Punta Dorada, julio 2013
Si para Ángelo el día no había iniciado bien, para Damila tampoco, pues estaba furiosa con su futuro esposo, y no tanto por la ausencia del día anterior, sino por el hecho de que hubiese bebido en exceso. En líneas generales, a Damila no le gustaba la bebida, pero en el caso particular de Giulio, seguía pensando que aquello era especialmente dañino, de manera que a eso obedecía su ira. Era verdad que no le hacía ninguna gracia pensar que Giulio hubiese podido pasar la noche con alguna descocada, pero, aunque Fredo había reconocido que había muchas chicas en la despedida, también le había jurado por todo lo imaginable que Giulio no les había prestado atención, y por algún motivo ella le creía.
Una vez superado esto y después de hablar con su madre, su ánimo había mejorado un poco y ya no tenía deseos de apalear a Giulio, lo que contribuyó en gran medida a que el resto de las féminas se mostrasen menos agresivas con sus parejas, pero pudo hacer poco en el caso de Sara que seguiría muy molesta con Iván hasta mucho después.
Los niños por su parte y a quienes no interesaban los posibles problemas de pareja de sus mayores, se habían pasado la mañana molestando a Gianni por el asunto de los anillos.
Aunque aquello podía parecer injusto desde que todos habían estado fastidiando lo mismo, en realidad Franco era el más hablador, de manera que fue el destinatario de la ira de Gianni, pero como no había nada en el mundo que importase menos a este curioso personaje, siguió dando la lata hasta que la dulce Amelia le acomodó un inesperado porrazo.
Sin embargo, como ya tenía suficiente edad para saber, que aunque su prima pareciese un chico, no lo era y no podía golpearla, se contentó con mirarla muy mal.
Dino y Aureliano se movieron con rapidez para atajar a Amelia que ya iba derecha a clavarle otro golpe a Franco. En general todos pensaban que aquel cretino se merecía todos los golpes del mundo, porque nunca podía callarse, pero prefirieron evitar males mayores de momento.
Gianni no hizo preguntas, sino que se encaminó hacia la puerta, pero apenas salió, los chicos detuvieron a Renzo y a Amelia que ya iban tras él.
Como Gianni estaba de pésimo humor, para extrañeza de Enzo no dijo ni media palabra en el trayecto, sin embargo, ante la tardanza para ser recibido, se giró hacia Enzo.
Gianni arrugó el entrecejo en un gesto harto familiar para Enzo, pero volvió a acomodarse en el sillón hasta que Giove asomó la cabeza.
Enzo lo acompañó hasta la puerta del despacho, pero no entró, sino que después de hacerlo pasar, se marchó. Gianni volvió a juntar las cejas al ver a la pareja, pues Enzo no había mencionado a Kelly, y al mismo tiempo hacía un rápido repaso mental de sus últimas actividades preguntándose por cuál de ellas había sido llamado.