Detrás del Paraíso (borrador)

Capitulo 14‖

CAPITULO CATORCE

"Problemas"

—Y bien..., ¿Encontraste algo?

Sean rompió el silencio. Eran las primeras palabras que pronunció desde que entramos a la casa. Buscamos en el despacho del señor tomilson, en las habitaciones, en la sala de estar, en la cocina, hasta en los rincones más diminutos pero simplemente no había nada.

Na-da.

Y comenzaba a frustrarme. ¿Por qué nos mandarían a la casa de los tomilson, si ni siquiera había nada?, ¿Por qué nos arriesgamos a tanto sin sersiorarnos de que si había información? 

O de verdad el señor tomilson sabía esconder su documentación o éramos estúpidos para buscar, por que llevábamos más de treinta minutos sin siquiera encontrar algo sospechoso.

Estábamos en la gran biblioteca de Scarlett. Constaba de un salón con libreros gigantes como remplazo de paredes, había una escalera para alcanzar libros que se encontraban a más de dos metros de nosotros, un par de sofás y una mesita de centro. Sean buscaba entre los libros y yo también lo hacía sacando y metiendo cada ilera de libros que me encontrara.

—Jamas encontraremos nada, al menos no en esta biblioteca que mínimo a de tener unos mil libros—respondi rodando lo ojos.

De alguna manera el hecho de que no hayara mi objetivo me frustraba de sobremanera. Sentía que todo era una estupidez y un claro juego para la persona que nos indico hacer tremenda locura.

—Me encanta que seas tan positiva—ironizo el pelinegro pasando hoja tras hoja de un libro viejo.

—Si, pues, a mi me sorprenden tus esperanzas, aunque ambos sabemos que no encontraremos nada—cerre un libro de golpe y lo metí en su espacio correspondiente.

Observé atentamente como la mirada de Sean recorría las letras sin ningún interés, fruncía el ceño cada ciertos segundos pero al no tener nada cerraba el libro y lo volvía meter en su lugar. Y así sucesivamente con la primera fila. Cuando noto que solo me había quedado parada con las manos en la cintura, deslizó su mirada del libro a mi.

—La esperanza muere al último—murmuro para después cerrar el libro y dejarlo a un lado—¿Me puedes explicar que demonios te pasa?

—Nada.

—Si claro. Entonces tengo que ignorar el hecho de que estás mordiendote el labio a cada segundo, que tienes que restregarte las palmas de las manos por el pantalón para quitar el sudor de tus manos y que instintivamente me miras como si quisieras decirme algo. Así que, vamos, suelta lo que te trae... Así—me señaló.

Oh, mierda. ¿Por qué tenía que ser tan observador? 

—Es que...—lo pensé bien antes de decirlo—Nada, enserio nada. Solo concéntrate por qué siento que en cualquier momento llegará la policía y nos arrestara.

Antes de que pudiera decir algo más, camino hasta llegar a mi, entrecerró los ojos y me miró confuso.

—Algo que deberías saber de mi, es que soy extremadamente necio y no dejaré pasar esto. Vamos, puedes contarme.

—Y algo que deberías saber, es que no diré absolutamente nada, menos a ti.

Me aleje de él sin decir nada más y salí de la biblioteca para deslizarme por el pasillo y llegar a la sala de estar. Analice con la mirada el lugar y entonces ví un librero escondido detrás de una pared con una enorme planta. A pasos sigilosos me acerque al librero y comencé a buscar en los cajones que había hasta abajo, lastima que algunos estaban cerrados a llave.

—¡Sean!—le llame.

Escuché sus pasos a lo lejos. Mientras, seguí buscando algo que me ayudara a abrir la puerta pero cuando llegó se quedó viendo por detrás de mi hombro.

—Ayudame a buscar la llave de estos cajones—forcejee con algunos tratando de abrirlos.

—¿Te paraste a observar que detrás de ti hay una puerta? 

Rodé los ojos y me volví para verlo.

—Si la vi. Si no mal recuerdo es un baño que estaba en construcción.

—¿Y eso fue hace...

—Hace dos años...

—En dos años ese baño pudo ser sustituido por otra cosa—fue el, el que rodó lo ojos.

—No lo creo.

—No perdemos nada por investigar—dijo y de repente me volteó a ver cómo si una idea se hubiera apoderado de su mente—En el despacho del señor tomilson ví un manojo de llaves, tal vez ahí este la de la puerta.

—Esta bien, vamos—rode los ojos.

Me pare de ahí y comencé a caminar rumbo a el despacho. Era extraño por qué el silencio otra vez estaba ahí y aunque ya no era incómodo como antes, seguia siendo un silencio extraño. Como si alguno de los dos quisiera llenarlo con alguna estupidez pero no pudiéramos.

—¿Me dirás por qué estás... Así?—pregunto mientras escuchaba sus pasos siguiéndome.

—¿Así?, ¿Así como?—me hice la tonta.

—No lo sé, extraña.

—Yo no noto nada.

—Pues yo si.

—Mientras yo no lo note, estoy perfectamente bien.

—Pues para mí no, por qué me irritas.

—¿Y eso debería importarme? 

—Joder. Eres in-so-por-ta-ble—vocalizo y paso a mi lado con rapidez mientras se tomaba el pelo con frustración.

Abrimos las puertas dobles del despacho y volvimos a entrar. El despacho del señor tomilson mantenía ese toque elegante y que demostraba cierto aire intelectual. En el fondo hay un escritorio con papeles perfectamente ordenados, una enorme silla del otro lado y otro par de frente.a los lados hay libreros y aún costado un minibar con unas cuantas botellas de tequila y whisky. 

—¿Dónde las viste?

Repase con mi mirada todo lo que nos rodeaban pero no veía nada.

—Por aquí, debe estar en alguno de estos cajones. No recuerdo exactamente—me respondió rebuscando en los cajones del escritorio.

Rodee el mismo y me puse a su lado para buscar en cada cajón, desordenado los papeles y demás que había dentro. Fue hasta que abrimos el último cajón y el más grande, en el vimos el gran manojo de llaves. Lo sacamos con felicidad y las agito frente a mi. Intente arrebatarse las pero las alzo más arriba de lo que mi pequeña altura podía superar y me sonrió burlón.




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