Diablos en las estrellas

VII.2

—Me parece magnífico que sea justamente esa la primera pregunta que me hace, estimada señora Ilmafet —respondió el duque—. Lo digo porque es menester que desde el mismo inicio de nuestra conversación aclaremos ese terrible mito que ha sido fuente de tantas injusticias y crueldades para con los habitantes de este mundo. Veamos, mi estimada, creo que lo primero que debemos aclarar es que en este planeta existe un solo gobierno, el legalmente constituido y que encabeza el Gran Canciller, cargo que por el momento tengo en enorme honor de detentar.

—¿Quiere usted decir que el señor Mateo Alpert no gobierna de ninguna?

—Mateo Alpert no detenta ningún cargo público, ni de elección popular ni por designación, de tal forma que no veo como pueda ejercer funciones de gobierno de algún tipo.

—No dije que el señor Alpert detente algún cargo, lo que en realidad me pregunto es si ejerce algún tipo de gobierno, y para eso no hace falta en lo absoluto el cargo. Usted sabe tan bien como yo, canciller, que el poder no es algo que se ejerce desde la majestad de un cargo, por más que muchos digan que así es. El poder lo ejerce quien tiene algún medio para imponer su voluntad, y no puede usted negar que, siendo Mateo Alpert quien es, y teniendo la ascendencia que tiene sobre los vampiros, no posee ningún poder.

—Puedo entender su punto —dijo Fernando luego de unos cortos segundos de reflexión—, pero sigo creyendo necesario aclarar este asunto. No voy a negar que Alpert tiene gran ascendencia sobre los vampiros, es decir, que tiene una posición de liderazgo sobre ellos y ese liderazgo representa alguna influencia sobre las cosas que pasan en nuestro mundo. ¿Cómo podría ser de otra forma? Aún así, Alpert no es de ninguna forma gobernante, no ejerce poder legal, aunque tenga gran influencia en la opinión pública. Repito, el único gobierno constituido de la Tierra es el que por el momento recae sobre mi cabeza en mi condición de Gran Canciller, ocupante del despacho al frente de este mundo en Hong-Kong.

—No es esa la impresión que he tenido desde que llegué a este mundo. Incluso, no solo desde que llegué, sino desde antes de haber puesto un pie aquí. En la nave que me trajo a Tierra, los vampiros y los humanos solían referirse a Mateo Alpert como Su Majestad, o lo llamaban directamente rey Mateo, y algunos hasta me dijeron directamente que el único gobernante real de este planeta era él y que el gobierno humano, así lo llamaban algunos vampiros con algo de desprecio, no es más que una fachada para el resto del universo. ¿No le parece interesante cómo contrasta su opinión con la de muchos de sus ciudadanos, humanos y vampiros por igual?

—Es que usted entiende cómo es la gente en sus simplificaciones, mi señora. Como le decía, reconozco la influencia que tiene Alpert, y es lógico porque los vampiros, aunque son seres humanos como nosotros, tienen costumbres muy arraigadas y muy propias de ellos. Digamos que nosotros, los humanos, somos mucho menos leales a nuestros representantes y líderes, al punto de que no sé si de verdad existe tal cosa como como un líder entre nosotros. Lo que sí es verdad, estimada señora Ilmafet, es que las decisiones finales sobre la administración de nuestro mundo las toma el gobierno, no un civil que en realidad es como cualquier otra persona, esto sin menoscabo de la gran influencia que pueda tener cada quien, claro está.

—Se me hace realmente curiosa su idea de que los vampiros son ciudadanos comunes y corrientes y que el propio Alpert es un ser humano como cualquier otro. ¿Dice usted que las extraordinarias habilidades físicas y la conducta típicamente agresiva de los vampiros, no los pone en una categoría de particular dominio sobre las demás personas en este planeta? ¿No son los vampiros una clase social en sí mismos, superiores, tal vez no en su condición humana, pero sí en su condición social respecto a los demás?

—La verdad, me gustaría que usted me explicara qué es lo tan extraordinario que hay en los vampiros. Yo no veo por ninguna parte esa naturaleza extraordinaria de la que usted habla. ¿Que son un poco más fuertes en promedio que los seres humanos? Sí, ¿y eso qué? Eso no es ni malo ni es delito, y no tiene por qué constituirse en un problema de ningún tipo. ¿Qué parecen estar más dispuestos a la pelea y se muestran más agresivos en general? Eso no lo sé, porque cada quien con su personalidad. Seguramente habrá por allí algún vampiro muy pacifista, y eso está muy bien, así como hay seres humanos muy agresivos y violentos, lo que está muy bien igualmente siempre y cuando sepa canalizar su agresividad y violencia en expresiones legales y aceptables. Ahora, que necesiten alimentarse de seres humanos, que necesiten extraer nuestra sangre… Entiendo que pueda parecer impresionante para el resto de ustedes, que no han tenido que enfrentarse a situaciones como esas, pero creo que ya todos nosotros estamos habituados, al punto de que nos parece natural. Además, recuerde usted que la población vampírica total es realmente pequeña si la comparamos con nuestra población total, así que tampoco es una situación tan grave o que nos ponga en un peligro inminente. De hecho, en los últimos estudios que hemos adelantado desde el gobierno, hemos comprobado que una abrumadora mayoría de seres humanos nunca han alimentado a ningún vampiro, así que la creencia generalizada según la cual los humanos somos como esclavos alimenticios y que nos la pasamos atormentados por los vampiros que nos acosas y nos muerden sin nuestro consentimiento es solo una leyenda negra. El abuso de ese tipo, aunque existe, no lo puedo negar, no es tan común como se ha hecho creer. En cualquier caso, la ley está allí, y cuando se sabe de algo por el estilo, la ley actúa.




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