TANIA.
Le dije a Luce que haría una lista con todas las personas que fueron a la fiesta. Pero ella no me había escuchado, y se había dormido terriblemente.
Apagué todas las luces. Si no, mi madre me regañaba por irme a dormir tarde. Y me quitaba el celular. Y no era momento.
Luego de terminar una lista, claramente no tenía todas los nombres de todas las personas. Pero sí la gran mayoría. Comencé a entrar en sus cuentas de instagram. Vi todas sus historias. Pude reconocer otras caras. Vi fotos. Al menos, unos veinte videos, y ninguno era tan cercano al momento del accidente como el de la primera cuenta.
También se me ocurrió mirar las historias de instagram de las hermanas Sanders, pero habían bloqueado todas sus cuentas.
Al finiquitar mi búsqueda en instagram. Pasé a facebook, y a twitter. Conseguí reunir en total, unos veinte videos de personas diferentes, que potencialmente podrían cargar pistas. Además de fotos. También pensé que sería bueno interrogar a algunas de las personas que vieron lo sucedido. O al menos, preguntar si alguien vió algo.
De pronto, cuando eran como las cinco de la mañana, y me estaba por ir a dormir, mi teléfono vibró. Y era esta cosa. Ésta manía. No pude evitar agarrarlo. Era un video de youtube. El canal se llamaba TheFiveJack. Era un idiota llamado Jackson que iba a mi escuela. Por suerte, nunca jamás tuve contacto con él. Se creía youtuber. En realidad, lo era. Con un contenido de mierda, pero lo era. Hay que darle el crédito. Luego de revisar muchos de sus videos, y ver que muchos de ellos eran contestando preguntas que sus fans le hacían, pude ver que había un tag de pareja. Mierda, esa era Bel. ¿Cómo se había prestado a hacer una cosa así? Por Dios.
Al caso. El carilinda se dedicaba a contar cómo era su fantástica vida siendo un muchacho adinerado en un pueblo sin reglas. Bel participaba de algunos de esos videos, pero no parecía que quería. Él simplemente parecía sacar la cámara, y hacer un vlog diario. A la gente le gustaba. Así que este es el idiota que engañó a Bel. Su último video, trata sobre la fantástica fiesta de sus amigas: las hermanas Sanders, y cómo eso terminó en una tragedia. Sin embargo, cuando intenté abrirlo, ya lo habían dado de baja. Entré a sus historias de instagram, el video que estaba más cerca del asesinato, era el suyo. Era su Instagram. Y tampoco estaba.
Mierda, pensé. Tal vez pensé en voz alta. Luce, se despertó exaltada. Oí cómo la lámpara de mi madre se encendía del otro lado de la pared. No fui tan rápida, para hacerme la dormida.
—¿Qué haces despierta?— la voz de mi madre, me asustó.
—¿Dónde está papá?— pregunté.
—Duérmete.— respondió, antes de irse.— ¡Ahora!
Bufé, y recosté mi cara sobre la calurosa almohada. Mi celular se había recalentado. Mis manos estaban un poco sudadas. Mi cabeza dolía, y rápidamente caí en los brazos de Morfeo.
LUCINDA.
Me desperté agitada. Sentía cómo mi corazón estaba por salirse. Me había transpirado absolutamente toda la ropa. Parecía que me había duchado. Mi rubia cabellera estaba empapada.
Ese maldito jamás se iba a ir de mi mente. Odié a mi hermano. Desde que nací. Siempre fue muy estúpido como para poder ser real.
No podía dejar de pensar, en su manera de hablarme, cuando me dijo que no volviera jamás. Dejarlo en esa situación, me hizo sentir bien, y eso me asustaba más que cualquier otra cosa.
No tenía ni idea de cuando mis padres saldrían de la cárcel. Ni si es que saldrían. No merecían salir. Para nada. Arruinaron la vida de cientos de miles de personas. Hasta arruinaron la vida de su propia hija. Pero, no lo sé. Aún los quería. Al menos, un poco. Eran mis padres, supongo.
Los pájaros estaban cantando, y ya resultaban muy molestos. Lancé un gruñido, demostrando mi enojo con la maldita naturaleza.
La cara de mi hermano cayendo seguía apareciendo en mi mente, de vez en cuando. Ese maldito sueño.
Suspiré. Ya no sé cuánto tiempo Tania e Isabel querrán que esté con ellas, si sigo siendo así. Si sigo sin responder sus dudas.
De pronto, Tania se despertó exaltada. Y gritando:
—¡YO NO FUI!
Nuestras miradas se encontraron, y sus cachetes se enrojecieron como tomates en su piel oscura. Mis ojos analizaron. Y comencé a reírme. A carcajadas.
—Tranquila, Tania. Fui yo.— mencioné burlándome de ella.— ¿Qué estabas soñando?
—No puedo contarlo.
—Uh, eres misteriosa, chica.
—No, tonta. No puedo contar sueños sin comer antes. Porque podrían hacerse reales.
Decidí omitir cualquier comentario hiriente ante semejante idiotez.
—Tú, Lucinda. Me debes respuestas.— dijo, mientras se incorporaba.— ¿Qué hora es?
—Las nueve de la mañana.— Contesté.— Cteo.
—¿Qué es lo que te pasó a tí?— inquirió, luego de observarme detenidamente.— ¿Te tiraste a un lago con ropa mientras dormías?
—Ja ja. Que graciosa. Tuve una pesadilla. Se trataba de…
—¡NO!— gritó ella, y cubrió mi boca con su mano.— Debes comer antes. O sino, se hará realidad.— Lo dijo con tanta seriedad, que hasta me dió un poco de miedo todas las veces que conté pesadillas sin comer algo antes.
La puerta se abrió de repente. La madre de Tania, entró por la puerta, era una mujer muy bella a decir verdad.
—¡Chicas!— dijo, alegre. Entre sus manos, tenía una bandeja con los tazas humeantes de café, y unas tostadas.— Les venía a traer el desayuno. Me llamó la madre de Marcus, Tania. Debemos hablar en algún momento, tu y yo, señorita.
—Luego.— contestó ella, abalanzándose hacia su pobre madre, tomó una tostada. Y le besó la frente. Era más alta. Supongo que su padre podría ser alto. ¿No? No lo sé.
—Es muy amable, señora.— sonreí, y tomé una taza de café.
—Puedes decirme Carla.
—Mucha charla.— nos cortó Tania. Ambas la miramos confundidas.— Luce, pareces un puerco. Ve a darte una ducha, nos tenemos que ir.