Punta Dorada, diciembre 2018
Una mañana en la que Ángelo estaba especialmente contento pues Giulio y Nino acababan de cerrar una importantísima negociación en Europa, suspendió la lectura del informe final al escuchar mucho ruido y voces. No era que aquello fuese especialmente novedoso en una casa donde más de la mitad de los habitantes eran niños o adolescentes bulliciosos, lo extraño era que las mañanas solían ser más tranquilas y silenciosas pues todos estaban en la escuela o la universidad, de manera que se levantó y salió a ver.
Y aunque no tenía muchas ganas de enterarse, al menos necesitaba y como mínimo, saber si su mujer tenía intenciones de comenzar a tirar paredes y no se lo había informado.
A Ángelo seguía costándole entender aquel sincretismo que aún no decidía si era cultural, filosófico, o religioso, que daba como resultado el eclecticismo que exhibía Kelly, pero por la propia salud mental, ya no discutía nada al respecto y más que por haberlo entendido, algo que evidentemente no era así, porque Kelly era feliz de aquella manera y eso era lo más importante para él.
No obstante, aquello tenía solo un problema, porque él sabía que en breve sería arrastrado a los tan odiados paseos por Zafiro, pues la lista de regalos de Kelly solía ser enorme y un día por lo general no bastaba.
Por la tarde, Aravera más parecía un campo de batalla que una casa, porque la presencia de los niños, especialmente de los más pequeños que tenían ideas propias con relación a la decoración y Kelly se divertía dejándolos hacer, convirtieron aquel lugar en un caos y Ángelo decidió huir.
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Alessandro ya se había acostumbrado a que los días veintiuno de diciembre, se celebraba en casa un solsticio de invierno que no existía en aquellas latitudes, pero desde la primera celebración a la que había asistido, Damila no lo dejaba faltar bajo ninguna circunstancia.
No había modo de que los niños de aquella familia tuviesen largas listas de deseos y los gemelos menos que ninguno, sin embargo, aquella noche y como tanto los gemelos como Giuliano ya comenzaban a escribir, Pierangeli se esforzaba sobre una hoja de papel hasta que la arrugó y la lanzó con ira.
Sin embargo, y para seguir sorprendiendo a Luciano, la gemela hizo un gesto negativo y cuando levantó el rostro, él vio con horror los verdes ojitos anegados, de modo que se olvidó del papel y de cualquier otra cosa y levantándose la alzó a ella y se alejó del grupo donde estaban todos.
Luciano elevó las cejas verdaderamente sorprendido, porque pensaba que los niños en general ya se habían habituado a la ausencia de Francesco, sabía que lo recordaban y lo echaban de menos, pero se habían ido haciendo a la idea de que demoraría en volver, pues al menos los más grandes sabían que no podía salir de donde estaba, mientras que los más pequeños solo sabían que estudiaba lejos y no podía ir y venir como lo hacían los demás. Utilizó toda su probada y rara vez ejercida habilidad de litigante para tranquilizar a la niña y no se dio por satisfecho hasta no hacerla reír, pero un poco después se le acercó Paulo.
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Editado: 28.07.2022