— Sin duda alguna, nos estaban esperando — replicó Lina con evidente sorpresa.
Aquella chica sin perder tiempo se acercó hasta la puerta, entre sus manos estrecho el pomo que permite el acceso a tal lugar mientras que no obstante con cuidado le giró sobre su propio eje y aquella puerta como si nada se abrió.
— Dios santo es espectacularmente hermoso — gritó al ver su interior mientras aún se mantenía cerca del portal.
Yo tenía la intención de acercarme a Lina y junto a ella divisar el interior de aquella habitación pues quería ante nada saber cuál era la razón de su sorpresa, pero Silea replico.
— Sígueme — y sin más reanudo su marcha guardando nuevamente un total silencio.
Lina tras escuchar la voz de aquella chica giró su cabeza en dirección mía y mirando como aquella se alejaba musitó.
— No te quedes hay querida, vamos síguela.
Por algunos segundos mire a Lina quien se mantenía de pie como si nada junto a aquella puerta y al ver que no me movía de lugar aquella levanto su mano derecha e hizo un gesto animándome a que continuara con mi camino en compañía de Silea.
Ante tal cuestión no tuve otra opción más que enderezar mi cuerpo por lo que acto seguido respiré profundamente para obedientemente empezar a andar.
Aquella chica y yo seguimos a aquel pasillo por unos escasos diez pasos más hasta llegar al final de aquel primer corredor el cual para sorpresa mía este se abría paso ante una sala común.
En ella se encuentra un enorme sillón de sala en color crema de asientos bastante amplios que yace justo en el centro de aquella habitación haciéndolo sin dudas el punto central de todo aquel salón.
Detrás de tal sillón se encuentran otras dos cómodas butacas reclinables muy espaciosas en la que fácilmente se pueden acomodar dos personas sin ningún problema las cuales hacían juego con el primero ya nombrado mientras que por el otro lado al frente de estos yace un estante con una enorme pantalla plana que se deja ver reluciendo en este los mismos detalles que ahondan por casi toda la casa.
— Mínimo el tío está envuelto en negocios ilícitos — pensé pues la ostentación y el lujo eran demasiado.
Paso entre paso ante la evidente paciencia de Silea camine procurando siempre mantenerme cerca de ella, pero sin apartar la vista de tal lugar pues ante nada era sorprendente su gran tamaño.
Ya cuando el gran salón empieza a terminar un nuevo pasillo se abrió paso ante nuestros ojos y no muy bien aquel inicia, Silea se detuvo retirada por algunos cuantos pasos de aquella primera puerta a la derecha tal y como la señora Meredith comentó.
En aquella puerta tal como paso con Lina al frente de ella yace un pequeño cartel de identificación con mi nombre ″Emma″ escrito con una perfecta caligrafía antigua en estilo pendolismo.
Una vez allí frente a aquella entrada Silea extendió su mano para indicarme que ingresara al igual que como hizo con Lina y ante ella hice caso, así fue como termine acercándome hasta la puerta y de seguido ingrese en la que sería mi habitación por las próximas veintiocho horas.
Baya imagen deslumbré una vez me abrí paso en medio de ella puesto que ante mí una enorme habitación en su gran mayoría en un tono blanco desde el suelo hasta el techo con tonos sutiles en azul, dorado y gris resplandecía.
Sintiéndome un poco abrumada por tal colosal espacio pues de ponerme a compararla es dos veces el tamaño de mi habitación en Vinchenzo la incomodidad vino a mí y valla que pensando así aquella no es tan diminuta hablando de proporción claro esta.
Tras experimentar tal sensación me di la vuelta para buscar a Silea pues necesitaba hacerle un especial pedido, pero para sorpresa mía aquella chica ya no se encontraba allí, sino que ya había esta emprendido su camino de regreso a la planta baja.
En gran medida presumiendo que Silea no se encontraría demasiado lejos solté mi maleta en un costado cercana a la pared y corrí hasta la puerta.
Una vez allí asomé mi cabeza para intentar ver en qué dirección aquella se había retirado y tras girar en ambas direcciones en su búsqueda finalmente la vi.
Aquella ya se encontraba llegando próximo a la puerta que da hasta el cuarto de Lina en el cual la puerta cerrada se encontraba cuando tras verla grité.
— Silea espera.
La verdad no espere a que aquella emitiera movimiento alguno en mi dirección tras esta escucharme cuando de allí salí trotando para llegar rápidamente a la vera de tal chica al ver quien al ver que me acercaba como si nada se giró en mí dirección.
— Necesita algo más señorita — dijo aquella con cual expresión fría e incomprensible para mí.
— La verdad sí, disculpa que te moleste, sabes si hay quizás un cuarto más pequeño aquí en la residencia, digo aquel dormitorio es demasiado espacioso para mi sola.
— No señorita, al menos no en esta planta, ahora bien, no creo que el señor Lombardi estaría a gusto de saber que su invitada rechazo el espacio que el eligió especialmente para usted.
— Es demasiado de verdad, es muy abrumador.
— Lo siento por ello, pero yo no puedo hacer nada más — y sin más se marchó dejándome prácticamente allí a mi suerte.
Ante la soledad y la sensación que emite tal imponente lugar siendo consciente de que lo único medianamente reconocible por mí en todo aquel espacio y eso porque lo acababa de ver, era aquella habitación así que decidí tras ver como Silea desaparecía por las escaleras al fondo ante mi mirada, regresar.
Una vez en aquella habitación la curiosidad me tomo, ante todo sus detalles se adueñaron de mí mirar, así que como cual niña me dediqué a descubrir su espacio y sus secretos y con cuidado recorrí sus dimensiones procurando no romper nada mientras que mis ojos iban de aquí para allá.
Así me mantuve un tiempo toqueteando y curioseando hasta que llegué hasta la ventana a un costado dentro de la habitación.