Destrucción y Caídas

Capítulo 2: El Elegido.

    A la mañana siguiente, el diecisiete de mayo, los reyes, Galvan, Sniy, el príncipe y la princesa zarparon hacia los volcanes Zagre. Fueron tres barcos que zarparon, en el primero y principal, iban los magos que enseñarían a los iriseanos a navegar comandado por Yunt. En el segundo barco venían los reyes y sus hijos, Adir y su hermana Falith, por último, Galvan y Sniy. En el tercero venían los soldados de cada reino y algunas provisiones el cual se fue directamente a Ravenlyn.

    Pasaron tres días desde que zarparon, a un kilómetro de llegar a las orillas de las montañas de los volcanes, Yunt había comenzado a preparar a sus soldados, irían a explorar las tierras para saber si aún eran seguras. Había pasado mucho tiempo desde que alguien pisaba esas tierras. Llegaron a la orilla de una pequeña playa, tres magos y un ravenliano bajaron con un bote. Remaron hasta llegar a la playa, exploraron por una hora, regresaron al barco. Yunt mando a un mago al segundo barco, diciendo que podían bajar a la playa, la reina Lybeth dio la orden de no bajar, de irse de inmediato a Halin, el mago miro a Galvan, este le dijo que hiciera lo que le dijo la reina. El mago fue con Yunt y le empezó a explicar lo sucedido en el otro barco, de mala gana Yunt acepto.

    Dos días después, los magos hicieron que los iriseanos navegaran hasta llegar a Halin, y lo hicieron bien para su primera vez. Los señores de Halin los estaban esperando, el rey Lewis les había enviado un cuervo declarando que pronto llegarían, esto fue cuando comenzaban a salir de los volcanes. Llegaron al puerto, anclaron sus anclas, todos bajaron y algunos comenzaron a bajar algunas cosas para mantenimiento. Los reyes y príncipes, Galvan y Sniy fueron con los señores de Halin, atrás de ellos iban Adir y Falith. Los señores los estaban esperando, con una escolta con dos de sus mejores espadachines, dos de sus mejores arqueros y dos de sus mejores lanceros. Sus soldados se veían poderosos y feroces, su armadura negra como la noche, era realmente hermosa, sus espadas y las puntas de las flechas y las lanzas eran aún más negras. Comenzaba a anochecer, los soldados comenzaban a desaparecer, se habían camuflado.  

    Los señores de Halin estaban felices de poder hablar a los iriseanos, Cadhir Bij y Boka Litn, Cadhir vestía un pantalón negro y una playera blanca con su espada en su vaina y Boka vestía un gran vestido rosa. 

    —Es bueno volvernos a ver —dijo Cadhir mirando a Galvan—. Ha pasado mucho tiempo. 

    —Lo mismo digo.

    Galvan se adelantó y abrazo a Cadhir, también a Boka.

    —Cadhir, te quiero presentar a la reina de Iris, la más encantadora de los reinos —comento Galvan—. La reina Lafia Zaler y a su hijo, el príncipe Haise Zaler.

    Cadhir se acercó a la reina Lafia, le beso la mano y declaró: —Es un gusto conocerla, su alteza.

    Boka hizo lo mismo: —Sean bienvenidos a nuestra ciudad, los esperábamos con ansias.

    —Es cierto, esperábamos mucho su llegada y, antes que nada, me presento soy Cadhir Bij para servirles, señor y amo de esta ciudad. También soy comandante del mejor ejército del mundo, y ella —señalo a Boka—. Es mi esposa, Boka Litn.

    Después fueron con el príncipe Haise, Boka le dio un beso en cada mejilla, Cadhir lo abrazo y le dio la mano, Haise miro de una forma extraña a Cadhir. Por último, los dos fueron con los demás iriseanos, saludaron a Adir quien fue presentada como maestra de armas, a su hermana como la siguiente maestra del reino. Se alejaron poco a poco, hasta llegar al lugar donde estaban inicialmente.

    —Altezas —Cadhir y Boka habían hecho una reverencia—. Si gustan pasar a nuestra ciudad, el banquete está listo. 

    —Por supuesto, sería un gusto —expresó la reina Lybeth.

    Dieron un paseo por la ciudad, todo era perfectamente cuadrado, los iriseanos y Sniy se quedaron sorprendidos por la ciudad, posteriormente fueron a una torre en medio de la ciudad. La Torre V era su nombre. Allí cenaron y durmieron. Sniy en todo momento estuvo diciendo chistes y haciendo reír a todos.

    Al día siguiente los llevaron al campo de entrenamiento que estaba en la parte trasera de la ciudad. Los halinenses llevaban un entrenamiento muy duro, los lanceros golpeaba unas rocas muy duras. Las tenían que romper y solo tenían como máximo de tres palos para romper. Los arqueros jalaban de un lazo atado en palos enterrados en la tierra. Y los espadachines blandían palos gruesos que llegaban a pesar veinte a treinta kilogramos. Todos habían quedado asombrados por ese entrenamiento, en especial Adir quien pidió permiso de quedarse un día en el campo, pero la reina Lafia no se lo otorgo. 

    —Por ahora no, será después.

    —Déjela quedarse por un día aquí —comento Cadhir—, estará bien aquí. Mañana yo personalmente la iré a dejar.

    —Gracias por eso, sin embargo, vinimos juntos y nos vamos juntos —declaro la reina Lafia—. La próxima vez que vengamos te quedaras.

     Adir asintió. Paso una hora, hablaron y vieron entrenar a los soldados halinenses, el príncipe Haise y Sniy entrenaron un poco con ellos. Al príncipe le gustó mucho entrenar como lo hacían los halinenses. Por otro lado, Sniy no, era un poco pesado y duro para él.

    Cadhir se acercó a Sniy, con una gran sonrisa en la boca: —Deberías parar con el entrenamiento, te vas a lastimar si te sigues forzando. Esto es demasiado para ti.




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