Abraham estaba sentado en su viejo Mustang mientras picaba con un tenedor sus papas a la francesa fuera de un supermercado, llevaba más de una hora ahí, y ya empezaba a anochecer. De repente miro la silueta tan conocida para él, sonrió al fin cuando observó a Alice salir del centro comercial con unas pequeñas bolsas en sus manos en compañía de Anzu. Abraham siguió con su mirada los pasos de Alice, quien caminó hasta una camioneta moderna gris polarizada, que era conducida por un hombre que no lograba distinguir, y adentrarse ahí, para después de unos minutos, esta se fuera. Él sonrió con malicia.
-Mateus empieza a agotarse, en unos meses tendrá que alimentarse, y eso, no lo puedo permitir, no hasta que mi plan se dé -hablo para si mismo -lo siento Mateus, pero algún día ella tendrá que saber la verdad -sonrió, para luego prender el motor de su automóvil y emprender su camino.
Los viajes de Mateus se habían vuelto frecuentes, al igual que las cenas que preparaba Alice cada vez que él volvía de Osiris, las cuales las habían empezado hacer en el nuevo apartamento de Mateus; este estaba ubicado en Chelsea, unos de las barrios prestigiosos de Londres; el apartamento era mucho más amplio que su antiguo apartamento, además lo había amueblado con nuevas cosas.
Alice iba de camino al aparcamiento de automóviles, junto con Marcus, quien traía unas bolsas con comestibles y una caja que contenía una torta de fresa. Él abrió la cajuela de la camioneta, mientras ella la rodeaba, para entrar en el asiento trasero del automóvil.
-¡Vaya! Eres una rubia muy hermosa -hablaron a su espalda, girándose de inmediato al escuchar una voz aguda masculina.
-¿Qué es lo quieres? ¿dinero? -Hablo sin una pizca de miedo, no era la primera vez que una persona con intenciones de robarle se le acercaba.
Él soltó una carcajada en cuanto escuchó las palabras de Alice, llamando la atención de Marcus -para nada -respondió.
-¿Entonces?
-Hablar -respondió con una sonrisa en sus labios, haciendo fruncir el ceño a Alice.
Marcus cerró la cajuela y se acercó a Alice, posicionándose a su lado, para luego pasar su mirada al chico que estaba enfrente ella, lo cual lo sorprendió demasiado -Abraham -murmuró.
Él recién mencionado se sorprendió al ver al hombre que estaba al lado de Alice y sonrió -¡Bastian! hermano -saludo abriendo sus brazos en espera de que fuera correspondido, pero él, simplemente negó e hizo señas para que no dijera nada más.
-¿Bastian? -dijo confundida, pasándole la mirada a él -¿le hablas a Marcus? -se dirigió a Abraham, el cual asintió enseguida.
-Vete -ordenó Bastian.
Abraham sonrió con malicia, haciendo caso omiso a Bastian.
-Se trata de Mateus -retomo dirigiéndose a Alice, quien se sentía confundida por todo lo que pasaba a su alrededor -tu adorado príncipe -fingió un tono de voz dulce.
-Te ordene irte -repitió Bastián frunciendo su ceño.
-¡Oh, vamos! Ese maldito demonio debe ser descubierto, Mateus quiere el alma… -Bastian interrumpió la oración de Abraham, propinándole un puñetazo en su rostro, que hizo que cayera al suelo. A Alice le temblaron un poco las manos y tragó saliva.
-Suba a la camioneta, puede hacerle daño -advirtió Bastian, mientras se alejaba un poco de Abraham -ahora.
Pero ella hizo caso omiso a las palabras de Bastian, observando con atención como el chico rubio, que supone llamarse Abraham, se limpia con su mano la sangre de su labio roto, mientras miraba con recelo a Bastian.
-¿De qué habla? -preguntó por fin sin quitar su mirada a Abraham, llamando la atención de los dos presentes.
Abraham sonrió satisfecho por tener la atención de ella, él se paró del suelo y limpio rápidamente su ropa por algún polvo que se hubieran pegado en esta y se acercó sólo un paso a ella, ya que Bastian no le permitió dar uno mas.
-Mateus, es algo, como te lo explico, sobrenatural.
-¿Qué? -Hablo con sarcasmo.
-Si, se que no me crees, pero... -estiró su mano, abriendo su palma, pero antes de que pudiera hacer algún movimiento Bastian lo empujo.
-La estás asustando -gruño.
Abraham rodó sus ojos y bajó su mano -es difícil de explicar a los humanos, siempre hay que explicarle cosa por cosa y hasta que no vean algo sobrenatural con sus propios ojos, no lo creen. Conoces la biblia ¿verdad? -ella asintió levemente -¡claro todos la conocen! Hay hablan de Ángeles, Arcángeles y… demonios ¿verdad? -sus últimas palabras sonaron con voz seductora.
-No entiendo lo que pretendes decirme.
-Eso existe, existimos, por muchos años hemos existido, pero todo lo quieren volver una fantasía, pero no es así, soy un demonio, Bastian es un demonio y Mateus es un demonio, ¡somos servidores del diablo!
Bastian tragó duro y abrió sus ojos a más no poder, sorprendido, sin poder articular palabra alguna. << Pero qué es lo que pasaba a Abraham, ¿cuál es el motivo de esta confesión?>> -pensó preocupado.
-Los demonios nos alimentamos de las pobres almas de ustedes, los humanos. Conociste a Mateus cuando él se alimentaba de una de esas almas -sonrió.