ANGELINE:
No me sorprendió ver una nota de mamá avisándome que dejó dinero para que compre algo de comer.
Tampoco me sorprendió que papá se fuera temprano, con una pequeña maleta, pues irá a celebrar el cumpleaños de un amigo en otra ciudad y vendrá hasta el domingo por la noche.
Lo que sí me sorprendió fue ver a mis amigas en una fiesta sin haberme invitado. Todas sus publicaciones son de ellas bailando y riendo, luciendo felices y divirtiéndose como nunca.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, ¿De verdad me están ignorando? No quiero que lo hagan, quiero que todo vuelva a como ha sido siempre. Quiero ser parte de las fiestas y salir con ellas a comprar ropa, tomar café y pasarla bien.
Me siento una tonta y me siento peor cuando noto que un par de granitos me han salido en la frente.
Odio estar a solas en mi casa y veo el reloj constantemente preguntándome si es un buen momento para ir a la casa de Douglas. No sé si debería llegar sin avisar o si primero debería llamar a Lester para preguntar.
Sé que ellos no son mis amigos pero son extrañamente amigables, Lester más que Douglas.
Además, no me hacen sentir incomoda. He conocido a Jonah por un tiempo y él si logra hacerme sentir incomoda. Ni hablar del resto de los chicos en nuestro grupo, es como si cada vez que están cerca de mí tienen que colocar sus manos en mis brazos, o mi espalda, incluso en mi cintura.
Tomo mis cosas, salgo de mi casa y decido que lo mejor será ir a casa de Lester para ver si ya quiere ir con Douglas. Es raro que vivamos cerca y antes no los había notado, bueno, Douglas es relativamente nuevo pero no sabía que vivía no tan lejos de mi casa.
Miro hacia la izquierda y la calle está vacía, no creo que Evan esté por aquí ahora. Es un buen momento para irme y evitar encontrármelo.
Me paso la mano por el cabello varias veces, acomodándolo por el viento y giro cada vez que escucho un ruido, como las hojas moviéndose o las ramas chocando.
Por suerte Evan no se apareció y ahora estoy frente a la casa de Lester pero me debato en si llamarlo o tocar. Antes de tomar cualquier decisión, la puerta se abre y sale una chica.
Ella estaba revisando su bolsa y no me nota hasta que llega a la parte donde yo estoy. Junta las cejas al verme, luego pregunta: — ¿Buscas algo?
Sonrió. —Hola, soy Angeline, en realidad… busco a Lester.
Hace una mueca. — ¿A Lester?
Asiento. —Sí, eh, ¿está en casa?
Se toca las puntas del cabello. —Supongo, siempre está en casa —avanza y antes de alejarse, gira—. Espera, ¿Quién eres?
—Angeline —repito lento.
Entorna sus ojos. —No, me refiero, ¿Qué quieres con mi hermano?
—Ah, es para una tarea —respondo, sonriendo un poco para mostrarme amable.
Rueda sus ojos. —Está ahí, si quieres ve y toca la puerta —ella se aleja en dirección contraria.
Y mientras se va, tomo mi teléfono y le pregunto si está ocupado. Él me contesta rápido, me dice que no y yo le aviso que ya estoy afuera de su casa por si quiere salir ahora.
Lester baja, lleva una camiseta negra bastante suelta y unos pantalones deportivos grises. —Hola —levanta la mano.
Me acerco a él, tengo que inclinar el cuello hacia atrás para poder verlo a los ojos. —Hola, ah, lo siento solo estaba pasando por aquí y me acordé que um, bueno, teníamos que practicar y todo eso.
Asiente. —Lo sé, pero pues, no sabía a qué hora.
—Yo tampoco —señalo en dirección a casa de Douglas—. ¿Crees que deberíamos ir ya?
Se encoje de hombros. —Puedo preguntarle si quieres.
Bufo. — ¿Y cómo lo harás? ¿Le preguntarás y luego si te dice que no, regresaremos de su casa?
—No —inclina el rostro hacia abajo—. Voy a llamarlo.
Mis cejas se juntan. — ¿Cómo vas a llamarlo? Espera, ¿A ti si te dio su número?
Se encoje de hombros. —Pues, le pregunté.
Ruedo los ojos. —Él tiene algo contra mí, lo sé.
Lester se ríe y se mueve para sentarse en el pórtico. —No tiene nada contra ti —me siento a su lado—. Solo creo que no sabe expresar sus sentimientos.
— ¿Lo crees? —Doblo mis rodillas, yo también llevo pantalones sueltos hoy ya que no saldré a ningún lugar con mi grupo—. ¿Por qué?
—Creo que es una persona amable, ¿eso parece, no? —me dice, mira al frente y sonríe.
Asiento, Douglas es raro pero me ha ayudado cuando lo he necesitado. —Creo que sí pero no se ríe conmigo, tú eres más amable que él.
Presiona varias cosas en su teléfono y lo llama, dejando el altavoz. Después de tres sonidos él contesta. — ¿Hola?
—Hola —Lester habla—. Um, bueno…
— ¿Por qué Lester tiene tu número y yo no? —reclamo, interrumpiendo.
Douglas exhala contra la bocina. —No puedo contigo ahora, Angeline. Es demasiado temprano.
Son las once, no es nada temprano. —Responde.
—Lester —me ignora descaradamente—. ¿Qué pasa? ¿Acaso me llamaste porque ella te obligó?
—No —ríe—. Ah, bueno… solo nos preguntábamos, ¿A qué hora deberíamos de llegar?
Él no responde por unos segundos. —Ahora mismo están juntos, ¿no?
—Si —respondemos ambos.
— ¿Dónde? —cuestiona.
—En el caribe —contesto sarcásticamente—, pues en su casa, obvio. ¿Dónde más podríamos estar?
Vuelve a suspirar. —Si quieren vengan, aunque no tengo ganas de hacer tarea ahora —escuchamos que bosteza—. Y Angeline, si vas a estar aquí tendrás que permanecer en silencio por al menos unas diez horas.
—No lo haré —me defiendo.
—Bien, ahora vamos —Lester responde.
Termina la llamada y vuelve a guardar su teléfono a un lado de su pantalón.
Estiro mi mano para que los rayos del sol toquen mi piel, recuerdo hacer esto de niña. Estirar mi mano y “tocar” el sol, pensando que por unos segundos, me estaba sosteniendo.
— ¿Cómo estás hoy? —pregunta Lester.
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Editado: 15.06.2023