Ella iba caminando sola por la calle, pensando "¡Dios, que complicado es esto del amor!". Se pregunto a si misma cuál habría sido el detalle que seguro cupido mal interpretó.
De ese momento en adelante tendría que ser muy específica y detallada, ella solo había deseado que su novio le diera una sorpresa. Y vaya sorpresa le dio.
¿A quién se le ocurre terminar con su pareja de tres años, en un restaurante con el aspecto más romántico del mundo?
Camina, camina y camina sin saber a donde se dirige. No le importa, está demasiado triste para ese tipo de banalidades. Las luces titilan y como si su noche necesitará un efecto más dramático, la lluvia empieza a caer.
Demasiado encerrada en sus pensamientos autocompasivos, no se da cuenta que se encuentra en medio de la calle. Tampoco nota que un chico que camina hacía ella trata de llamar su atención. Y mucho menos escucha el sonido del carro que esta a punto de atropellarla.