Laura se había despertado, tras varias horas de mal sueño, con un profundo temor que la atormentaba. El mensaje que había recibido a las once de la noche no cuadraba en absoluto con la forma de ser de Enrique, su novio.
«¿Por qué ahora?», se preguntaba mientras se preparaba el café. Eran las ocho y media.
Hacía dos meses que la pareja pasaba por uno de aquellos momentos en el que se podía decir que estaban en un punto muerto. De la posibilidad de vivir juntos a la absoluta falta de comunicación.
«Tal vez, he insistido demasiado», se culpaba al no comprender nada. Sin embargo, Laura tenía la sensación de que los esfuerzos que ambos habían hecho hasta entonces había mantenido la relación al menos a flote. Eso parecía, hasta el momento.
Enrique no era una persona demasiado habladora ni tampoco gozaba de tener buenas conversaciones. Era pasional, y con sus miradas tenía suficiente para hacerse entender. Al menos, con Laura.
Pero aquella química, en la que Laura se manifestaba como el órgano social de la relación y Enrique como la parte más visceral y pasional, se había vuelto en su contra. Enrique parecía no estar demasiado interesado en dedicar su tiempo a mantener la chispa viva y últimamente parecía estar más centrado en su trabajo y en su nueva amistad, Carlos.
Carlos había aparecido en la relación no hacía demasiado tiempo, como un buen amigo en el que confiar. Era el nuevo compañero de trabajo de Enrique, en la bolera del polígono industrial de la ciudad.
«Ha llegado el momento de dejarlo. Nuestra relación ha llegado a su fin. Me es muy difícil tomar esta decisión, pero uno de los dos debe afrontarla», volvió a leer Laura el último mensaje entrante de Enrique, mientras se tomaba el café con una mezcla de tristeza y rabia.
¿Por qué, después de tanto esfuerzo, Enrique tiraba la toalla? ¿Qué le había hecho cambiar de parecer? Y lo más extraño de todo, ¿un corte de relación por mensaje?
Algo había en aquella situación que mosqueaba a Laura e irritaba sus pensamientos.
Pero lo que no sabía Laura era que aquél aparente infortunio acabaría siendo clave para salvar su propia vida.