Ahora bien, una vez aquí caminando por este lugar como es evidentemente un tanto tenebroso y claustrofóbico para ser sincero, pensándolo bien se me hace difícil no recordar un día en específico en cual y sí, termine dentro de las galerías a causa de mi desobediencia historia la cual puedo narrar a plenitud.
Había transcurrido quizás una semana desde que mis padres a orillas de una de las entradas de las galerías una vez nos alejamos del centro del bosque en el cual nos ocultábamos, tras hacer estos un pedido especial a su fiel sirviente, fui entregado a las manos de Lyall para seguir siendo educado, esta vez dentro de la sociedad luego de la tragedia.
Para aquel entonces Lyall y yo acordamos establecernos a las afueras de Belcier, en una primera instancia queriendo no levantar sospechas en tanto guardar por sobre todo las apariencias por tanto a fin de cuentas ambos nos alojamos en una pequeña casa próxima a la entrada que da rumbo al mirador y la cual al igual que la residencia Lombardi poseía en sus límites una zona de acceso que conectaba a la ya mencionada con los túneles.
Lyall siendo consciente de la intriga junto a la curiosidad que para aquel entonces en mi se albergaba, constantemente desde mi llegada me advertía y/o me recalcaba acerca de que no debía de entrar solo a los túneles, pues imagino que aquel deducía que en cualquiera momento lo haría; él porque lo suponía no lo sé pero sin dudas a fin de cuentas termine por darle la razón.
Así pasaron los días en donde constantemente me alertaba acerca de los peligros que en sus dimensiones se escondían y más si se hablaba del caso de un niño de mi edad que ante lo desconocido no tiene posibilidad ni siquiera de defenderse al verse probablemente atacado.
Aunque las advertencias estaban y eran muchas, caso no hice alguno, en tanto siguiendo mis propios juicios y criterios, un día tras Lyall haberse alejado un momento de la residencia para resolver algunos cuantos asuntos me escabullí, no obstante, allí entré con la esperanza de encontrar a mis padres nuevamente, de modo que como era de esperarse una vez dentro me desorienté, perdí el rumbo por tanto sucumbí ante el miedo y la posibilidad latente que existía de no llegar a ser encontrado.
Durante tres días estuve perdido, allí dentro antes de que Lyall finalmente pudo encontrarme deshidratado, hambriento y sin fuerzas completamente inconsciente tirado en el frío suelo, por lo que sí, sé perfectamente que se siente creer que la muerte te tomará en medio de la soledad y las tinieblas.
Al final cuando logré reaccionar luego de llevar algunos días perdido ante la locura misma que aquello me formó producto de la conmoción, yo ya me encontraba de nuevo en aquella casa, Lyall se encontraba justo a mi lado, pero de mis padres no existía rastro alguno, de ahí en adelante fue que cambié y lo poco de esperanza que en mi niño se escondía desapareció y la actitud fría que hoy porto me dominó.
Por tanto, estar aquí de nuevo a pesar de los años transcurridos y los cientos de veces que por estos caminos me he adentrado, que la nostalgia y el luto que acompañó en aquel momento a aquel pequeño se me hace imposible no sentirla cada que me sumerjo por estos senderos.
Así que, sumergido muy inmerso en aquellos pensamientos me iba alejando de la escotilla por la que ingresamos por varios cientos de metros en compañía de Emma y su dichoso mal humor.
He de decir y te has de imaginar que en más de una ocasión en los casi cuarenta minutos que llevamos de recorrido allí, las varias veces que ella y yo chocamos tras presentarse algunos malos entendidos entre ambos debido a la evidente postura que había tomado Emma de no ceder ante mí.
La discusión afloraba y nuestro enojo también aumentaba a medida que los minutos avanzaban, ya que nunca en el periodo que llevamos conociéndonos, nos habíamos encontrado completamente solos tanto tiempo sin contar claro está la noche anterior, lo que ante todo hacía que aquella situación se sintiera especialmente extraña e incómoda para los dos.
No lo voy a negar pues puedo bien decir que hubo momentos agradables, ya que de vez en cuando tras mirar hacia atrás llegue a encontrarme con Emma haciendo uno que otro puchero, y en más de una ocasión pude notar su cara desfigurada por el intento de formar un falso llanto.
Aquello era súper gracioso y un tanto tierno por lo que se me hacía imposible no reír al verle así, lo que provocaba que eventualmente mi risa reluciera burlona e inoportuna.
Entre pleitos, discusiones y uno que otro acercamiento de Emma hacia mí, tras de vez en cuando asustarse por los sonidos que en el interior de aquellos viejos túneles se forman, luego tener alrededor de casi dos horas rondando por allí finalmente vi la salida.
Aun a lo lejos la pude notar tras clavar mis ojos bien atentos contra la pared que yacía bien al fondo frente a nosotros a pesar de que era casi imperceptible la pude examinar y al verla una emoción enorme me dominó tras pensar que ya luego de tanto tiempo al fin la luz del sol por fin divisaríamos.
Finalmente, luego de tanto tiempo llegamos hasta la pared la cual a simple vista parecía no ser nada, pero una vez que empujas la roca que funciona como puerta desde el interior, el exterior se abre paso ante tus ojos, tras salir de la pequeña abertura que conecta los túneles con aquel estrecho del bosque.
Al salir Emma celebró como nunca estaba más que feliz de ver finalmente aquel lugar, así que no muy bien pisó la hierba y la luz del sol hizo contacto con su piel aquella chica se deshizo de su mochila respiro profundamente mientras que se colocaba de frente hacia la luz al tiempo que abrió los brazos extendiéndolos hacia arriba.
— Nunca pensé que ver el bosque como lo hago ahora me produciría tanta felicidad, podría incluso decir que desde ya amo más el exterior.
— Después de tal agonía Emma hasta yo lo prefiero — indiqué manteniendo una sonrisa en mis labios.