El Valle, diciembre 2011
En las instalaciones del GA el tiempo parecía no existir, pues siempre y a cualquier hora había mucha actividad. Cuando Luciano llegó y como de costumbre en cuanto lo vieron entrar, todos parecieron suspender sus respiraciones. Aquello siempre le causaba risa a Luciano a menos que viniese de muy mal humor, pero como no era el caso ese día, simplemente pasó sin causar muchos colapsos entre los chicos, pues salvo dos o tres que resultaron castigados bien fuese por el estado de sus uniformes o cualquier otra tontería, no hubo mayores daños. Luciano siguió hacia el edificio y de allí a una enorme sala de conferencias en donde ya se encontraban varios hombres.
Mientras ellos discutían, Valentino se había pegado a Luciano que seguía ignorando lo que decía el chico acerca de su desconsideración por haberse marchado dejándolo allí botado, pero finalmente Luciano se hartó.
Luciano le decía aquello unas tres o cuatro veces al día, y aunque Valentino se callaba por un rato, luego volvía a la carga.
Después de eso emprendió una veloz carrera y casi atropella a Dante y Astor que venían llegando. La prisa de Valentino obedecía a que si bien ellos como chicos al fin, tenían temas de conversación limitadísimos y que se circunscribían a: deportes, los que eran aficionados a alguno, trabajo y chicas, Luciano era el único individuo que conocían que jamás hablaba de sus mujeres, y de allí que sujetos como Misael y otros que tenían poco contacto con Luciano, sostuviesen que no era lo bastante humano como para necesitarlas, mientras que otros como Fredo o los Genovesse que sabían que las tenía y por docenas, pensaban que simplemente era una cuestión de caballerosidad llevada a los extremos, y en el caso de Dante y Bianco que lo conocían bien, sabían que las susodichas solo cumplían una función en la vida de Luciano y él odiaba perder tan miserablemente su tiempo hablando de unas criaturas que le importaban poco o nada.
No obstante, Luciano no contestó de forma inmediata, pues estaba hablando por su DTR con Mauro. Mientras esto sucedía, comenzaron a presentarse los demás y Dante elevó una ceja, pues rara vez se reunían todos, o casi todos, ya que estaban ausentes Fredo, Gianpaolo, Piero, Leonardo, Hans y Lisandro, de manera que él hizo rápidas cuentas llegando a una conclusión igualmente rápida, y una vez determinada la razón para aquella fiesta, se relajó, pues la misma no obedecía a ninguna emergencia.
Todos dejaron de hablar o de molestar a los demás, y los que no estaban muy distraídos se extrañaron al ver a Mauro, porque aquel sujeto parecía encadenado a sus ordenadores. Mauro no saludó a nadie y se fue derecho hacia donde estaba un equipo, extrajo algunos de sus juguetes y comenzó a trabajar.
La mayoría ya había tomado asiento disponiéndose a escuchar, así que miraron hacia la pantalla que tenían al frente.
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Editado: 27.03.2022