CHAPITRE 62
“Nunca podrás conseguir la felicidad con él”
En algún punto, creo que el comentario de Matteo, de alguna forma se asemejaba a lo que Ashton hace un año decía.
Cuando no quería… hacerme daño.
Los flashes habían aturdido mis ojos y con ella despejo mi mente, fueron cuestiones de segundos cuando la mano de Dante me saco de mi shock atrayéndome a sus brazos para llevarme dentro.
-Estos paparazzi, nunca dejan que las personas sigan-
Comento con una sonrisa de lado.
-No te embobes con ninguno no vaya a ser que te quedes fuera del evento-
Fueron las palabras de Dante para mí, lo cierto era que no me había embobado, solo… estaba aturdida, el hecho de que Matteo, creyese que Ashton podría hacerme daño, es decir, si, lo ha hecho antes, pero, nada sucede dos veces ¿Cierto?
-Señor Lovegood, su familia lo espera, señorita Collins es un placer conocerla-
Debió ser el botones mejor pagado de la ciudad para ser parte de esto, el hecho de ser el, el que diera la bienvenida a las personas de alto rango, lo volvía especial.
Con una cordial sonrisa, por sus mejillas las arrugas se asomaban distinguía unos cuarenta años, sin contar las canas de su cabello que recién se notaban.
Una leve reverencia y luego entramos, debía admitir que los Lovegood realmente eran los reyes de las fiestas, esto, no se comparaba a nada de lo que antes pensé, el candelabro acorde a los mosaicos y diseños de las paredes, dorados y brillantes, sus señales de elegancia y optimismo a la belleza eran como de cuento de hadas, tan solo el estar aquí te hacía creerte una princesa.
-Jóvenes, la familia Lovegood los espera en el backstage-
Comento-susurro un tipo que a mi lado apareció, vestía de manera divertida, ni mu anticuado, ni muy a la moda, solo vestía formal.
Con la mirada le seguí, para después ser llevada por Dante y podría ser tal vez mi imaginación, pero, eso no quitaba de que podía sentir otro nerviosismo además de mío y es que cuando Dante se ponía nervioso tendía a apretar sus manos, ahora mismo, su mano estaba enroscando la mía triturándola prácticamente, como si fuese una víbora que mata a su presa.
Temí decirle algo, porque sabía que era la menos indicada para esto, no obstante, si no quería problemas debía callarme en presencia de la familia Lovegood con un tan solo “hola” era provocación de burla o de miradas infames.
-Hermosa, esplendida-
Cabía decir que un gran telón era el que nos separaba de las demás personas, Dante tomaba mi mano a través de él, mientras Leonard tras de mi velaba su vestido con dedicación, a Bethany y Brittany les habían prohibido la entrada por lo que debieron quedar fuera esperando junto al público, perfectamente podía distinguir los diferentes personas, todos lo con trajes hasta los pies, pero, ninguno como el mío.
De pronto, las mariposas en mi estómago revolotearon, por temor a pasar pena con este vestido tan gigantesco, sentía que las personas me miraban y empezaban a burlarse de mí, sentía sus miradas penetrando la gruesa tela.
De pronto, parecía ser yo el centro de atención.
Nadie, absolutamente nadie, estaba como yo, todos estaban elegantes y discretos, en cambio yo, era una principesca loca.
-Alexa, querida-
-Seré el hazme reír-
Masculle por lo bajo.
Traumada totalmente.
-Querida, porque lo dices-
A mi diestra Leonard se sostuvo, podía ver por el rabillo del ojo como miraba con tranquilidad la fiesta.
-Solo mírame, llevo un enorme vestido, ellas llevan vestidos elegantes y sencillos, mi cabello esta hecho dos moños, ellas tienen el suyo con plancha y atomizados, no parezco una jovencita, parezco una nena-
Intuí con dolor.
Y jamás, Alexa Collins se había preocupado por su físico, nunca, de hecho, pero, ahora, todo era cuestionado.
Solo escuche la armónica risa de Leonard y como se empujaba con sus pies de atrás hacia adelante.
-De hecho, esos cosméticos variables en el cabello son muy dañinos, querida, tienen muchos químicos que causan enfermedades y cáncer y no creas que los moños te hacen ver más niña, no querida, los jóvenes no tienen un peinado que los identifica, los jóvenes no tienen eso, solo tienen personalidad, los moños te los he puesto como signo de nobleza, pero, también atrevidos, tus ojos difaman sensualidad al mil por ciento, pero, esos moños ocultan poco de ello, tornándolo algo sensualmente tierno, tu vestido te hace dar espacio suficiente para caer y levantarte, sin pasar pena alguna, no se notara en lo absoluto, no es el peinado lo que te hace parecer ridícula, querida, son tus pensamientos lo que te martirian con ello-
-Dime, que no has ensayado eso-
Comente con sarcasmo.
Él se limitó a reír y negar con la cabeza mientras se giraba en su entorno y tomaba nuevamente la cola de mi vestido.
Suspire y me atreví a pensar que nada malo sucedería que esta era yo, que daría lo mejor y les caería bien a las personas-