Destino de Sangre (libro 12. La Boda)

Cap. 14 Malas noticias

 

El Valle, julio 2013

Camilo Molinaro no se había casado nunca, porque él veía y sentía su profesión como una especie de apostolado al que había dedicado su vida, y en esta no había cabida para una esposa. Aunque no había tenido la triste de experiencia de Alessandro, sostenía una opinión parecida a la de él en ciertos aspectos, como por ejemplo, en el hecho de que pensaba que las mujeres eran criaturas muy demandantes y él no tenía tiempo ni disposición para ello. Sin embargo, lógicamente había mantenido relaciones con algunas chicas, que no se prolongaban mucho en el tiempo, precisamente por la escasez del mismo, así que ellas terminaban por cansarse y normalmente él ni cuenta se daba de cuando una relación había finalizado.

A pesar de todo lo anterior, hacía ya varios años atrás, Camilo se había involucrado con una chica del todo inadecuada, pues era una enfermera del área de cirugía, y según su credo, el personal estaba fuera del abanico de posibilidades. No obstante, aquello había comenzado el día que el padre de Camilo había muerto, algo que había aprovechado la susodicha, diligentemente, para conseguir lo que ninguna de sus compañeras había podido. Como Camilo había pasado varios días muy deprimido y bebiendo mucho, ella siguió aprovechándose de esa circunstancia, pero en cuanto Camilo recuperó el buen juicio, lo primero que hizo fue rescindir el contrato de la chica, pero siendo que se sabía responsable de haber transgredido una de sus propias normas, le consiguió colocación en otro centro asistencial.

Todo habría quedado hasta allí de no ser, porque unos meses después, ella lo llamó y le dijo que estaba en problemas y que necesitaba ayuda. Camilo no era una mala persona, y aunque no había tenido ningún interés en volver a verla, aceptó hacerlo. La sorpresa vino cuando se encontró con ella y notó que estaba embarazada, pero más allá de eso, enterarse que él era el padre. Inicialmente se había negado a creerlo, pero pensó que habría sido muy necio de parte de ella intentar engañarlo, sabiendo que era un médico con todos los recursos a su alcance para asegurarse de aquello. Una vez superada la sorpresa y siendo que él nunca había querido ser padre, no tenía ni la más mínima idea de qué hacer, pues el embarazo estaba muy avanzado como para interrumpirlo, algo esto último que formaba parte de la cotidianidad de Camilo, pues poseía otra clínica cuya actividad principal era aquella. Sin embargo, si pensó que aquel era todo el problema no estaba ni cerca, porque luego de informarle esto, Emilia, que era el nombre de la enfermera, agregó una información mucho más preocupante y de la que él no tenía ni la más remota idea.

  • Es posible que lo encuentres muy duro, pero yo no planee esto y quiero pensar que tú tampoco, aun así y como no me participaste esto a tiempo, lo único que puedo hacer ahora es comprometerme a hacerme cargo de la manutención del chico
  • Tendrás que ocuparte de algo más que de cubrir sus gastos, Camilo, porque quiero que en cuanto nazca, te lo lleves muy lejos
  • ¡¿Qué?! – había preguntado con horror
  • Necesito que me escuches con atención

Camilo intentó calmarse y prestar la atención que ella estaba pidiendo, pero cuando finalizó su relato, él habría querido estar a muchos kilómetros de allí y de preferencia en algún otro planeta, porque ella le había dicho que tenía otro hijo que estaba por cumplir cinco años, algo que lo sorprendió, pero el nombre del padre lo horrorizaría, porque se trataba de Giacomo Tornattore, uno de los hijos de Genaro. Esto aparte de terrible en sí mismo, por tratarse de quien se trataba, Camilo sabía que aquel sujeto estaba casado y no precisamente con Emilia. A final de cuentas, ella lo que quería era alejar al bebé que venía en camino de aquella gente, porque según lo que le dijo a Camilo, Giacomo si bien no veía a su hijo, se encargaba de su manutención, ella sabía que tenía a alguien vigilándolo, y le había dejado claro a Emilia que en cuanto fuese algo mayor, se lo llevaría.

Al final de aquella reunión, Camilo se hallaba en estado de shock y había demorado un par de días en asimilar todo aquello, pero después de eso se había ido derecho a hablar con la única persona a la que podía confiarle algo así. Don Carlo Del Piero.

Carlo lo había escuchado sin interrumpirlo, y cuando había concluido, le había hecho solo una pregunta.

  • ¿Qué quieres hacer?
  • Ese niño que viene en camino es mi hijo y…
  • ¿Estás seguro de eso?
  • No, pero ella no me habría mentido sabiendo que es algo de fácil comprobación
  • Entonces quieres quedártelo
  • Pues… sí
  • Bien, entonces todo lo que tienes que hacer es cogerlo en cuanto nazca y ya
  • Don Carlo, aunque yo haya cometido una estupidez, no soy estúpido, ella seguirá siendo su madre y el otro chico su hermano, de manera que necesitaré una garantía de que nunca puedan acercarse a mi hijo, alguna clase de protección legal.
  • Bambino – dijo Carlo después de mirarlo por un largo tiempo – la única garantía en ese sentido y según mi experiencia, es que desaparezcan por completo
  • ¡No! – exclamó Camilo

Sin embargo, después de mucho discutir, Carlo había levantado el teléfono y un momento después Ángelo hacía acto de presencia, y después de ponerlo al corriente, él aportó otra posible solución.

  • Como dijo tío Carlo, lo ideal es hacerlos desaparecer a todos, Camilo
  • Pero…
  • Espera – lo detuvo – porque hay otros modos de hacerlo, pero debemos contar con la discreción de la chica
  • Ninguna mujer es discreta, figlio – dijo Carlo, pero Ángelo continuó
  • Podemos arreglar su muerte y luego sacarlos del país, darle otras identidades y después de un tiempo, pueden regresar si eso quieres




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