Punta Dorada, enero 2013
Damila no había visto a Gianpaolo cuando salió de su habitación, pero él sí la había visto a ella, aunque no se había movido de su lugar, también escuchó la breve discusión con Fredo y maldijo en todos los tonos al necio aquel, pero no se contentó con eso, sino que decidió expresárselo en forma directa.
Fredo aun demoraría un poco en comprender el significado de las palabras de Gianpaolo, reforzando con ello la opinión de este en el sentido de que Fredo lo que necesitaba con urgencia era un cerebro.
Fredo entró a la cocina y después de fastidiar a su madre y a Rosa, estaba por llevarse la taza de café a la boca cuando lanzó una exclamación muy grosera que hizo que ambas mujeres y las dos empleadas que estaban en ese momento allí, enrojecieran; dejó la taza sin probar y echó a correr como si lo estuviesen persiguiendo. Llegó a la puerta de la habitación de Giulio cuando Gianpaolo estaba golpeándola, y justo en el momento en el que Giulio mandaba al demonio a quien estuviese llamando con palabras difíciles de ubicar en cualquier diccionario. Fredo iba a abrir cuando Gianpalo lo detuvo.
Gianpaolo había esperado el tiempo que consideró prudente y suficiente como para que Damila despertase a Giulio, antes de llamar, y ahora que lo había hecho y por la reacción de éste, decidió alejarse unos pasos arrastrando a Fredo con él. Apenas un momento después salió Damila y corrió hacia su habitación. Gianpaolo no perdió el tiempo y la siguió mientras Fredo entraba a la de Giulio chocando violentamente con él.
En ocasiones Fredo podía ser lento para comprender, especialmente si el asunto en cuestión tenía que ver con el corazón, pero el tema Damila era uno que había discutido hasta el cansancio con Giulio. Fredo era franco y directo, tanto que carecía por completo de delicadeza, de modo que conociendo a su amigo, le había dicho sin adornos que no iba a pasarse la vida sirviendo de cortafuegos cada vez que él perdiese la cabeza con Damila, pero Giulio lo había hecho jurar que así tuviese que golpearlo, evitaría que se pasase de la raya con su novia. A Fredo aquello le parecía una soberbia estupidez y así lo había manifestado, pues aquella era la conclusión natural de toda relación de pareja, pero Giulio insistía en que Damila estaba muy joven aun y no quería hacerle daño. Con las cosas así, Fredo la había tenido muy difícil y se había peleado con el necio aquel una indecente cantidad de veces, y casi más que cuando eran niños. Sin embargo, en las últimas semanas y a raíz de todo lo que había estado ocurriendo, la parejita había tenido poca oportunidad para estar a solas, y aunque eso también había tenido a Giulio casi enfermo, Fredo había tenido un descanso, pero quizá justamente por eso, ahora Giulio estaba más furioso de lo habitual e intentó golpear a Fredo. No era que esto último no hubiese ocurrido con anterioridad, la diferencia estuvo en que en esta ocasión a Fredo de nada le valieron las palabras, y con mucho pesar tuvo que acomodarle un derechazo a Giulio que fue lo que le devolvió la cordura.
Fredo se rascó la cabeza y pensó que por ese camino no iban a llegar a ninguna parte, y de hecho, en su opinión, habían llegado al final del mencionado camino.
Giulio lo miró como si hubiese perdido el juicio y Fredo no entendía por qué, especialmente, porque en su opinión quien lo había perdido había sido él, y desde hacía mucho. También convenía y siempre había sido así, en que pensar en matrimonio y en atarse a una sola mujer para toda la vida, era un signo evidente de lo anterior, pero como sabía que Giulio ya había firmado esa sentencia, no tenía caso seguir esperando.
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Editado: 24.04.2022