Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 49 Recta final

 

Punta Dorada, julio 2014

Damila y Giulio eran los seres menos madrugadores del planeta, pero ese día en cuanto sonó la alarma, ambos saltaron de la cama a toda prisa.

  • Buongiorno principessa – la saludó él dándole un apresurado beso
  • Ey, G – saludó ella también igual que siempre

Aunque Giulio la mayor parte del tiempo la llamaba bebé, desde siempre le había dado los buenos días del mismo modo, y aunque le había costado, finalmente se había acostumbrado a aquella interjección que terminó por asumir como un saludo razonable.

Damila y como de costumbre también, entró al baño dejando una estela de prendas por el camino, y mientras Giulio abría las llaves del agua, ella se cepillaba los dientes.  A pesar de que tenían dos duchas en el enorme baño, cuando se levantaban juntos, Giulio insistía neciamente, en opinión de Damila, en bañarse en la misma que lo hacía ella.

  • ¿Acaso temes perderme? – le preguntó
  • Es mi mayor temor y siempre lo será, bebé – le dijo y luego se inclinó frente a ella y acarició el ya crecido abdomen – ¿Y cómo amanecieron mis príncipes? – preguntó besándolo

Y mientras Damila se lavaba el cabello, él estuvo hablándoles de mil cosas a los chicos, que iban desde las últimas adquisiciones para su futura habitación, hasta cualquier proyecto que tuviese en mente, aunque no necesariamente tuviese que ver con ellos.

  • Dudo mucho que entiendan eso, G
  • Tal vez no aún, pero cuando sean un poco mayores, lo harán

Y Damila estaba casi convencida que sus hijos nacerían con un plano de proyectos en las manos.

En cuanto estuvieron listos, pasaron un momento por la habitación de Giuliano y les sorprendió encontrar a Fredo allí, pero más aún, su expresión de preocupación.

  • Succede? – preguntó Giulio
  • No lo sé, pero mamá dice que el bambino durmió poco y lloró mucho – dijo y efectivamente en aquel momento lo estaba haciendo
  • ¿Y qué haces que no lo alzas, estúpido? – le preguntó Damila

Para sorpresa de los tres, el bebé dejó de llorar en ese momento, y si no les hubiese costado mucho creerlo, habrían jurado que lo había hecho porque acababa de escuchar a Damila.

  • Ey Giuliano – dijo ella y el bebé movió la cabecita

Damila lo alzó y se quedaron allí hasta que llegó Angélica con la mamila, después de lo cual se marcharon, pero esa noche cuando Fredo entrase a su habitación, se encontraría con la sorpresa de que la cuna del niño había sido trasladada a ella y su madre le informó que era por órdenes de Damila, quien aseguraba que si el chico había pasado mala noche era porque se sentía solo.

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Entre tanto en la clínica, Ángelo y como cabía esperar, había perdido muy deshonrosamente la batalla con Kelly. Aún se estaba quejando mientras ella le secaba la cara después de ayudarlo con el afeitado, pero casi se ahoga al escucharla.

  • Quizá habrías preferido que una linda enfermera te asistiese, pero he aprendido bien de ti, y no voy a arriesgarme a que nadie me quite lo que es mío, abogado

El mencionado abogado abrió tanto sus verdes ojos, que casi parecía que fuesen a salírsele; también abrió y cerró la boca en repetidas oportunidades, pero su cerebro parecía haberse trabado, y suponiendo que hubiese encontrado qué decir y la verdad era que por decir habría podido decir mucho, su boca quedó impedida de emitir ningún sonido cuando Kelly posós sus labios sobre los suyos.

  • Feliz cumpleaños, abogado

En la última cosa que habría podido estar pensando Ángelo, suponiendo que lo estuviese haciendo, era en la fecha, y si bien tenía un brazo inmovilizado, no el otro, así que sujetó la cabeza de su mujer y la atrajo de nuevo perdiéndose en un larguísimo y voraz beso que parecía pretender recuperar el interminable año de ausencia.

  • Me diste un gran susto – le dijo ella un momento después
  • Ya dijiste eso anoche – le dijo él mientras delineaba sus labios con un dedo
  • ¿Me escuchaste?
  • Aja
  • Tramposo, estabas despierto
  • ¿Eso me hace tramposo?
  • Claro, porque pensé que dormías y…
  • Y no lo habrías dicho si me hubieses creído despierto
  • Te equivocas, porque en verdad estaba… asustada
  • ¿Por qué?
  • ¿Cómo que por qué? Casi te matas y… – pero no alcanzó a terminar, sino que escondió el rostro en su pecho para enorme dicha de Ángelo
  • Estoy vivo bambina, deja de llorar – le dijo después de un momento
  • Si vuelvo a ver que te acercas a un condenado auto…
  • ¿Y pretendes que vaya andando? – la interrumpió y ella lo miró en forma peligrosa
  • Te aseguro que si no me prestas atención, no necesitarás estrellarte contra nada, porque yo misma voy a quitarte la cabeza




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