Punta Dorada, julio 2013
Aunque en los últimos años Ángelo comía y descansaba mucho mejor, y más de lo que lo había hecho en toda su vida, seguía despertando con extraordinaria rapidez al escuchar o sentir cualquier cosa, de manera que abrió los ojos en cuanto sintió que Kelly se movía.
Aquello era lo único que solía denotar su reciente sueño, pues cuando acababa de despertar, su cerebro parecía imposibilitado de enviar la orden de traducir sus pensamientos y sus primeras palabras siempre eran en italiano.
Suponiendo que no lo hubiese olvidado, lo haría al ver el cuerpo desnudo de su mujer, pero sus palabras anularon cualquier posibilidad que hubiese tenido en mente, pues aquel día se efectuaría el matrimonio civil de Giulio y Damila. Ángelo cerró los ojos, pero no para dormir, sino para prepararse para el seguro caos que sería aquel día, algo que comenzó muy pronto al escuchar que llamaban a la puerta con molesta insistencia. A pesar de que ya los niños estaban más grandes y hacía mucho que Gianni no irrumpía en su habitación a medianoche, él había adoptado la costumbre de colocar el pasador, pues aunque lo anterior era cierto, no quería verse en una situación embarazosa si Gianni decidía, por cualquier motivo, presentarse en su habitación en algún momento poco apto para sus ojos, como el de la pasada noche. Murmurando una maldición hizo a un lado las sábanas, buscó el pantalón de su pijama y después de colocárselo, fue a abrir.
La pregunta era por demás lógica, porque aquel individuo no solía levantarse temprano si no había necesidad.
Ángelo lo miró y sintió el violento deseo de acomodarle un buen golpe en la cabeza, porque había venido escuchando la misma pregunta durante las últimas dos semanas. Sin embargo, comenzó a contar en reversa antes de arriesgarse a abrir la boca.
Y realmente no requería de mayores explicaciones, porque recordó que ninguno de los chicos mayores había estado a la hora del almuerzo, algo que a él no había extrañado mucho, al menos en el caso de Giulio y Nino, porque suponía que el primero estaba dejando la menor cantidad de cosas pendientes. En el de Iván tampoco, porque un día antes había ido a visitar a unos amigos aprovechando su estadía y debía andar en lo mismo. Y los chicos Rossi iban y venían constantemente, así que tampoco era tan extraña su ausencia. Sin embargo, la pasada noche él se había llevado a Kelly a cenar fuera, en un intento de que descansase un poco, pues en el último mes apenas si había podido pasar algún tiempo con ella que parecía sumamente atareada, aunque él no sabía exactamente en qué y seguía preocupándole su salud, pero el asunto era que cuando habían salido, aun ninguno de los anteriores había portado por la mansión. No obstante, ellos se marcharon y no regresaron hasta muy tarde, así que no se había enterado de dónde habían estado todos hasta ese momento en el que Giulio estaba relatando lo sucedido.
Según lo que le estaba diciendo, sus primos le habían organizado una despedida de soltero en toda la regla, pero sabiendo que no tenían ni la más mínima posibilidad de hacerlo salir en la noche, Domenico se había encargado de hacerlo ir al club con el pretexto de tener algo importante que discutir con él mientras almorzaban, y luego no lo habían dejado marchar.