Punta Dorada, julio 2013
Una vez que habían hecho el recorrido y que Piero había informado que estaba subiendo a Ángelo a la nave, los GA se disponían a abandonar el lugar cuando Fabrizzio llamó a Luciano y él se encaminó hacia donde estaba su compañero, pero al llegar elevó las cejas.
Aquello se debía a que estaba viendo el cuerpo de Mario Chessi, el GA de Nicola y sin duda estaba agonizando, así que se inclinó sobre él mientras esperaba lo que acababa de solicitar.
Sin embargo, aquello era inútil, porque la sangre salía a borbotones por su cuello.
Fabrizzio y Bruno se miraron y dudaron en decir lo que tenían que decir, pues conocían lo suficiente a Luciano como para saber que justo en aquel instante estaba en su peor momento, de manera que Bruno se metió la mano al bolsillo y extrayendo un móvil se lo pasó a Luciano. Aquello no contestaba de ninguna manera la pregunta que había hecho, o al menos no de la forma usual, pero las implicaciones de eso eran inaceptables para Luciano.
No obstante, Luciano le hizo un gesto con la mano indicándole silencio. Miró de nuevo a Mario, pero él tenía la mirada desenfocada, y aunque era evidente que intentaba decir algo, no podía y en realidad ya no podría, porque unos segundos después había dejado de existir.
Aunque ni Fabrizzio ni Bruno pudieron decir nada y en realidad Luciano no tenía ninguna certeza, cuando se levantó y se giró, tanto los que estaban a su lado como los que se estaban acercando, quedaron paralizados, pues la expresión de aquel individuo y a pesar de que ellos llevaban ya mucho tiempo conociéndolo, se les antojó la misma que debían tener los demonios de algún hipotético infierno.
Se subieron al helicóptero y el corto trayecto se realizó en opresivo y absoluto silencio que no fue alterado sino por la breve comunicación con la torre de control para anunciar su arribo, así que los chicos agradecieron mentalmente que el piloto fuese Damian y no Valentino por ejemplo, o las cosas habrían podido ponerse mal. Sin embargo, aún les faltaba hacer frente a la peor parte y era una bomba de proporciones incalculables la que estaba por explotarles en la cara.
Los primeros en ser trasladados a la base habían sido Fredo e Iván, y como Giulio había ido en ese grupo junto con algunos de los parientes de Kelly, se ocupó en primer término de tranquilizar a las Del Moral que estaban al borde de la histeria, para esto contó con la ayuda de Carmelo que después de asegurarse que sus objetivo quedaba a buen resguardo, había vuelto al club en el helicóptero que había transportado al segundo grupo. En este venían Nicola, Domenico, los Argento y los Molinaro, pero mientras los primeros eran conducidos a una de las salas, los Molinaro fueron conducidos a la unidad médica a pedido de ellos mismos.
En el tercer grupo iba Kelly, y sus parientes se alegraron al verla, pero ella apenas si se quedó el tiempo suficiente para asegurarse de que todos estaban bien, aunque se sintió preocupada al no ver a Fernando, pero tenía prisa por saber qué había sucedido con su hijo, así que se excusó y fue conducida por Bianco hasta la unidad médica, aunque tendría que esperar, pues Javier y Camilo aún estaban atendiéndolo.
El próximo grupo en llegar había sido en el que venían los niños, Luigi, Vladislav, las chicas Rossi y las Gianetti, pero Francesca y Ana venían con un ataque histérico, solo que obedecía a cosas diferentes. Nino había tenido que dejar a su esposa en manos de las Rossi, porque al igual que todos los jefes de cada familia, sería conducido a la sala situacional donde el GA les daría el primer informe y las próximas acciones a seguir, mientras que Vladislav había decidido que la mejor forma de calmar a su novia era informándose acerca de lo que la tenía tan alterada, la cuestión era que a quien acudió fue a la peor persona que pudo haber escogido.
Luigi no era conocido por su simpatía precisamente y básicamente nadie era acreedor a la suya, de manera que se giró, miró a Vladislav de arriba abajo con la clase de mirada que incomodaba a media humanidad y se limitó a elevar una ceja como preguntándose por qué razón aquel individuo se dirigía a él.