CHAPITRE 38...
-Tenías razón-
Musite casi en el silencio, cerrando mis ojos y reprimiendo un gemido.
- ¿En qué... exactamente? –
Reposo su brazo sobre el vitral y admiro las calles hastiadas de carros, a esta hora.
-En todo-
-Podrías ser más específica-
-Estoy... estoy olvidando todo, Ashton, olvido todo, están desapareciendo como nieve ante la llegada de la primavera, todo, absolutamente todo está desvaneciéndose, no recuerdo como era mi padre, no recuerdo como era mi instituto, ni las plazas de Jacksonville, no recuerdo mi cuarto, ni mi casa en sí, quien sabe, hasta pudo haberle cambiado el color cuando me fui-
Sin embargo, él se mantuvo en silencio.
Así que proseguí.
-Esta ciudad es... sencillamente... desesperante, esta ciudad cambia nuestras identidades, es como si todo se resumiera a trabajo, trabajo y más trabajo, se supone que era la ciudad de los sueños no de...-
-Así es la vida Alexa, siempre ha sido así-
-No, te equivocas en Jacksonville...-
-Exacto-
Sonrió débilmente, pues al levantar mi vista se encontraba mirando la ciudad.
-Jacksonville, era pequeño, era rural, era tranquilo, no tenía una reputación de la cual preocuparse, pero, una vez que sales en una de las diez mejores ciudades de todo el mundo, es difícil no seguir siendo un tema de conversación, es como si entraras a un lugar donde todos te conocen por tus acciones, sin embargo, ellos seguirán esperando más de ti, algo más innovador, atrevido, algo que los siga sorprendiendo, eso es lo que sucede con la mayoría de las cosas, solo se busca... sobresalir... de alguna manera-
Finalmente suspire, dándome por vencida, pensando que aquí podría ser igual que antes, cuando me había equivocado por completo.
Mis pies dolían y pedían a gritos ser de alguna manera utilizados, me levanté lentamente del frio suelo, quedando a la altura que siempre estuve ante Ashton.
-Supongo que por eso dicen que es la ciudad que nunca descansa, es decir, son alrededor de las nueve todo debería estar apagado, sin embargo, aun ahí gente caminando, otras manejando bicicleta, otras vendiendo, sirviendo, delivery, trabajando, estudiando, esto... esto... Dios-
Suspiré pesadamente y negué con la cabeza.
-Esta ciudad es la ciudad de la esclavitud-
Masculle con desdén.
-Se llama trabajo, cariño-
Por todos los dioses acababa de decirme CARIÑO, cuando siquiera me encontraba en la realidad, pero, lo cierto es que de alguna manera me tomo desprevenida, dando un vuelco a mi corazón.
-Pero, que eso no te perturbe Alexa, la vida sigue y si de verdad aprecias tu vida, seguirás siendo la misma de siempre, porque estoy seguro que nada cambiara a al Alexa que conozco, de eso estoy seguro-
Y sencillamente me perdí en su mirada, me embelesé en ella y es que el color de sus ojos dulcemente me encantaba, no eran azules, ni verdes, no era chocolates, ni castaños, Dios, era mejor que todo eso.
Si supieras cuanto me encantan tus ojos Ashton entenderías el tormento de mi ser.
Y sus labios, Dios, sus labios son ese camino donde me gustaría perderme y jamás volver a encontrar el rumbo en este mundo, sin sentido.
La manera en que fluían y se movían con suavidad, como deslizaban y rozaban uno con otros y mostraban cada palabra.
Y una idea traviesa atravesó mi mente, que por un momento pensé que era el destino quien la había puesto allí, pero, me equivoque fue el deseo de ansiar algo que probablemente ambos hemos deseado desde hace mucho...
Solo quería sentir sus labios... sobre los míos, en esta noche tan esplendida a la luz de la luna y las luces de Nueva York... anhelaba apreciar sus ojos tormentosos más de cerca de lo que alguna vez pude estar, quería experimentar eso que sucedía en las novelas, en las historias de romanticismo, eso que narraban lo escritores con tanta dedicación, ese éxtasis que llenaba tu corazón y que hacia palpitarlo con fuerza, esos deseos inicuos y atormentantes que anhelaban ser cumplidos.
Y en el ahogado ruido de la ciudad finalmente susurre su nombre:
-Ashton-
Y fue entonces cuando el cielo destello, destello como nunca y justo cuando nadie mas lo vio, el giro su rostro y sonrió de lado, mirándome con dulzura.
-¿Sucede algo?-
-¿Crees en el destino?-
Suspiro pesadamente y paso una mano por su cabeza.
-Creo… que el destino no es exactamente solo una palabra, sino que es una persona en sí, todos tenemos un destino, alguna vez llega a nuestra vida y puede que desaparezca de alguna forma un imán imaginario volverá a unirlo para nunca mas despegarlos, así que sí, Collins, creo ciegamente en el destino, creo en ti-
Y finalmente estremeció mi ser, sentía que el aire se había viciado, que algo dentro de mi había despertado, que el calor había empezado a emanar de algún lado, sentía que mi corazón corría a millones por tratar de salir de mi y abrazar con ferocidad a Ashton, sin embargo, mi cuerpo no estaba acostumbrado a esto, así que inertemente se movía para ver su reacción.
-¿crees en mi?-
Masculle sin creerlo.
-Ciegamente, Collins-