Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 29 Luigi

 

Punta Dorada, enero 2014

Aunque en el pasado Luigi solía tener los mismos hábitos de sueño que desarrollan aquellos cuyas actividades se dan en las noches, desde hacía mucho tiempo que había adoptado unos más normales y había resultado bastante madrugador. Sin embargo, ese día a pesar de haber despertado relativamente temprano teniendo en cuenta que se había acostado muy tarde, se quedó un rato más largo en la cama, pero una vez que el problema que su cerebro intentaba resolver, estaba solucionado, se levantó con rapidez y unos minutos más tarde estaba terminando de abotonarse la camisa cuando escuchó unos golpecitos en la puerta.

  • Avanti
  • Buenos días – saludó Damila haciendo que Luigi se asomase con rapidez y extrañeza a partes iguales
  • ¿Sofía? ¿Estás bien?
  • Creo que lo que ya no está bien es eso de llamarme Sofía,  porque…
  • Olvida eso y dime qué te sucede
  • Nada, solo quería hablar un momento contigo

A Luigi no lo convenció mucho aquello, porque si bien en verdad él hablaba más con Damila y con Kelly que con cualquier otro miembro de la familia, eso no explicaba aquella temprana visita.

  • Sofía, si el bambino
  • G no tiene nada que ver en esto – lo interrumpió ella – y en realidad lo que quiero, más que decirte es pedirte algo
  • ¿Y es?

A pesar de que los años de convivencia con Luigi eran pocos y Damila pensaba que lógicamente no lo conocía tan bien como sus parientes, una de las primeras cosas que había aprendido de él, era su tendencia a resolver  todo aquello que encontraba injusto, inapropiado o perjudicial en cualquier sentido, en forma violenta; y era algo que había aprendido con la despiadada paliza que había sufrido Michel, el bailarín que pretendía llevarla a Europa. De modo que por lo anterior y sabiendo como sabía ahora que Aleksandra estaba allí, temió por el futuro de la chica, pues si ella sabía quién era Aleksandra, sin duda Luigi siendo uno de los hombres de la familia, lo sabría mucho mejor.

  • Luigi, aunque te esfuerzas en ser desagradable y en hacer que los demás piensen que no tienes un corazón, yo sé que lo tienes y que me aprecias – en este punto Luigi juntó las cejas, pero ella continuó – y aunque no fuese así, sé que quieres a G y a Pa, porque no he olvidado que cuando ordenaste apalear a Michel, me dijiste por qué lo habías hecho, y una de las razones era esa. Es por eso que creo sin temor a equivocarme, que estás pensando que Nikita merece morir, pero no es así, porque de no ser por ella, hoy quizá no podríamos estar teniendo esta conversación – hizo una pequeña pausa y sujetó sus manos – Lo que quiero pedirte es que no intentes nada en su contra, porque si lo haces, aparte de estar cometiendo una injusticia, me causarías un enorme pesar y no solo por ella sino por ti

Luigi guardó un largo silencio mientras Damila se esforzaba en ver más allá de la verde y helada mirada. Aquella era una característica de Luigi que a pesar de la opinión que sustentaba Damila con relación a sus sentimientos, aun la descomponía mucho y se lo había comentado a su madre, pero Kelly con un poco más de criterio, le había dicho que tal vez el largo ejercicio de Luigi para ocultar sus sentimientos, había hecho que su mirada perdiese calidez.

  • Regresa a tu habitación, Sofía – le dijo intentando recuperar sus manos, pero Damila no cedió – Si el bambino te encuentra aquí…
  • G sabe que estoy aquí – puntualizó

Por primera vez en todo el tiempo que llevaba conociéndolo, por unos segundos Luigi mostró auténtica sorpresa, y aunque Damilia intentaría aprovecharlo, él se había recompuesto enseguida.

  • Bien, pero ya me dijiste lo que querías decir
  • Sí, pero aún no me has dicho lo que quiero escuchar

Aunque la expresión y todo en él seguía semejando una fría estatua de mármol, el furioso conflicto interior amenazaba con derrumbar el férreo control que estaba ejerciendo sobre sus tormentosas emociones. Por supuesto Damila había estado acertada, porque desde que Luigi escuchase el venenoso de discurso de Nicola la noche anterior, había estado furioso y antes de irse a dormir había acosado a Hans en busca de información, pero como el GA no estaba autorizado a darle ninguna, Luigi había estado planeando diversos cursos de acción, pues en su opinión y si bien no sustentaba la misma de Nicola con relación a Ángelo, sí le parecía un enorme error poner a aquella peligrosa criatura cerca de Damila.

  • ¿Luigi? – insistió Damila
  • ¿Es que acaso no puedes comportarte como cualquier donna? – preguntó en tono desagradable, lo que provocó la inmediata ira de Damila
  • No, porque no soy cualquier mujer e incluso estoy segura que muchos no me consideran una aún, pero lo que sí soy ahora es una Del Piero, así que quiero hacer esto de la mejor manera, es decir, pidiéndotelo como mi amigo, pero si me obligas, haré que G te lo ordene

Posiblemente aquel sería el momento en el que más cerca estaría Luigi de sufrir un colapso, porque entre la ira, la preocupación por el peligro que ella corría, y aunque éste solo estuviese en su cabeza, y el sincero afecto del que había hecho objeto a Damila como la hermana que sus padres no le habían dado, en verdad estaba a punto de colapsar. No obstante, Damila debió percibirlo, porque se acercó de nuevo a él y sujetó su rostro.

  • No importa si no lo dices, yo confío en ti y sé que no harías nada que me doliese




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