La Isla-Punta Dorada, febrero 2013
Giulio y Damila despertaron tarde el domingo, así que tomaron un desayuno ligero y bajaron a la playa; después de eso regresaron para almorzar, descansaron un rato, y aunque Giulio quería dar un último paseo por la isla, Silvano lo detuvo.
Siendo que ambos sabían lo poco que gustaba a Damila volar, hacerlo en condiciones desfavorables estaba fuera de consideración, y por otra parte, Giulio debía estar en Punta Dorada al día siguiente sin falta para una reunión importante y no podría quedarse esa noche en la isla, de manera que cambió sus planes y le dijo a Damila que regresaban de inmediato. No obstante, y a pesar de las precauciones de Silvano, igual tendrían que hacer frente a los problemas climáticos.
Aquella petición obedecía lógicamente, a que habían detectado en el radar de la aeronave, la actividad climatológica desfavorable. La torre autorizó la modificación del rumbo y fueron transferidos a control DF. Sin embargo, el mal tiempo parecía decidido a alcanzarlos de una u otra manera y Silvano emitió una muy grosera exclamación.
Aunque ciertamente él sabía eso, igual no veía motivos para la preocupación de su compañero a quien además tenían como uno de los mejores pilotos del equipo. De lo que Evander no estaba enterado, era de la aversión de Damila a volar y que era lo que en realidad preocupaba a Silvano. Sin embargo, éste tampoco se lo aclaró, sino que se quitó los auriculares y levantándose de su asiento abandonó la cabina dejando a Evander preguntándose qué demonios le sucedía. Todos ellos sabían que Silvano era el ser menos inclinado a preocuparse por nada, de manera que aquel repentino ataque lo había desconcertado. Silvano por su parte y una vez que abandonó la cabina, se fue derecho a hablar con Damila.
Damila compuso expresión de angustia y él invirtió unos minutos en explicarle el por qué, de lo que acababa de decirle, así como también en asegurarle que aquella aeronave era muy segura y podrían atravesar la tormenta sin mayores daños. Después de eso se puso de pie y miró a Giulio.
Dicho esto volvió a su lugar mientras que Gianpaolo arrastró a Fredo para cambiar de sitio y ocupar los asientos frente a la pareja. Fredo había estado en desacuerdo, pero pronto entendería lo acertado del asunto, porque en cuanto el avión comenzó a moverse en forma amenazante, Gianpaolo se lanzó a hablarle a Damila de mil un cosas para distraerla, y aunque tuvo en éxito limitado, algo era algo.
No obstante, las cosas iban a complicarse, porque cuando ya llevaban mucho tiempo meciéndose de aquella infernal manera, en opinión de Damila, un rayo alcanzó el fuselaje haciendo que la aeronave perdiese aún más estabilidad y que ella emitiese un grito agudo, aunque no sabía lo que había sucedido.
Ambos GA que sí lo sabían, se miraron, porque, aunque estaban al tanto de que Silvano era un gran piloto, algo que le habían escuchado decir incluso a Luciano, también sabían que aquello era un poco más problemático debido a que si bien la habilidad de los pilotos era un factor importante, por mucho que la tuviesen, y aunque las aeronaves estuviesen diseñadas para resistir ciertos embates del tiempo, no podían permanecer por largos períodos sin registrar daños estructurales peligrosos. Sin embargo, Gianpaolo decidió que Damila no tenía por qué saber aquello, y lo que sí era importante que supiese, era que estaban en las mejores manos.
Él no sabía si ella lo había escuchado o no, porque Damila tenía la cabeza enterrada en el pecho de Giulio que la tenía abrazada. Aquello se prolongó por unos minutos más y luego el avión fue recobrando la estabilidad, aunque no del todo, pero un poco después y cuando Silvano anunció que estaban por aterrizar, los chicos agradecieron en silencio que así fuese o Damila sufriría un colapso.
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Editado: 24.04.2022