Detrás de las Sombras. ©

Capitulo 3

                                                              Dios, ayúdame 

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Vacío

 

Estoy en un vacío interminable, flotando en la oscuridad con un vestido de terciopelo blanco cubierto de sangre y lagrimas derramadas. No sé exactamente cuánto tiempo llevo aquí, podría decirse que algunas horas. 

Lo único de lo que estoy segura es que llegué aquí luego de que la mujer me susurrara que despertara. Al principio estaba desesperada, pero al paso del los minutos entendí que no podría hacer nada estando histérica.

Y ahora henos aquí, flotando y esperando morir, porqué no creo soportar mucho más tiempo en este vacío. Pero en el momento en que la exasperación estalló en mi cuerpo escuché una voz decir :

 

- Cierra los ojos.

Esa voz se me hace familiar, pero no logro descifrar quien es la dueña de ésta.

- Cierra los ojos hannah. Solo ciérralos.

Esta vez parecía más una demanda departe de esa voz.

Dudé un momento en hacerlo, pero luego obedezco porqué tal vez si lo hacía volvería a la realidad.

- Despierta Makayla, despierta.

Abro los ojos y me veo un prado lleno de todo tipo de flores silvestres. Puedo escuchar el cantar de los pájaros y ver a algunas mariposas. A mi lado hay un niño de cabello rubio oscuro que jamás he visto en mi vida. Él me sonríe y apunta a el cielo.

Levanto la mirada y me encuentro con el hermoso cielo naranja con rojo.

Estaba anocheciendo.

Vuelvo mi mirada a el niño y éste se ríe. Acto seguido se levanta del pasto y me ofrece su mano. La cual acepto al instante. Pero me doy cuenta de que no soy yo la que se está moviendo.

Soy una espectadora.

¿Acaso estoy muerta?

¿O esto se trata de un simple sueño más?

El niño me guía a través del montón de pasto verde. Corríamos riendo y caigo en cuenta que soy una niña de cabello castaño claro y ojos igual de azules que los mío.

Paramos de correr frente una casa, que, a simple vista parecía excesivamente antigua.

Caminamos a la parte trasera de la casa y él corre de nuevo, obligándome a mí a hacerlo.

- Makayla promete que no verás hasta que te diga ¿de acuerdo?

Asiento con una sonrisa en mi rostro y cierro los ojos.

Esto tiene que ser un sueño porqué mi nombre no es Makayla, si estuviera muerta estoy segura de que él me llamaría por mi nombre.

El niño se adelanta y luego de algunos segundos vuelve a mi lado para tomar mi brazo, guiándome.

- Abre los ojos - pidió con voz calmada.

Al abrir los ojos vi algo que me hizo llorar de alegría.

Había un hombre de cabello negro y piel blanca. Tenía un atuendo muy extraño.

El hombre era alto, tenía una mirada prepotente y sus ojos eran de un color gris ceniza bastante hechizantes.

Corrí a él y con todas mis fuerzas lo abracé.

- Estás aquí, estás aquí. - Le dije al hombre - Viniste, cómo lo prometiste.

Levanté la cabeza y miré a una mujer hermosa mujer pelirroja con un vestido que parecía de muchos siglos atrás. A su lado estaba un niño de tez clara ojos y color de caballo rojo fuego.

- Te dije que vendríamos pronto. Más que eso, yo te lo prometí y pues yo cumplo lo que digo.-

Todo se volvió oscuro y de la nada me encontraba en una colina y a lo lejos estaba un pueblo en aparente decadencia. Era la misma niña, solo que esta vez si podía controlar mi cuerpo, eso me confundió en gran manera. Pero esa confusión se fue al olvido cuando me percaté que mi vestido blanco estaba hecho harapos y ensangrentado. Fijé mi mirada en el suelo y vi una sabana manchada en sangre y un extraño liquido negro...




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