Devorador de Emociones

El Limite

     Hace cinco años arremetí contra Luisa de la misma forma que tenía pensado hacerlo contra Silveiro.

     Madrid, España, cinco años antes…

     Había despertado con el cuerpo tan entumido que no podía sentir nada del cuello hacia abajo. Abrí los ojos de par en par solo para darme cuenta de que estaba sentado, amarrado de pies y manos a lo que parecía ser una silla dentro de un barril de madera considerablemente grande lleno de agua hasta la altura de mis hombros y completamente llena de hielo, el gritó que salió de mis pulmones al comenzar a despertar cada parte de mi cuerpo y sentir el frio del agua hizo que Luisa se riera divertida desde el otro lado del barril mirándome con los brazos cruzados en el borde de metal, solo podía ver su cabeza y brazos por encima del barril, su sonrisa era maliciosa.

-           Hola Leoncito – Dijo tamborileando los dedos en el borde del barril – bienvenido a la hoya.

Mi labio inferior comenzó a temblar descontroladamente, mi respiración era rápida, sentía como si miles de agujas se me clavaran en la piel y el forcejeo para intentar desatarme fueron los que me hicieron darme cuenta de que no estaba amarrado a la silla, estaba encadenado.

-           ¡Sácame de aquí! – Grité con la voz quebrada.

-           Oww lo siento – Haciendo un falso puchero se levantó, y caminó alrededor del barril para llegar al lado en donde yo estaba, sentía la espalda pegada a una placa de metal al otro lado del barril, cuando luisa llego a mí me di cuenta de que mi cabeza quedaba a la altura de su cintura – No puedo, Sanders me dio permiso para ayudarte a controlar tu ira, y eso es lo que estoy haciendo.

-           ¿¡Y… y como se s..Supone que ma…ma…tarme de frio va a a…ayudarme!? – Dije intentando soltarme nuevamente.

-           No te quiero matar de frio tontito – Dijo palmeando mi hombro que sobresalía levemente del agua, salpicándome el rostro – Quiero que aprendas a controlar tu ira.

-           ¿Q…Que? – Dije mientras mis dientes castañeaban

-           ¡Claro! – Dijo mientras se sentaba en el borde del barril a mi lado derecho – Te explico, la única forma de poder controlar tu ira, es enfrentándote a ella, tu misión será calentar el agua lo más rápido posible… pero… - Dijo alzando el dedo índice de su mano derecha – No puedes hacer trampa.

-           ¿T…trampa?

-           Si pierdes el control mientras se descongela el agua, te noquearé de nuevo y volveré a llenar el barril, con más hielo del que tienes ahora.

-           ¡No me jodas! ¡Sácame de aquí! – Grité, forcejeando con toda la energía que pude reunir - ¿¡quién coño crees que eres para hacerme esto!? – La vi retorcerse de la risa a mi lado cuando le grité.

-           Leoncito, no tienes idea de con quien hablas ¿verdad?

     Se alejó de mí y de repente vi un pie desnudo pasar junto a mi rostro, era ella que estaba entrando conmigo en aquel barril cubierto de hielo, llevaba puesto un short negro por encima de la mitad del muslo y una blusa del mismo color, su cuerpo ni se inmutó cuando sintió el frio hielo del agua, se sumergió hasta quedar a mi altura y me miró directamente a los ojos con aquellos ojos verdes.

-           Estas hablando con la mejor agente de inteligencia de los Spetsnaz cariño – Dijo sentándose sobre mis piernas, si tenía pensado distraerme el hielo no permitía que eso pasara

-           S…spe…spt –Intentaba pronunciar la palabra que ella dijo pero apenas y podía articular bien las palabras.

-           Aashhh… - dijo sonando harta – Mejor comencemos las clases – Se levantó de mis piernas y camino hasta el otro lado del barril, haciendo olas de hielo mientras caminaba.

     ¡¿Cómo podía soportar tanto frio?! Solo mirarla hacia que se me helara más la sangre, comenzaba a desesperarme, no aguantaba más, lo primero que hice fue forcejear




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.