Punta Dorada, diciembre 2012
Desde que Ángelo había comenzado a llevar una vida más normal y familiar, y aunque aun solía madrugar para bajar al gym, ya no lo hacía tan temprano como antes. Sin embargo, aquel día y siendo que seguía preocupado por el asunto Gasperi, a las 5 de la mañana ya estaba ejercitándose. Cuando llegó al gym todavía estaban algunos GA allí, pero todos con excepción de Fredo, Lisandro y Gianpaolo, se apresuraron a marcharse quedando solo los antes mencionados. Aunque Fredo y Lisandro tenían la suficiente confianza con Ángelo como para hablarle o incordiarlo mientras se ejercitaba, y a pesar de que normalmente él les habría contestado con su habitual acidez, ese día apenas si abrió la boca, pero si a los chicos les extrañó, no tardaron en entender la razón.
Ángelo sabía que después de tanto tiempo era del todo inútil insistir sobre aquello, pero no dejaba de hacerlo y era casi un ritual. Luego de su áspera respuesta recogió la pequeña toalla con la que se secaba el sudor y abandonó el gym seguido de las risas de aquel par.
Ángelo entró a su habitación y cuando se dirigía al cuarto de baño, la voz de Kelly lo paralizó.
Normalmente Ángelo era muy bueno con las palabras y sin duda la aventajaba en fuerza física, pero cualquier batalla verbal o física con aquella criatura, él la tenía perdida antes de iniciarla, y como en realidad lo que menos le interesaba en aquel momento era estar en otro lugar o en otra situación, se dejó arrastrar por la habitual y violenta pasión que solía quemarlo cuando la tenía en sus brazos.
Mucho más tarde cuando bajó, se encontró a Enzo y a Marino en el comedor.
A pesar de que había una jarra térmica con café sobre la mesa, a aquel par de individuos había que servírselos acabado de salir de la máquina de espresso.
Marino pensó que era una buena cosa que el muchachito aquel no hubiese nacido en la época de Don Giuseppe, porque si bien éste había amado con locura a su único hijo varón permitiéndole muchas libertades, a diferencia del mencionado hijo que dejaba a los chicos expresarse con mucha más libertad de la que se le permitió a él, al pequeño Gianni le habría ido muy mal con Don Giuseppe por inmiscuirse de aquella manera en la conversación de sus mayores.
El que se sintió preocupado fue Enzo, porque él había tenido tiempo suficiente de conocer a Giancarlo y sabía que si había algo que aquel proyecto de hombre llevaba muy mal, era no saber, característica aquella que compartía con Ángelo y con el individuo que posiblemente lo había engendrado, pero a diferencia de Fabiano que solo contó con un reticente Franco para intentar averiguar lo que no le incumbía, Gianni contaba con un mini ejército cuyos miembros eran tan Rossi como Enzo y éste sabía que de Renzo para arriba o para abajo, estaban dispuestos a hacer lo que Gianni dijese; de manera que concluyó que no debió hacer aquel comentario delante de los niños.
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Editado: 24.04.2022