Hola diario. Han pasado dos semanas desde la última vez que te escribí y hoy voy a despedirme para siempre de vos. No estoy bien. Arranqué escribiendo para desahogarme, pero tengo tanto para desahogar que no creo que tus páginas me ayuden. La última vez que te escribí Nicolás no había tomado bien la ruptura. Esa noche, más tarde vino a buscarme. Estaba tranquilo. Me subí a su auto para que hablemos en un lugar más privado. Eso no estuvo bien. No debí subirme. Me llevó a un callejón, empezó a pedirme perdón y me abrazó. Yo estaba anonadada de lo que pasaba. Totalmente confundida. No debí creerle diario. Cuándo me abrazó aprovechó que había bajado la guardia. Me ató al asiento del auto y me tapó la boca con un pañuelo. Yo gritaba y ningún sonido salía. Quería huir. Lloraba y a él no le importaba. Me movía todo lo que podía para que no me toque. Me sacó la ropa. No quiero decir lo que pasó después. Lloro mientras escribo esto. Me sentía tan sucia y tan insignificante. No podía hacer nada. Sentía que él tenía total control sobre mi cuerpo. No servía resistirme. Él me decía que era mi culpa y quizás era cierto, yo me metí al auto. Yo confié. ¿Cómo te explico el sufrimiento que fue? No podía moverme. Ni gritar. Aunque gritara nadie me iba a escuchar. Estaba muy lejos y ambos lo sabíamos. Él me golpeó, me gritó, me escupió y me violó y yo solo podía llorar y esperar el final. Después me sentía sucia, un desperdicio. Me sacó del auto y se fue. Terminé en la calle mugrienta y sin ropa, sangrando, llorando y nadie me ayudó. Después desperté y seguía ahí, pasaron horas, ya era de día y nadie había aparecido. No sabía dónde estaba, no conocía el lugar y no llegó ninguna persona en todo ese tiempo. No podía caminar. Me dolía todo el cuerpo, no había parado de sangrar. Encontré una casa y había una mujer adentro, me vio y llamó a la policía. Me llevaron con una manta rota a la comisaría. Llamaron a mi madre. Llegaron ella y mi tía. Cuándo las vi llegar sus caras me indicaron que mi pinta no era buena. Hablé con ellas. Hicieron la denuncia y no la quisieron tomar. El policía que no les quiso tomar la denuncia dijo que Nicolás Sánchez era mi pareja, por lo tanto no podían confirmar que fue sin consentimiento y como tal no me podían tomar la denuncia de violación. Estaba llorando y sangrando. Me encontraron desnuda en la calle. Juré y grité con todas mis fuerzas que fue sin consentimiento y aún así no me creyeron. Nicolás es tu pareja, vos lo elegiste. Al parecer vos tenías ropa corta, seguro fue por eso. No tendrías que haberte subido al auto si no estabas segura. Lo que te pasó fue tu culpa. Si no te defendiste fue porque te gustó. Llevo dos semanas escuchando lo mismo. No puedo dormir porque me ahogan las pesadillas, los recuerdos. Lloro todo el día. La tía se quedó cuidándome y todos los días después de la escuela vienen Marisa y Jazmín. Me contaron que se pelearon con el resto del curso, pues ellos apoyan a Nico porque lo conocen mejor y no creen mis palabras. Nadie cree mis palabras. Siempre fui la rara y es más fácil creerle al chico estrella que a la rara. No pude escribirte durante todos estos días porque no me sentía lista. Hoy decidí que no quiero seguir. Sos un diario y no entendés por lo que estoy pasando. Me siento un asco. Todavía lo siento arriba mío. Todavía siento el dolor y la humillación de ese momento. Creo que sí fue mi culpa. Yo no debí creerle diario. Yo fui la estúpida.
Conseguí pastillas, una chica me dijo que si tomo las suficientes no voy a despertar más. Quiero cortar con este sufrimiento. Salí a la calle y todos me miraban, todos me juzgaban. Mis amigas, mi tía, mi madre, todas piden justicia por mí. Todos conocen mi historia y aún así no me creen. Todos conocen mi nombre y el de Nicolás no salió en ningún lado. Una chica me escribió que estaba loca, que dejara de mentir porque Nicolás no era capaz de una cosa así. Él es muy capaz. ¿Cómo ella que puede pasar por esto cualquier día de la vida no me cree? ¿Cómo nadie me cree? ¿Por qué pensé que algo iba a cambiar? Pasé de la violencia de mi padre a la violencia de una pareja y de la sociedad. Quise huir de algo que es tan común que la gente no le da importancia. Quise huir de la violencia y los abusos y terminé encontrando aún más. Ya no creo que alguien me pueda salvar. Escuché a tanta gente en los noticieros diciendo que estoy loca, que inventé la historia por fama, que no sé aceptar las consecuencias de mis actos, que sí hubiese tenido miedo tendría que haber cortado. Yo corté la relación señora. Yo quise alejarme, pero caí. Caí en unas palabras de disculpas, creí que él de verdad estaba arrepentido. Esta gente no se arrepiente señora. Esta gente no tiene alma ni corazón. Ni él, ni usted, ni ninguna de las personas que lo defiende porque "siempre fue un buen chico, nunca causó problemas" tiene alma o corazón y vivimos en una sociedad que no es capaz de ver el mal, que parece nutrirse del machismo, que pone a las mujeres como objetos sexuales, cómo cosas materiales de las que los hombres son dueños. Esta sociedad está perdida, no ve a las mujeres como lo que realmente somos: personas. Aunque digan que sí, en realidad no tenemos los mismos derechos que los hombres y eso nunca va a cambiar si no dejamos de defender bestias. Estoy perdida diario. Estoy llorando. Voy a terminar esto.