensayo se encuentra en la libreta.

Jano soltó un suspiro y se volvió a ella -¿cómo sé que no tratas de engañarme? -alzó una de sus cejas. Anzu mordió su labio inferior, para luego soltar un suspiro y negar levemente.



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En el texto hay: angeles, angel caido, angeles y demonios

Editado: 30.12.2022

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