Punta Dorada, julio 2013
Normalmente la pareja de contrayentes cuando llega el momento de abandonar la recepción, lo hacen directo a subirse a un avión rumbo a su viaje de bodas, pero dadas las particulares condiciones que rodeaba a aquella, y si bien efectivamente Giulio había planeado el más hermoso viaje que había podido, no lo emprenderían de forma inmediata. Damila no sabía prácticamente nada del asunto, porque Giulio se había negado a hablarle de ello alegando que era una sorpresa, de manera que lo único que tenía claro era que no partían ese mismo día, razón por la cual no tenían ningún apuro en abandonar la recepción. No era que a Damila la entusiasmase de forma especial ninguna fiesta, pero aparte de que aquella era la de su boda, rara vez se daba el caso de tener a su familia casi completa y reunida en un mismo lugar.
Aunque Giulio no había tenido verdaderos amigos, fuera de Fredo y Luciano a quienes no veía como tales, sino como parte de su familia, igual había nacido con facilidad para relacionarse, aunque eso no lo hacía confiar en nadie, de manera que había estado compartiendo primero con los Gianetti a quienes no veía desde el funeral de su madre. Siendo que Giuio había sido el único hijo de Pierina, su hermano Rafaello intentaba mantenerse en contacto con él y casi sufre un colapso cuando lo creyeron muerto, y otro cuando recibió la visita de Dante para partciparle que no era así, de modo que estaba muy contento de verlo bien y feliz. Giulio también dedicó unos minutos a sus primas a las que había visto mucho menos que a su tío en toda su vida, pero en las que los chicos Rossi parecían muy interesados, así que después de haber hecho las presentaciones, los había dejado con ellas. Después de eso se había ido a desplegar todo su encanto con los Del Moral, quienes estaban fascinados con él.
En aquel momento Giulio era el centro de atención en la mesa de los Del Moral que reían de algo que él había dicho.
Ángelo miró a su sobrino recordando a su padre por una parte, y por la otra, que el desaparecido Carlo Giovanni, Domenico, Giulio y ahora Silvano, eran los más parecidos físicamente a Don Carlo, mientras que de sus hijos y paradójicamente, el que guardaba mayor similitud con él era el que no habían sabido que lo era hasta hacía relativamente poco. No obstante, también pensó que si bien había una enorme coincidencia en los rasgos, no así en los caracteres, y en su opinión el que más se acercaba era el que menos contacto había tenido con Don Carlo, pues para Ángelo, era Silvano.
Era verdad que como había dicho en una oportunidad, Silvano tenía un poco de todos, pero este chico exhibía una alegría desbordante, un entusiasmo casi infantil por todo lo novedoso, y era algo que asociaban a los gemelos Del Piero; había demostrado, a muy temprana edad, que también poseía un cerebro criminal capaz de organizar con muy poco esfuerzo toda una red de apuestas y era tremendamente hábil en el juego de póker, cosas que caracterizaban a su progenitor; cuando Giulio desapareció, Silvano demostró una enorme capacidad organizativa, así como ser poseedor de la memoria absoluta, como se especificaba en su evaluación psiquiátrica, y sin duda tenía una habilidad superior para litigar, aunque dijese que no era así, cosas que caracterizaban en parte a su abuelo Carlo Domenico y otras al mismo Ángelo; pero también poseía el encanto que había caracterizado a Gianni y la capacidad para atrapar la atención de grandes grupos; así como también podía exhibir, en muchas ocasiones y si lo molestaban mucho, la acidez y la volatilidad de Nicola, aunque no su estupidez. Hasta allí todo estaba bien y se correspondía con características que habían definido a Don Carlo todas ellas, pero Silvano había nacido con otras habilidades que ciertamente, y hasta donde Ángelo sabía, su padre no había poseído, como por ejemplo la innegable capacidad de Silvano para los deportes extremos, aunque Biano también la tenía, o su inclinación y talento musical que con quien lo compartía era con él mismo, pero ninguno de los dos con Don Carlo.
No obstante, esas dos últimas cosas, y aunque Ángelo no lo sabía, les habían sido legadas por parientes mucho más lejanos en el tiempo y de los que ni él ni nadie sabía prácticamente nada. En el caso de la música, se lo debían a Francesca Mazzini quien fuera la abuela de Guido Del Piero, por una parte, y por la otra, a Paulo Del Piero, quién viviese en una época muy anterior a la suya y que fue un apasionado del piano. Y en el de los deportes hoy conocidos como extremos, a Nicola Emilio, hijo mayor de Nicola Gabrielle, último Del Piero en ostentar el poder en Sicilia.
Cuando estaban a solas, Guido siempre lo llamaba bambino, y Ángelo nunca se había cuestionado los motivos, pero ahora fue dolorosamente consciente de que faltando Gianni que era el menor de su generación, él había pasado automáticamente a ser el bambino y Guido había comenzado a llamarlo así en casi cualquier circunstancia sin importar quién estuviese presente.