Punta Dorada, enero 2013
Ángelo había decidido dejar que Damila se desahogase un poco antes de intentar nada, aunque los presentes no estaban muy seguros si lo hacía por consideración, o porque simplemente no tenía ni idea de cómo abordarla, y en el caso de Gianpaolo y Enzo por ejemplo, que ya la conocían bastante, juzgaban improcedente meterse. Cuando Giulio y Nino llegaron, Ángelo intentaba hacerse escuchar por Damila, de modo que Giulio se unió a la cruzada mientras que Nino y viendo que nada podía hacer, se fue a ver a Ana a quien Enzo había conducido a otro salón en la creencia de que era mejor alejarla de Damila, y la había dejado con Camelia.
Estaba vociferando Damila haciendo que tío y sobrino se mirasen con consternación y pensando que iba a comenzar a reclamarles, pero ella enfiló sus baterías hacia Gianpaolo, aunque ninguno de los GA presentes quedaría excluido.
Ángelo no estaba muy seguro que fuese buena idea decirle aquello, pero pronto comprendió su error.
Sin embargo, un momento después se detuvo de súbito y miró a Ángelo con lo que éste se preparó para casi cualquier cosa.
Le dio la espalda buscando su mochila que había terminado bajo un aparador, después de volcarlo cuando ella la lanzó, así que estaba bajo los restos del jarrón que se había hecho añicos. Sin embargo, hallarla no le sirvió de nada, pues lo que ella buscaba era su móvil olvidando que se lo había prestado a su amiga.
Sin embargo, Alessandro no pudo decir nada o al menos no a Ángelo, porque en ese momento escucharon un golpe y un grito enfurecido, y al volverse, vieron que Damila había lanzado el móvil que se había estrellado contra el vidrio de una vitrina. Ángelo agradeció que Kelly no estuviese allí, porque aparte del susto, y suponiendo que pudiese manejarlo, entonces se habría molestado mucho con su hija por la destrucción que estaba causando, especialmente la última, porque había roto varias figuras de porcelana que Ángelo sabía había comprado ella misma. Finalmente, y cuando Enzo regresó con lo que Alessandro le había pedido, éste avanzó, y sujetando a Damila con poca ceremonia obviando los gritos de ella, y la condujo hasta uno de los salones.
Y las cosas iban a empeorar mucho, porque cuando Damila vio la aguja, comenzó a gritar con más ahínco. De pequeña, Damila había temido a muchas cosas, pero los dos temores que habían sobrevivido a la niñez, eran el temor a la oscuridad y el que le tenía a las agujas, algo que Giulio recordó de sus visitas al odontólogo.
Él había estado inmóvil, aunque no se sabía si porque entendía lo que estaba sucediendo, o por lo contrario.
Sin embargo, y aunque Gianpaolo era un hombre y alguien mucho más fuerte que ella, no era la fuerza, sino la inquietud lo que estaba causando problemas, de modo que Fredo se animó a intervenir, y mientras Gianpaolo la inmovilizaba a ella sujetándola contra su cuerpo, Fredo inmovilizaba su brazo.
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Editado: 24.04.2022