Punta Dorada, julio 2014
Damila y Giulio eran los seres menos madrugadores del planeta, pero ese día en cuanto sonó la alarma, ambos saltaron de la cama a toda prisa.
Aunque Giulio la mayor parte del tiempo la llamaba bebé, desde siempre le había dado los buenos días del mismo modo, y aunque le había costado, finalmente se había acostumbrado a aquella interjección que terminó por asumir como un saludo razonable.
Damila y como de costumbre también, entró al baño dejando una estela de prendas por el camino, y mientras Giulio abría las llaves del agua, ella se cepillaba los dientes. A pesar de que tenían dos duchas en el enorme baño, cuando se levantaban juntos, Giulio insistía neciamente, en opinión de Damila, en bañarse en la misma que lo hacía ella.
Y mientras Damila se lavaba el cabello, él estuvo hablándoles de mil cosas a los chicos, que iban desde las últimas adquisiciones para su futura habitación, hasta cualquier proyecto que tuviese en mente, aunque no necesariamente tuviese que ver con ellos.
Y Damila estaba casi convencida que sus hijos nacerían con un plano de proyectos en las manos.
En cuanto estuvieron listos, pasaron un momento por la habitación de Giuliano y les sorprendió encontrar a Fredo allí, pero más aún, su expresión de preocupación.
Para sorpresa de los tres, el bebé dejó de llorar en ese momento, y si no les hubiese costado mucho creerlo, habrían jurado que lo había hecho porque acababa de escuchar a Damila.
Damila lo alzó y se quedaron allí hasta que llegó Angélica con la mamila, después de lo cual se marcharon, pero esa noche cuando Fredo entrase a su habitación, se encontraría con la sorpresa de que la cuna del niño había sido trasladada a ella y su madre le informó que era por órdenes de Damila, quien aseguraba que si el chico había pasado mala noche era porque se sentía solo.
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Entre tanto en la clínica, Ángelo y como cabía esperar, había perdido muy deshonrosamente la batalla con Kelly. Aún se estaba quejando mientras ella le secaba la cara después de ayudarlo con el afeitado, pero casi se ahoga al escucharla.
El mencionado abogado abrió tanto sus verdes ojos, que casi parecía que fuesen a salírsele; también abrió y cerró la boca en repetidas oportunidades, pero su cerebro parecía haberse trabado, y suponiendo que hubiese encontrado qué decir y la verdad era que por decir habría podido decir mucho, su boca quedó impedida de emitir ningún sonido cuando Kelly posós sus labios sobre los suyos.
En la última cosa que habría podido estar pensando Ángelo, suponiendo que lo estuviese haciendo, era en la fecha, y si bien tenía un brazo inmovilizado, no el otro, así que sujetó la cabeza de su mujer y la atrajo de nuevo perdiéndose en un larguísimo y voraz beso que parecía pretender recuperar el interminable año de ausencia.
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Editado: 26.06.2022