Desvanecer

8° CAPÍTULO

Cuando Valbert volvió a casa ya era algo noche y al entrar percibió un aroma que provenía de la cocina. Al entrar encontró a Klaudia usando el mismo delantal que él había usado el día anterior para preparar la cena.

-Buenas noches señor Vidal ¿Cómo estuvo su día?

Valbert se sintió algo sorprendido por esa imagen, a decir verdad no esperaba que Klaudia hiciera eso siendo apenas su segunda noche en esa casa. Durante un fugaz instante aquella escena le pareció sumamente agradable, pensó lo hermoso que sería tener una vida normal, estar casado con esa bella mujer y vivir únicamente con su trabajo como editor y no más como el oscuro Banisher, pero esa idea fue desplazada rápidamente por la cruel realidad, su vida entera estaba marcada por el Desvanecedor y por más que anhelara tener una vida normal al lado de Klaudia Comanely, nunca podría lograr que eso funcionara.

-Me tomé la libertad de usar su cocina para preparar algo en forma de agradecerle lo mucho que ha hecho por mí en estos días. -Dijo Klaudia desde la cocina con una amplia sonrisa que dejaba ver su blanca dentadura. Valbert no pudo evitar sonreír al ver aquella expresión afable en el rostro de su huésped y fue también con esa sonrisa que cualquier duda quedó despejada, Valbert estaba condenado y era imposible que lograra liberarse del hechizo que Klaudia había lanzado sobre él.

-Me parece bien, me da gusto que se sienta en casa y pueda tomarse ese tipo de libertades. -Respondió Valbert igualmente sonriente con una voz llena de sinceridad ante la idea de que Klaudia pudiera sentirse cómoda y feliz viviendo con él.

Valbert puso la mesa mientras Klaudia terminaba de cocinar, así como ella lo había hecho la noche anterior.

Klaudia había preparado un delicioso asado de cordero con una fresca ensalada. Valbert sacó una botella de vino, perfecto para acompañar la cena y ambos se sentaron a comer.

-¿Cómo estuvo su día señorita? -Preguntó Valbert tras degustar el primer bocado de la cena.

-Pues estuvo bastante tranquilo, fui a buscar trabajo nuevamente pero me temo que no he tenido suerte. Disculpe ¿le molestaría si lo llamo por su nombre?

-Sería agradable, a mí también me gustaría poder llamarla Klaudia, si no le molesta.

-Para mí sería excelente que pudiéramos hablarnos de tú.

La conversación siguió amenamente durante la noche, ese era el plan de Klaudia para poder disparar justo cuando la cena estaba por terminar.

-Hoy leí un artículo interesante en el diario. -Dijo Klaudia fingiendo no darle importancia. -Al parecer Alfonzo Taylor está encabezando las encuestas para ganar la gubernatura en las próximas elecciones.

Para Valbert el nombre de Alfonzo Taylor no significaba ya nada relevante, pues aunque no hubiera podido olvidarse de Klaudia, si había logrado olvidar quién y por qué lo había contratado para eliminarla.

-Sí, es un candidato fuerte, aunque realmente no me parece apto para el puesto.

-Lo sé, y es horrible que nadie pueda hacer nada para evitar que el pueblo cometa un error al votar por él.

-Pues sí, es difícil que se haga algo y más a estas alturas, sólo faltan un par de meses para las elecciones.

-Yo podría hacer algo, pero para eso necesito pedirte un gran favor Valbert. Sé que ya has hecho muchísimo por mí, pero aún así necesito un favor más, el último, espero yo.

Valbert levantó la vista con curiosidad, pero en ese momento se dio cuenta de que tanto la cena como esa amena charla que acababan de tener no habían sido nada más que una simple preparación para ese momento.

-¿De qué se trata Klaudia? –Preguntó Valbert fingiendo un genuino interés, aún cuando ya sabía qué era lo que la joven estaba a punto de pedirle.

-Valbert, consígueme trabajo en un periódico. Sé que tú puedes lograrlo, tienes las influencias necesarias para hacerlo, por favor, sólo eso te pido y te prometo que si me ayudas te recompensaré generosamente todo lo que ya has hecho por mí.

Valbert vio fijamente la expresión de súplica de Klaudia al momento de hacer su petición y tras unos breves instantes de silencio tomó un sorbo de vino y respondió.

-Veré que puedo hacer, aunque en realidad no será fácil. Aún cuando eres una gran columnista y no temes hablar abiertamente, tus artículos dicen cosas que muchos diarios no se atreverían a publicar y que honestamente son difíciles de aceptar en la sociedad. Pero aún así veré que puedo hacer.

-Muchas gracias Valbert, te lo agradezco infinitamente. -La expresión de Klaudia se llenó de regocijo ante la simple esperanza de conseguir de nuevo un empleo.




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