Punta Dorada, febrero 2012
Como cabía esperar, a Giulio no le sentó nada bien que Vladislav y Cristian pudiesen ver a Damila cuando él ni siquiera había podido asomarse a la habitación, de manera que comenzó a vociferar toda clase de improperios, y finalmente hizo a un lado a Fredo encaminándose hacia la habitación. Con lo que no contó Giulio, fue con la presencia de otro individuo que estaba mucho más furioso que él y con él, y que era también mucho más peligroso, algo que resultaría en su directo perjuicio.
Giulio podía ser muchas cosas, entre ellas muy inteligente y un excelente negociador, el asunto era que se las estaba viendo con uno que no lo era menos, de modo que después de casi media hora de inútil conversación, ya se estaba hartando.
Ciertamente Giulio guardó silencio, pero a la velocidad de la luz extrajo una filosa daga de su bolsillo. Siendo que Ángelo había sido su modelo a seguir y que él se había esforzado tanto en parecérsele, a los quince años Giulio se había hecho con aquel objeto y había comenzado a llevarlo a todas partes con él, y aunque no era la joya artística que Carlo mandase a fabricar para su hijo, era igualmente mortífera.
Sin embargo, no pudo concluir, pues antes de que lo notase, ya Silvano había sujetado su muñeca, le había llevado el brazo hacia la espalda, y ahora lo forzaba a caminar hacia su habitación.
Aunque la última frase no estaba exenta de la arrogancia que caracterizaba a los miembros de su familia, tampoco era que fuese mentira, pues Silvano se había labrado la fama de ser sumamente peligroso en el combate cuerpo a cuerpo sin importar mucho que su oponente contase con cualquier arma en su poder, pues si no la usaba en forma inmediata, y como acababa de decírselo a su primo, eso solo lo conduciría al desastre
Ya para cuando Silvano lo soltó, Giulio estaba más allá de la simple ira y él era malísimo para manejar sus emociones, algo en lo que también Silvano le llevaba ventaja natural y aprendida.
A Silvano no le supuso ningún esfuerzo esquivar el golpe y acomodarle un cortés puñetazo.
Para quien estuviese viendo y escuchando, le habría parecido insólito, pues todo lo anterior había sido dicho mientras se peleaba con Giulio. Fredo solicitó apoyo por su DTR, porque aparte de que ya había sido advertido de la peligrosidad de Silvano, acababa de comprobar que tenía pocas posibilidades de detenerlo, pues al intentarlo, se había rifado un doloroso golpe en el pómulo, y sumado a ello, aquel también era un Del Piero al que no podría detener sin lastimar. La desesperación de Fredo creció al ver que Giulio caía al piso después de un izquierdazo de Silvano.
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Editado: 27.03.2022