La verdad raramente es pura y nunca simple.
Oscar Wilde
Fabio está parado en la sala de la casa Rana, esperando hablar con Karla. Su espera es interrumpida con la llegada de Valeria que tiene la mirada enfocada en su celular, mientras escribe algo no se percata de la presencia de él que eso aprovecha para observarla.
Su cabello castaño claro y ondulado sujetado en una coleta, sobre la cabeza descansan unas gafas de sol. Debajo de su mano derecha sujeta una toalla, mientras su cuerpo está cubierto solo por un bikini. Con una sonrisa y asiento de cabeza al terminar de escribir siguió su paso hasta la cocina.
-Hola, Fabio. (su atención de la entrada a la cocina llama Karla que se encuentra a su lado) - Me sorprende saberte aquí.
-No por mucho tiempo te lo aseguro.
-Dime, ¿de qué se trata? (Sentándose con la mano lo invita hacer lo mismo)
-Quiero comprender ¿por qué quisiera estar con mi padre si entre ustedes estaba el acuerdo con el que tú no recibes nada con su muerte? (Al escuchar su pregunta Karla baja la mirada a su regazo donde tiene sus manos y sonríe)
-De ti no se puede esperar nada positivo ¿Qué no? Siempre todo tiene que ser negatividad, e pa bueno, en este caso te equivocas. Nos quisimos y quisimos estar juntos, mi único objetivo estaba acompañado hasta las últimas, en felicidad, pero ustedes eso no permitieron. Si quieres puedes llamarlo como dama de compañía, mis sentimientos eran sinceros.
-Sin embargo, fuiste más que una dama de compañía. (de nuevo la misma sonrisa provocada con el ataque de Fabio)
-Si, lo fui. Eso no cambia mi propósito. Sé que tú te quedaste en el pasado, yo no Fabio ¿y si no te importa?, no quiero volver a esa época que nada bueno me trajo y menos dejo.
-Si, me importa y no me voy a ir hasta que no lo aclaremos. (Agarrándola fuerte por la muñeca, Fabio dice lo que suena una amenaza) - Si te importa el bien de ese bebé tú también te quedarás (bajando su mirada varias veces al vientre que cada vez es más grande).
Dejando de probar zafarse de su agarre, Karla se sienta de nuevo y con eso la presión de Fabio sobre su muñeca disminuye - ¿Qué quieres?
-Querido saber toda la verdad ¿Tú sabías cuanto le quedaba que no?
-¿De qué estás hablando? (Extrañada pregunta Karla) - La salud de tu padre disminuía, nada más. Ustedes vivían con él y trabajaban cada día, no yo. Sí, es posible que conmigo tuvo más confianza y que no quiso herirlos al decirle, no obstante no fue nada más. (La mirada de Fabio le dijo todo; no le creía) - De verdad. ¿Sabes cuando me di cuenta de que de él no pudo esperar nada, nada más que una relación? Cuando en una de esas citas con su médico me dijo que no le importa morir, que hasta no puede esperarlo. Y todo nada más para reunirse con ella. Me hirió tanto que tuve que ordenar y mi cabeza y mi corazón. Me quería y yo a él, por eso no puedo visitar su tumba porque sé que lo lastime demasiado cuando vino buscaré con todas esas esperanza. (dicho todo Karla vuelve a mirar a Fabio, al cual hasta el momento daba espalda) - Ustedes siempre pensaron mal y yo no sé por qué, ahora ya ni no me interesa. Únicamente quiero paz.
A Fabio le necesitaban minutos para recuperarse y poder volver a hablar, aclarando sé la garganta - Está bien. Puede ser que fue mi error. ¿Y qué pasa con lo de ahora?
Sabiendo a lo que se refiera; en esta situación - Destino, puro destino cruel que ninguno de nosotros quiso. (dándose cuenta de que a Fabio necesitará tiempo para reconciliarse con lo nuevo lo despide) - Por tu sobrino/a te pido que dejes el pasado por la paz y no perturbados más los muertos. No digo que necesitamos llevarnos nada más no hagas mala sangre y permítanos todos vivir en paz. Ahora te dejo, cuando seas listo puedes salir, yo tengo una reunión.
Vino la noche y los demonios no dejaron a Fabio, de su cabeza no sale la conversación con Karla.
-¿Estás bien? Karla me dijo que hablaron (viniendo a él pregunta Eduardo). - Bueno, no necesitas responder, tu cara lo hace.
-¿Crees que hicimos un error?
Ladeando la cabeza - Ahora es tarde de pensarlo. Y estoy feliz con el futuro. Éramos inmaduros, a pesar de que nos hicimos grandes y que sentimos que perder a mamá crecimos, siempre nos quedamos como en un torbellino. Nos faltó madurar por completo aquí (enseñando con el dedo a cabeza).
-Debo pensar (cayado Fabio dice, abandonado a su hermano para refugiarse en la soledad).
De reojo Eduardo está mirando a su hermano, como nunca lo había visto. Fabio callado y perdido en sus pensamientos deja el tenedor con el cual hasta ese momento repasaba por la comida - He decidido. (Palabras que llaman la atención de Eduardo) - Tome la decisión. (Eduardo tiene su mirada puesta esperando en Fabio)