Una vez en mi habitación, Leonora me dijo que esperaríamos a Roberto, que en breve traería un vestido especialmente diseñado para mí por Ágata Alexis, una de las diseñadoras más destacadas en Tierra, y que había sido creado explícitamente para vestirme durante la noche tan especial que sería mi recibimiento en el planeta. Castro había llevado todo mi equipaje hasta mi habitación y lo había colocado debidamente junto a mi cama, y después de eso, se ocupaba de revisar que todo estuviera en orden, pero tan pronto escuchó que Roberto llegaría en cualquier momento, intentó inventar cualquier excusa para irse, pero Leonora se lo prohibió.
—Roberto te va a matar —le dijo Leonora en italiano, sin imaginarse que conocía lo suficiente de esa lengua como para entender lo que decían—, pero te lo tienes bien ganado, porque te hemos dicho que esto es trabajo, y no es el lugar de hacer bromas, y mucho menos con vampiros presentes, así que prepárate, porque no veo la forma de que te puedas escapar esta noche de convertirte en la perra de Roberto; en cualquier caso no te preocupes, que puedo excusarte por unos días hasta que te recuperes.
Actué como si no comprendiera nada, pero miré al pobre Castro, quien se veía asustado hasta la médula.
—La recepción empezará a las nueve de la noche —me dijo Leonora posteriormente—. No debe preocuparse, no durará mucho y podrá descansar. Estimo que ya para las once o doce de la noche podrá usted regresar a su habitación y reponerse con propiedad hasta mañana.
—No te preocupes, Leonora, tampoco estoy tan destruida. Creo que puedo soportar unas horas en una fiesta. Además, debo confesar que me siento halagada. Una de las cosas que me ponían nerviosa sobre esto de venir a Tierra era el tipo de recibimiento que tendría en este planeta, ya que los tantos albeanos que se aventuraron a venir anteriormente tuvieron que soportar muchas injusticias y abusos, pero por lo que veo estaba equivocada en mis razones para estar nerviosa. Me alegra que sea así.
—Por supuesto, a nosotros nos gustaría que se lleve usted una muy buena impresión de nosotros. Aquellos fueron hechos lamentables que esperamos no se repitan de nuevo.
—Yo también. —Evidentemente.
Pude dormir unas pocas horas antes de volver a despertar en medio de la noche romana. ¿Qué hora es?, pensé, diciéndome que no puedo llegar tarde a la pequeña recepción que fue preparada para mí. Sabía que el estricto manejo del tiempo sería algo a lo que debería acostumbrarme lo antes posible porque este planeta tiene la fama de tener una puntualidad británica. Nunca he entendido exactamente qué es lo que significa esa expresión, pero imagino que ha de ser algo que describe la aparente obsesión terrestre por cumplir con todos los horarios de forma estricta.
—Hace varios siglos existió un país llamado Reino Unido, que ocupaba la mayor parte de la Gran Bretaña, una isla al norte de Europa —me explicó Leonora mientras me peinaba frente al tocador—, que fue una de las grandes potencias de Tierra.
—Entiendo.
—Su capital era Londres, una ciudad que hoy en día ya no existe, pero que tuvo la fama de ser una de las ciudades más bellas de la Tierra, pero su ubicación definitivamente no le ayudó en nada y hoy en día lo que queda de Londres está bajo el hielo polar —Me sorprendió la paciencia con la que Leonora me explicaba todos los detalles de la historia de Tierra, mientras me ayudaba a ponerme el complicado vestido terrestre que yo, por supuesto, no sabía del todo como manejar—. Muchos terrestres ni siquiera saben que existió ese país pero la expresión puntualidad británica quedó para la posteridad y todo el mundo sabe lo que significa. La cuestión es que los británicos eran famosos en todo el mundo por su puntualidad. En realidad parece ser que los británicos eran gente de hecho tan controlada y rígida que hoy en día la palabra británico se aplica para todo lo que es estricto o exageradamente rígido. Además de la puntualidad, solemos hablar de carácter británico, disciplina británica o humor británico.
—¿Y hace cuanto tiempo que desapareció ese país?
—Pues verá, Londres ya había sufrido mucho durante la Guerra del Agua y luego de eso no se pudo recuperar del todo, en parte porque ya el clima estaba comenzando a hacerse particularmente difícil en esa zona de Europa. Para 2460 ya estaba prácticamente abandonada, a casi sesenta años de finalizada la Guerra.
—Disculpa, ¿Guerra del Agua? Jamás había escuchado al respecto.
—La Guerra del Agua es uno de los peores episodios en la historia de la humanidad. Fue realmente algo terrible. Terrible. Anterior a ella había habido dos guerras mundiales durante el siglo XX y siempre se había dicho que no habría guerras peores en el futuro de la humanidad, pero la Guerra del Agua… Definitivamente fue peor que todas las guerras previas en la historia del mundo.
—¿Cómo fue esta guerra?
—Se inició a finales del siglo XXIII. Se debió a una terrible sequía que comenzó a producirse en todo el mundo a partir de esa fecha. En las zonas templadas dejó de llover y la situación se mantuvo así desde el año 2286 hasta el 2304, cuando finalmente llovió. Pero una vez que llegó esa fecha, el mundo era otro y la mitad de la gente en las zonas templadas había muerto y un tercio de la población de las zonas tropicales también. Solamente llovía en ese tiempo en las zonas selváticas de Suramérica, en parte de África y en Asia, sin embargo, las reservas suramericanas de agua eran más del quíntuple de las existentes en el resto del mundo, así que, como es natural, aquella gente se convirtió de repente en la más rica sobre nuestro planeta. Hablamos de países tradicionalmente pobres antes de eso, como Venezuela o Colombia y especialmente Brasil, que ya era una potencia, pero con su nueva situación superaba a todas las demás, y esos países de repente se vieron a la cabeza del mundo, pues todos dependían del agua que estos pudieran darles.