Las constantes pesadillas se repetían cada noche para los tres muchachos. La imagen del desgarbado no los había dejado en paz, desde entonces.
Después de un acuerdo, decidieron reunirse esa misma noche e intentar contactar el alma del joven difunto. Tras un ritual pedirían su perdón.
Habían sacado de un portal esotérico los pasos para efectuar el rito, pero solo debían hacerlo si su arrepentimiento era verdadero; si de verdad deseaban ser perdonados por el espíritu. De lo contrario, las consecuencias podían ser fatales.
— ¡Escuchen! acabemos con esto ya. Tan solo lo hacemos y nos vamos. Dicho esto; Ronny que conocía cada rincón del instituto se coló por una ventana rota que daba al laboratorio de ciencias. Lo siguieron Sam y Milton.
Todo estaba oscuro. El aire húmedo y caliente salia de sus bocas en contraste con el intenso frío del exterior.
Un silencio atroz estremecía sus cuerpos mientras recorrían el pasillo a ciegas, tan solo con la luz tenue de una linterna.
—¡Alumbra bien estúpido!— refunfuñó Ronny al ver el reflejo de luz movediza producto de la mano temblorosa de Sam.
Se detuvieron en el pasillo que daba a la puerta del lavabo. Allí mismo acabaron con su vida. Allí mismo deberían pedir perdón.
—¡Es aquí!. Vamos a preparar todo —Ronny fue el primero en entrar presumiendo valentía. Los demás avanzaron detrás, presos del miedo que los invadía.
En primer lugar encendieron tres velas blancas; (por cada uno de ellos) y las colocaron alrededor de un circulo de sal que habían preparado para lograr protección. Situaron una foto del muchacho muerto (que quitaron del altar que los profesores habían preparado en su honor) en el centro del circulo , mientras ellos se adentraron al mismo y se tomaron de las manos.
Cerraron sus ojos y visualizaron la figura del difunto en sus mentes mientras repetían a la vez su nombre tres veces.
Pero algo salió mal. Muy mal. Uno de ellos no estaba realmente arrepentido.
Ronny soltó sus manos y quedó de pie junto a la linea de sal, del que no podía salir, mientras entre risas contemplaba la imagen de sus dos amigos.
— Son patéticos ja ja ja — dijo, dispuesto a marcharse sin ellos.
En ese momento; la puerta se cerró de un fuerte golpe arrojando a Ronny contra el piso.
—¡Entra al circulo! ¡Debemos quedarnos dentro! ¡Entra ya!— Advirtieron ambos a su amigo que permanecía inmóvil con sus ojos clavados en una silueta alta y encorvada que se reflejaba en el espejo.
No le dio tiempo a reaccionar que ya era demasiado tarde. La sangre que mojaba sus pies era la suya.
Aterrados ambos se quedaron abrazados, repitiendo a gritos con voz temblorosa. ¡Déjanos en paz! ¡Déjanos en paz!
Las velas se apagaron. Uno de ellos corrió hasta la puerta. Otro se quedó en el circulo.
A la mañana siguiente encontraron a Sam dentro de un circulo de sal en estado de shock, junto a los cuerpos inertes de sus amigos, Ronny y Milton.
El joven permanece a día de hoy en un hospital mental de máxima seguridad. Temiendo su probable final.