Punta Dorada, enero 2014
Aunque en el pasado Luigi solía tener los mismos hábitos de sueño que desarrollan aquellos cuyas actividades se dan en las noches, desde hacía mucho tiempo que había adoptado unos más normales y había resultado bastante madrugador. Sin embargo, ese día a pesar de haber despertado relativamente temprano teniendo en cuenta que se había acostado muy tarde, se quedó un rato más largo en la cama, pero una vez que el problema que su cerebro intentaba resolver, estaba solucionado, se levantó con rapidez y unos minutos más tarde estaba terminando de abotonarse la camisa cuando escuchó unos golpecitos en la puerta.
A Luigi no lo convenció mucho aquello, porque si bien en verdad él hablaba más con Damila y con Kelly que con cualquier otro miembro de la familia, eso no explicaba aquella temprana visita.
A pesar de que los años de convivencia con Luigi eran pocos y Damila pensaba que lógicamente no lo conocía tan bien como sus parientes, una de las primeras cosas que había aprendido de él, era su tendencia a resolver todo aquello que encontraba injusto, inapropiado o perjudicial en cualquier sentido, en forma violenta; y era algo que había aprendido con la despiadada paliza que había sufrido Michel, el bailarín que pretendía llevarla a Europa. De modo que por lo anterior y sabiendo como sabía ahora que Aleksandra estaba allí, temió por el futuro de la chica, pues si ella sabía quién era Aleksandra, sin duda Luigi siendo uno de los hombres de la familia, lo sabría mucho mejor.
Luigi guardó un largo silencio mientras Damila se esforzaba en ver más allá de la verde y helada mirada. Aquella era una característica de Luigi que a pesar de la opinión que sustentaba Damila con relación a sus sentimientos, aun la descomponía mucho y se lo había comentado a su madre, pero Kelly con un poco más de criterio, le había dicho que tal vez el largo ejercicio de Luigi para ocultar sus sentimientos, había hecho que su mirada perdiese calidez.
Por primera vez en todo el tiempo que llevaba conociéndolo, por unos segundos Luigi mostró auténtica sorpresa, y aunque Damilia intentaría aprovecharlo, él se había recompuesto enseguida.
Aunque la expresión y todo en él seguía semejando una fría estatua de mármol, el furioso conflicto interior amenazaba con derrumbar el férreo control que estaba ejerciendo sobre sus tormentosas emociones. Por supuesto Damila había estado acertada, porque desde que Luigi escuchase el venenoso de discurso de Nicola la noche anterior, había estado furioso y antes de irse a dormir había acosado a Hans en busca de información, pero como el GA no estaba autorizado a darle ninguna, Luigi había estado planeando diversos cursos de acción, pues en su opinión y si bien no sustentaba la misma de Nicola con relación a Ángelo, sí le parecía un enorme error poner a aquella peligrosa criatura cerca de Damila.
Posiblemente aquel sería el momento en el que más cerca estaría Luigi de sufrir un colapso, porque entre la ira, la preocupación por el peligro que ella corría, y aunque éste solo estuviese en su cabeza, y el sincero afecto del que había hecho objeto a Damila como la hermana que sus padres no le habían dado, en verdad estaba a punto de colapsar. No obstante, Damila debió percibirlo, porque se acercó de nuevo a él y sujetó su rostro.
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Editado: 26.06.2022