Punta Dorada, enero 2017
Habían transcurrido dos años y medio desde el nacimiento de los gemelos Del Piero, pero no habían sido los últimos bebés en nacer, porque Nino y Ana habían tenido una hija a quien habían llamado Bárbara Giovanina y a la que todos llamaban Nina; los Ivanov habían tenido dos chicos, Vladimir Enrico y Alfredo Iván; y Vittoria casi le causó un infarto al pobre Cristian cuando anuncio su tercer embarazo, pues para ese momento Johan apenas tenía tres meses. Sin embargo, el pequeño Marco Antonio sería recibido con la misma alegría que todos los anteriores. De modo que Ángelo había dejado de contar y ya no tenía idea de cuántos pequeños demonios deambulaban por Aravera.
Ángelo Silvano quien ya tenía cinco años, era el auténtico terror de todos, y el primer portador del nombre le achacaba el pésimo comportamiento del angelito al padrino del mismo, algo que el individuo en cuestión encontraba muy injusto ya que alegaba no pasar tanto tiempo con el chico como para que le endilgaran aquella responsabilidad, pero pasase mucho tiempo o no con su ahijado, lo que sí era una verdad indiscutible era que sin duda se le parecía sospechosamente mucho.
Johan Enrico por su parte y en principio, había sido más bien del tipo tranquilo y lo más frecuente era hallarlo con un libro de láminas en las manos, pero no por eso era menos peligroso y era algo que habían aprendido todos sus primos a las malas, y habían comprendido con rapidez que era mejor no molestarlo mucho, pero poco a poco se había ido pasando al otro bando y Ángelo comenzó a preguntarse si era que estaban dándoles algo en los alimentos que los convertía a todos en positivas catástrofes.
Mariano Alfredo se parecía muchísimo a su progenitor y era un Enzo en miniatura, pero ya fuese por la mala influencia de sus primos o por simple genética, era otro desestabilizador de cuidado, de modo que la pobre Camelia se pasaba la vida disculpándose por las diabluras de su hijo.
Damilo Albano a quien se parecía de forma extraordinaria era a su abuelo, y si Luciano había intentado fastidiar a Ángelo diciendo que Federico tenía las mismas precoces tendencias de su abuelo, sin duda Damilo las tenía mucho más, porque aún ni siquiera hablaba con corrección y ya iba tras cuanta chica veía y eso abarcaba a todas las mujeres de la casa fueran grandes o pequeñas.
Sofía que pasaba mucho tiempo en Aravera desde que Francisco Javier y Fernanda habían regresado al país, era tranquila y parecía que había heredado el carácter ácido de su progenitor, pero quien la sufría casi todo el tiempo era Federico que vivía literalmente pegado a ella. A Ángelo le preocupaba mucho aquel apego, pero tendría ocasión de preocuparse aún más, porque en la última navidad y cuando Francisco Javier estaba riñendo a la niña porque acababa de empujar a Pierangelo, Federico cogió un vaso y se lo acomodó al desprevenido Francisco por la cabeza, pero no contento con ello, a una velocidad pasmosa también había intentado golpearlo con sus propias manos. Siendo que Federico era inquieto y bromista pero no agresivo, aquello había sorprendido a todos, y de hecho Arezio había corrido para detenerlo.
Fue casi un milagro que Ángelo, y por ese mismo camino Albano, no sufriesen un infarto, mientras que Luciano había mirado a Ángelo elevando una ceja.
Aunque Francisco necesitó puntadas gracias al porrazo que le había acomodado Federico, de algún modo habían logrado terminar aquella caótica noche de navidad sin que nadie terminase por tiempo indefinido en la clínica, pero con lo sucedido, Ángelo encontraría otro inmejorable motivo por el cual preocuparse.
Los gemelos Del Piero seguían siendo la locura de la familia, Pierangelo a quien Damila malignamente había llamado un día Piero para fastidiar al GA, así se había quedado, y el gemelito parecía tan formal y comedido como el GA, y a pesar de ser aún muy pequeño y no hablar bien, intentaba hacerlo con la mayor corrección, mientras que su hermana era un desastre por donde quiera que se la viese. La gemela era inquieta, malcriada y terca en grado de exasperación, pero mientras Giulio lo encontraba perfectamente normal, Damila la mitad del tiempo quería apalearla y estaba en total desacuerdo con su madre en aquello de que la condición de madre las hacía capaces de entender a sus retoños.
Evidentemente aquella conducta no era total responsabilidad de la niña, pues de Ángelo para abajo, todos se comportaban de un modo inaceptable con Pierangeli, en opinión de Damila. Pero quienes se llevaban el oro en aquella materia eran Luciano, Fabiano, Gianpaolo, Fredo y el padrino de la criatura. Silvano y como se veía obligado a estar mucho tiempo fuera, había llegado tan lejos, que aún la gemela no sabía hablar y ya él la había provisto de un móvil, mismo que tendría que ser repuesto en infinidad de ocasiones después que Pierangeli los hiciese polvo, pero como Silvano había decidido que aquel era el único medio que tendría para mantenerse comunicado con ella, seguiría reponiéndolos hasta que la gemela dejase de destrozarlos. Por supuesto aquello era de una necedad suprema, pues no podía llamarse conversación a una serie de balbuceos ininteligibles; sin embargo, de algún modo se las arreglaba para saber lo que la gemelita quería o necesitaba, y esto podía ir desde un nuevo juguete hasta una bomba nuclear, pero sin importar lo que esto fuera, él se lo proporcionaba sin tener en cuenta las furiosas diatribas de la madre.
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Editado: 28.07.2022