Los tacones

10 de agosto año 2000

Me siento en el borde de la cama, en medio de la oscura noche divisó una silueta, algo escuálida, con movimientos espasticos y lúgubres. Siento el desasosiego que me invade, la oscuridad de la noche parece llenar todo y succionar cada rayo de luz, el terror se apodera de mi, tengo la cabeza confusa por los tranquilizantes son lo único que me permite dormir, siento que da vueltas la habitación, percibo el calor de la manta, mi respiración es lenta, profunda y pausada.

Veo una figura escueta cruzar la puerta, lenta y temerosamente me levantó de la cama, enciendo la luz, la sombra se desvanece, mi cabeza confundida me da mil vueltas. Los medicamentos hacen efecto y finalmente me invade el sueño, me tumbo en la cama y caigo en un profundo sueño.

Me despierto sobresaltado, con un dolor punzante en el pecho que me impide respirar, mi corazón late rápido y tengo la respiración entrecortada por aquel tenebroso sueño que suelo tener cada noche.

Un sudor frío me recorre la espina, me cuesta respirar, trató de tranquilizarme, enciendo la luz y solo veo siluetas y figuras borrosas, tomó mis lentes y miro la hora; 3AM, la hora que mis pesadillas toman forma y vida a partir de mis temores; se alimentan de mi angustia y poseen cada rincón de mi mente.

Escucho ruidos en el pasillo, un par de tacones se acercan, pero justo en la entrada a de la habitación, se detienen súbitamente, escucho a una mujer sollozar y suplicar, me tiemblan las piernas; me cubro los oídos aterrorizado, me repito una y otra vez, ¡no es real!, después de un momento descubro mis oídos y no se escucha barullo alguno. Respiro con calma y pienso que es solo mi mente jugándome una treta como siempre.

Miro la mesita de noche y pienso, solo un par de somníferos más, eso resolverá el problema; mañana con la mente tranquila y esclarecido el día podré pensar pausamente una explicación que me de sociego ante esta incertidumbre constante que siento.