CHAPITRE 61
Una… leyenda dice: que le sol y la luna, siempre han estado enamorados y que nunca podían estar juntos ya que la luna se levantaba justo al atardecer. Por lo tanto, Dios en su infinita bondad, creo el eclipse, como prueba de que no existe en el mundo un amor imposible.
Sabíamos que el Sol cada noche moría para no lastimar a su amada, ocultándose al otro lado del mundo viéndola desde una distancia razonable, para no incinerarla o lastimarla… porque sabía que hasta cierto punto podía desaparecerla… porque era su luna, era su pequeño satélite natural, era su TODO, lo que, lo hacia mirar al otro lado del mundo, lo que hacía brillarlo con intensidad.
Y cuando llegaba el eclipse… así hacían llamar sus encuentros… sus tiernos encuentros que se teñían de un encantador rojo nunca antes visto, un rojo tan peligroso como su amor, un rojo que lastimaba a los humanos, pero, es que su amor era mágico, hechizante, diferente, algo nunca antes visto.
Aunque solo hacía falta mirarlo con otros ojos, de manera diferente y ver el verdadero amor único con su esencia única.
_La Luna & El Sol_
Habíamos descendido por el ascensor Dante y yo primero, pues, mi vestido era tan grande que las chicas y Leonard, no podían entrar en el ascensor, así que optaron por quedarse para la segunda vuelta, así Dante y yo fuimos los primeros en entrar a la enorme limosina de Lovegood y Leonard y las chicas entraron después.
-Y… supongo que no es tu estilo-
Así había pasado.
-Pues, no, no es mi estilo-
Tartamudee frunciendo mi ceño, jugando con mis manos sobre el enorme vestido.
-Sí, lo sé-
Dijo como pausa, y prosiguió:
-Y… ¿ustedes son? -
-Brittany-
-Bethany-
Ambas carismáticas saludando de manera dulce.
-Y yo soy Leonard Dior, pero, supongo que ya me conoces, digo quien no-
Alardeo con sus manos y sonrió egocéntricamente.
-Sí, lo sé, lo vi en la tienda-
Intervino Dante.
- ¿Tienda? –
-Sí, la tienda Dior-
Leonard rio ofendido y se removió en su asiento.
-Jovenzuelo sepa usted que yo no tengo tiendas, yo tengo boutiques-
Deliberadamente Dante y Leonard tuvieron una especie de pelea sobre lo que era una tienda y una boutique, sabía que Dante era el tipo de persona que amaba ganar siempre, así que esto tal vez demoraría un poco.
Pero yo, yo sabía exactamente lo que me estaba sucediendo, mi cabeza estaba dando vueltas y mis nervios me hacía delirar al respirar, difícilmente podía mantenerme quita si no fuese por este enorme vestido, tal vez todos se darían cuenta como mis pies se balaceaban de un lado a otro, no obstante, mis manos batallaban entre sí por ver quién podía rayar más.
Mientras mi miraba divagaba en las diferente tiendas de Nueva York y las personas que en ella se encontraban.
-Alexa, ¿te sientes bien? -
Y al parecer mi nerviosismo solamente llamo la atención de Brittany quien era la que se encontraba frente a mí.
-Yo… creo que no-
Reiteradas veces menee la cabeza y la mire con temor en mis ojos.
Y como toda persona intentando levantar ánimos, ella tomo mis manos y las protegió con las suyas.
-No debería preocuparse mucho, Alexa-
Bufé desesperadamente y negué con la cabeza riendo por lo bajo.
Deseaba poder pensar eso, pero, mi mente se reseteaba cuando algo de tal magnitud sucedía.
-Oh, Calvin ya llego-
Mascullo a mi lado Dante.
Y aunque hablara de Calvin automáticamente mi mente se fusiono con otra persona, Clarissa Blair, la pelirroja medio irlandesa hermana del modelo Calvin Blair.
La chica con la que tenía una amistad y por culpa de mis mentiras y secretos ahora está lejos, la cual odiaba tener a mi lado a un principio por ser tan buena onda y superó alegre y ahora me hacía falta, así es, me hacía falta Clarissa Blair, me hacía falta la chica con la que había compartido mis más oscuros secretos, a quien le había contado sobre la chica misteriosa y sobre Ashton…
Joder, me hacía falta mi mejor amiga.
- ¿Sabes algo de Clarissa? -
Cuestione involuntariamente.
Y fue entonces cuando apago su celular y me miro con el ceño fruncido.
-No ha querido responder a mis llamadas-
Mastico entre sus dientes, como si fuera algo amargo.
- ¿La has llamado? -
Cuestione con una ceja alzada.
-Casi siempre-
Con una ceja alzada me cruce de brazos mirándole de manera retadora.
- ¿Casi? -
Rodo los ojos y contesto:
-No la llamo en horas de trabajo o cuando está en la universidad, bueno, solo cuando esta de camino a allá-
Y lo dijo tan natural como si el agua fluyera sobre el aire, literal.
-Te atrape pillo-
Indague con mi mirada en la suya.
Y había algo extraño de Dante y es que cuando él se sonrojaba exactamente no eran sus mejillas, eran sus orejas las que se calentaban, las que ponían rojas, por eso muchas veces era difícil de saber cuándo estaba nervioso.