Detrás de una Sonrisa.

12

Elizabeth. 

He intentado de nuevo pero, me lo ha negado de nuevo. Nestor se empeña en amargarme la existencia con su estupidisima obra. Ha sacado la excusa de que si no hacemos esto bien cerraran la academia el año siguiente, no podria importarme menos.

Como quiera que fuera no debería negarme mi derecho a irme cuando se me pegue mi regalada gana.

En la clase de Diana había un cupo libre, uno de los alumnos había dejado la academia y ahora podría entrar en su lugar.

Saúl también estaba allí. Y me había avisado de inmediato en cuanto estuvo libre ese lugar.

El ensayo de hoy fue todo un desastre, no podía dejar de mirar a Dave con rencor por haber golpeado a Cameron, auque el también se llevó algunos golpes mi coraje se volvió aun más grande cuando lo vi alardeando sobre la golpista qué le propinó.

¿Es que es idiota o que?

Y para rematar todavía se hace la víctima.

No tolero su presencia, cada vez se hace más y más insoportable el hecho de que tenga que compartir tiempo con él. Aunque lo cierto es que solo espero a que me autoricen el cambio de clase o si no me daré un tiro en la cabeza. Lo único bueno es que ese día esta cada vez más cerca el día de la obra, y Jass esta de mi lado, tampoco aprueba qué me incorporen así como si nada.

Ahora me encuentro en el parque, me gusta pasar tiempo al aire libre, poder leer y escribir algunas cosas en mi libreta.

Seguí el consejo de Cameron e intente hablar con Jane, pero no ha respondido a ninguno de mis mensajes ni a las llamadas que realice esta mañana, lo cierto es que tampoco insistí demasiado; solo deje un mensaje pidiéndole qué me llamara y no lo ha hecho.

También me ha animado lo que me dijo para poder encontrá mi vocación.

Alguien toca un par de veces mi hombro. Retiro las bocinas de mis oídos observando a quien está frente a mi.

—¿Puedo sentarme?—señala el lugar donde mis piernas descansan.

—¿Qué es lo que quieres?—tomo mi mochila guardanos mis cosas.

Vuelve a señalar donde mismo, un poco de fastidio retiro mis piernas dejando el lugar libre para que tome asiento.

Con un gesto le indico que hable lo que sea que tenga que hablar.

—Vine a disculparme.

No digo nada, dándole la libertad de que prosiga.

—Creo que no fue muy sensato de mi parte lo que sucedió en la fiesta de tu amiga.

—Tu no tienes nada de sensatez—masculle.

—Lo que quiero decir es que, lamento haberme comportado como lo hice—ignora mi comentario—. Y también por gritarte de esa manera.

Quedo en silencio esperando más, pero no lo dice.

—¿Solo por eso? ¿No te olvidas de algo, o de alguien?

—No, es todo lo que tenía que decir.—alza lo hombros si preocupación.

—Vaya disculpas.

Me pongo de pie alejándome, sin embargo me sigue en silencio hasta llegar al final del camino entre los árboles. He caminado tan rápido que lo he dejado atrás, casi ha corrido para alcanzarme.

—¿Puedes detenerte? —trata de tomar mi brazo pero no se lo permito—Joder, qué ya me he disculpado ¿Que más quieres?

Sigo mi camino sin responder.

—¿Por que te importa tanto él?—indaga—Debería ser el quien se disculpe conmigo, no yo con el.

—Casi qué lo mandas al hospital por la golpiza qué le diste, ese es motivo suficiente.

—El fue quien comenzó, el me golpeó primero y por lógica debería ser yo quien reciba disculpas—se queja.

Me detengo de golpe, giro sobre mis pies quedando frente suyo.

—¿Te has preguntado por qué fue que lo hizo?

Me defendió, y eso aunque me molesto un poco fue un gesto lindo de su parte.

—Te pones de su lado—murmura.

—Si, me pongo de su lado porque es mi amigo y me importa, y me importa mucho más de lo que tú puedes llegar a hacerlo.

—¿Y que es lo que tengo que hacer yo para importarte tanto como el imbécil de tu amigo?—da un paso hacia mi—Quiero ser importante en tu vida, ¿No lo entiendes? Mucho más de lo que te importa el, y todas las personas que pones siempre sobre mi.

¿Pero que...?

Me ha dejado con un signo de interrogación en la cara. Sin embargo eso no es impedimento para responderle.

—Estas muy lejos de llegar a ese puesto.

Continuo caminando, esta vez no me sigue pero puedo sentir que me mira mientras me alejo. No paro hasta que estoy lo suficientemente lejos, en un lugar muy transcurrido donde veo a  Jay y su hermano Mad, a quienes he visto hace algunos nada horas en el estudio de la académia.

Se percatan de mi parecencia, y ambos se acercan a mi.

—¿Disfrutando del sol momentáneo?—hablo Mad.

—No—respondí indiferente.

El y su hermano llevan camisas playeras iguales, solo que la de Mad es color amarillo haciendo contraste con su cabello, y la de Jay es verde con palmeras por todos lados.

—Iremos a la playa un rato, aprovechando que esta soleado—se coloca unos lentes de sol, posando como si estuviera en una sesión fotográfica.—¿Quieres venir?—ofrece.

Sacudo la cabeza, negando a su oferta.

—Habrá chicos guapos—sonrie con picardia, codeando a su hermano, quien por cierto esta serio.

—Con mayor razón no ire.

—Ya entiendo, te gustan los feos. Lastima Jay, no eres su tipo, tendre qué darte un sartenazo para que así seas su tipo de chico ideal—bromea.

—Agh, callate—respondió el aludido entornando los ojos.

A lo largo del tiempo me he acostumbrado al tipo de bromas que ellos hacen, pues entiendo que su humor sea diferente al mio. Ese tipo de comentarios se han vuelto normales en ellos.

—No me apetece ir a un lugar donde hay demasiadas personas.—aclaro.

La acumulación de personas en un solo sitio me causa estrés, a eso agregarle qué estás personas estén medio desnudas es incómodo, tampoco soy fan del sol, ni el calor. No se porque a la gente le gusta y a quemar su piel a lugares como la playa. El mar... también lo odio, por si no ha quedado claro.




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