— Esto tiene que ser una broma, dime Emma que lo es — replicó aquel dando a mostrar un tanto el sentimiento de perturbación que experimentaba — esto no puede ser posible, no lo entiendo y tampoco recuerdo haberle visto, nada de esto.
— Es entonces posible que mientras estabas aquí aún no había pasado nada de lo que haya provocado la aparición de la misma por lo cual estimo que por ello no tienes memoria respecto a esto. Ahora bien, yo también no soy la mejor indicada para hablarte de ello pues cuando llegue ya se encontraba así — indique aquello inmediatamente ante aquel — ahora bien, Dominieck disculpa que te pregunte, pero hace cuanto no vienes aquí.
— Desde hace alrededor de treinta años, la última vez que estuve aquí precisamente fue el mismo día que fui entregado a Lyall.
Dominieck proclamó aquello mientras su voz se sentía algo quebrada e indudablemente me hizo sentir intranquila e incómoda por haber realizado tal pregunta, así que por la incidencia del mismo sentimiento me vi obligada a dirigir mi ojos hasta su persona para intentar quitarme el mal sabor de boca que aquello me provocó cosa que pensé podría lograr al ver su rostro inexpresivo, pero sin embargo aquel sentimiento en mi creció aún más tras yo mirarle allí quieto con la tristeza completamente visible en su ojos vidriosos y atentos hacia adelante.
— Pues hay tienes tu respuesta, todo en este mundo cambia y hasta las personas lo hacen en su momento, eh indudablemente en el transcurso de estos años era algo esperable de que la zona pudiera sufrir alguna u otra simple variación, aunque he de admitir que de simple no tiene nada.
— Puede que tengas razón, pero sin embargo las dudas del porqué ha ocurrido me atormentan.
Dominieck desde hacía un momento se encontraba fijo mirando a la niebla intentando entender todo aquello.
La imagen que ante sus ojos se cierne más que nada le producía gran inquietud así que en un momento inesperado tras dejarse guiar por la confusión aquel hombre se acercó a la entrada sin pronunciar palabra alguna cegado por sus emociones.
Yo tras verlo no dudé en acercarme y tomándolo de la mano izquierda me hice hacia atrás haciendo con mi cuerpo de contrapeso intentando detenerlo.
— Eres tonto — exclame con evidente enojo, cosa que inmediatamente aquel escucho e instantáneamente se detuvo y giro su cabeza en mi dirección, por acción misma tras ver sus ojos tan pendientes de mi persona me vi forzada a soltarle tras un halo de nerviosismo recorrer mi cuerpo, así que una vez alejada de él, continue diciendo.
— No puedes hacerte por ella, así como así, ya te dije lo que puede pasar.
— Entonces qué pretendes que haga, estoy demasiado ansioso, quiero verla ahora mismo si de verdad allí está.
— Ya lo noto, pero dime has siquiera pensando en cómo hacerte en ella, ya te dije que la niebla puede llegar a hacer demasiado engañosa y las consecuencias que puede traernos de ser ambos demasiado imprudentes pueden ser muy atroz, y lo digo con justa razón pues ya perdí la cuenta de las veces que intente entrar sin los abuelos y la niebla me llevó directo al río, la suerte es que se nadar porque estoy segura de que fácilmente no lo estaría contando.
— Si ya lo dijiste, pero sin embargo no puedo evitar insistir, necesito entrar y confirmar por mis propios medios que es la casa, así que, ya que me detuviste, ahora mismo me dirás cómo entrar.
Ante sus palabras una risa nerviosa se dibujó en mis labios porque yo era consciente de que al igual que él desconocía el cómo hacerlo, los abuelos eran muy cuidadosos y no dejaban nada a la vista, aunque conociéndolos bien a veces la manera más fácil de romper uno de sus acertijos relucía como la pista más sencilla.
— No puedo decirte — indique una vez ante él.
— ¿Por qué Emma? Por favor no seas así, no puedes simplemente quedarte callada ahora, dime, como la atravieso.
Dominieck tras escuchar mis palabras comenzó a ser más y más insistente pues lo único que para aquel momento le interesaba era atravesar aquella niebla, por tanto, ante mi negación igualmente empezó a zarandearme buscando sacarme una respuesta al respecto.
— Ya cálmate por Dios, entiende no puedo decirte porque simplemente yo tampoco sé cómo entrar, aunque tengo una suposición al respecto.
— ¿Qué? Es enserio, como es eso posible que tú tampoco lo sepas.
— Pues así es, simplemente los abuelos nunca me dijeron como hacerlo, como te dije se puede ingresar y ver si ella te acepta, pero es un riesgo muy grande para tomar y muy peligroso por eso la duda funge y me obliga a impedirte cruzar.
Dominieck no lo podía creer, la indignación que había presente en él no tenía nombre, así que simplemente una vez me escuchó se negaba a aceptar tan simple respuesta.
— Esto es el colmo de los colmos, Emma dime que voy a hacer contigo.
— Las cosas son como son y no hay mucho que se pueda hacer para cambiarlas más que aceptarlas con franqueza.
Dominieck me escuchó y ante mí respondió aquel con un gruñido — ¡Grrr! — pues se negaba a aceptar el descaro con que reproducía aquellas palabras ante su ser, así que tomado por la rabia no queriendo recurrir a la violencia contra mí, aquel hombre introdujo sus manos a cada lado de sus bolsillos y se alejó de mi por algunos metros pateando el suelo con fuerza.
— Ya deja el berrinche, dije que no sé cómo entrar, pero tengo una suposición al respecto.
— De qué hablas, qué suposición.
Y así exclamé — durante años intenté entrar a este lugar tras haberme escapado un par de veces cada vez que tenía un subidón de emociones y por alguna razón terminaba de mal humor, constantemente me acercaba al bosque y como dije terminaba en el río, y en más de una ocasión pude notar como los abuelos cada que decían que debían de viajar por asuntos de negocios hacia el exterior curiosa y eventualmente terminan aquí, así fui notando algunas cosas y descubriendo algunas otras, en sus casuales visitas.